lunes, 1 de diciembre de 2008

El Espanyol menos goleador del siglo

Tamudo, que se retiró lesionado, intenta no perder el balón -EFE.



Que un jugador presione al portero cuando éste recibe la pelota y se dispone a sacársela de encima es algo habitual en el fútbol. Normalmente es el delantero quien salta y levanta la pierna en busca del rechace. Raúl Tamudo (Santa Coloma de Gramanet, 1977) lo hizo hace unas temporadas ante el ex azulgrana Roberto Tito Bonano y le salió bien. Ayer, en la misma jugada, no pudo tener más mala suerte: cayó mal y se tocó la pierna izquierda. El 23 blanquiazul pidió el cambio y se fue cojeando hacia el banquillo con el partido en juego. No esperó a su sustituto. Horas después abandonó con muletas el Estadi Olímpic Lluís Companys. Tamudo tiene una rotura fibrilar en los isquiotibiales y estará un mes y medio de baja. La lesión de su icono es un contratiempo más para el Espanyol menos goleador del siglo, para un equipo deprimido y apático que ha destituido a Tintín Márquez tras cuatro derrotas consecutivas, la última ayer ante el Sporting de Gijón (0-1). Según ha anunciado TV3, José Manuel Esnal Mané será el nuevo técnico del club blanquiazul.


Los números no engañan. En las primeras dos jornadas, ante el Valladolid y el Recreativo, el equipo logró seis puntos, la mitad de los que lleva tras los 13 partidos disputados (12). De hecho, el Espanyol se ha quedado sin marcar ante seis rivales (Sevilla, Villarreal, Mallorca, Deportivo, Racing y Sporting) y sólo lleva diez goles (anota cada 118 minutos), un registro que iguala, por malo, al de las temporadas 2003-2004 (entonces a estas alturas era último con sólo ocho puntos, ahora es 17º con 12) y la 2005-2006 (14º con 13). En ambas ocasiones acabó salvándose en el último partido en Montjüic, ante el Murcia de Luis García con dos tantos de Tamudo (71) y Lopo (78), y ante la Real Sociedad con un gol en el descuento de su salvador oficioso, Corominas.


Mal momento


En el Espanyol actual no hay lugar para victorias épicas. Ni tan siquiera para trampear. Le falta un organizador que dé el último pase como Iván De la Peña, castigado desde hace tiempo por las lesiones. También carece de un goleador. Ni Luis García (lleva tres goles, pero hace siete partidos que no marca) ni Tamudo (también con tres, aunque ha fallado dos penaltis) están cerca de su mejor nivel deportivo y anímico. El capitán ha perdido el liderazgo y la confianza que siempre le han caracterizado. Tampoco la defensa ni Kameni ofrecen garantías, aunque el equipo sólo ha recibido 19 goles.


El problema del conjunto blanquiazul tampoco se resume sólo en la planificación deportiva (ninguno de los fichajes está cumpliendo con las expectativas). No es una cuestión puramente de aptitud, sino de actitud, como demostró el equipo durante la primera parte ante el Sporting, totalmente indigna de un club profesional. Los jugadores del Espanyol ni desdoblaban ni ayudaban al compañero que estaba atacando. Así que si, por ejemplo, Luis García avanzaba por la derecha los demás se quedaban inmóviles, como si esperaran a que la pelota les cayera a los pies y sólo tuviesen que rematar. Como si los goles se hiciesen por encargo. Con las líneas desajustadas, con los jugadores desorientados, el único recurso de los locales fue el tiro desde lejos. Lo intentaron, sin fortuna, Moisés Hurtado (“el único que está haciendo algo”, aseguraba un compañero periodista en la zona de prensa) y Nené.


Golazo de Carmelo


La pasividad del Espanyol benefició al grupo de Manolo Preciado, que con cualquier combinación se plantaba sin problemas en la meta de Kameni. El Sporting era demasiado superior y encontró la recompensa en una acción fantástica: Gerard robó un balón y asistió a Carmelo, al que le dio tiempo de progresar sin oposición y de mirar varias veces si tenía a alguien cerca para pasarle la pelota. El medio canario decidió chutar desde la frontal y marcó, por la escuadra, el gol más espléndido de la jornada. Era el minuto 29 y el partido, con más de una hora por delante, parecía sentenciado, como así fue.



Carmelo celebra su gol ante la decepción de Tamudo, Luis García y Jarque -EFE.



La respuesta del grupo blanquiazul continuó siendo la misma hasta el final de la primera parte. Jugaba el Espanyol como un equipo visitante conservador sin ideario ni estrategia. Sólo tenía miedo. Miedo a todo, al fallo e incluso a hacerlo bien. El rival, por contra, ofrecía una propuesta ordenada (en posiciones y responsabilidades) y productiva por las bandas. Cualquier pelota tocada por Carmelo, Bilic o Diego Castro hacía temblar a la zaga blanquiazul y a su sufrida afición. El Espanyol era incapaz de combinar: sus pases acababan siendo neutralizados por los jugadores del Sporting.


En general, los seguidores del conjunto blanquiazul tuvieron paciencia con el equipo y no pitaron hasta que su equipo compareció en la segunda parte. Habían aguantado con estoicismo los reclamos del videomarcador del estadio, como el gol de Luis García en el Bernabéu o el “Gol de l’Espanyol!!!”, que servía para anunciar una radio. Una cosa y otra parecían ironía pura, algo fuera de lugar en un Espanyol que continúa en la crisis con la que empezó la segunda vuelta del curso pasado, en la que sólo ganó tres partidos y marcó 14 goles (cuatro de penalti) en 19 partidos.


En la zona de prensa


“Éstos son una panda de cabrones”, sentenciaba un prestigioso periodista en el asiento de al lado. “Ése (por Beranger) se lucía a bajo cero en Soria y lo fichamos nosotros y no hace nada”, continuaba, mientras fruncía el ceño y hablaba por el móvil indicando cuál iba a ser la distribución de las páginas de la información del partido.


A falta de juego el Espanyol apostó por los centros a la olla, por lo que vulgarmente se conoce como patadón, un recurso pobre y de equipo pequeño. Román sustituyó Moisés, que vomitó en el descanso, y el grupo blanquiazul tuvo más ocasiones (algo demasiado factible). El discutido argentino pudo marcar tras un cabezazo, como Corominas poco después. Hasta el final del partido los centros y los remates desviados fueron el argumento del Espanyol -“No hemos estado bien en la segunda parte, pero tampoco hemos sufrido demasiado”, analizaba, con acierto, Preciado-.


Segundos después de la última ocasión, esta vez de Jonathan Soriano, el público no pudo contenerse, no tenía ningún motivo para no hacerlo. “¡Fuera, hasta los huevos! ¡Estamos hasta los huevos!”, gritaban muchos. “A Segunda nos vamos”, decía, discreto, otro aficionado.


“Es normal que los jugadores se desesperen si, hagan lo que hagan, la pelota no entra. Sólo me preocupa levantarles el ánimo. ¿Si sigo? Nadie me ha dicho nada. Sólo sé que mañana (por hoy) tengo entrenamiento a las once”, dijo Tintín Márquez en la rueda de prensa, poco antes de las siete y media de la tarde, horas y poco después de que el club anunciase su destitución. TV3 ha adelantado que el relevo será José Manuel Esnal Mané, que puede seguir el ejemplo de Luis Fernández, el técnico salvador del club por excelencia. En la temporada 2003-2004 protagonizó un milagro impagable, con cuatro victorias en los últimos seis partidos y logrando que un grupo roto volviese a creer en sí mismo. Eso es justo lo que necesita el Espanyol menos goleador de este siglo.


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