domingo, 7 de diciembre de 2008

Henry recupera la autoestima ante un Valencia desbordado (4-0)

Henry señala su nombre como acto reivindicativo -EFE.


Exigido por un pasado glorioso y discutido por un presente discreto, Titi Henry (Les Ulis, Francia, 1977) sólo había podido defenderse en las ruedas de prensa, con palabras y justificaciones, lejos del terreno de juego. Hace días dijo que en el Arsenal, en el llegó a ser el mejor delantero de Europa y ganador moral del Balón de Oro, corría menos y tenía más ocasiones porque partía desde el centro y no participaba en defensa. En marzo aseguró que su bajo rendimiento se debía a que encontraba a faltar a la familia, especialmente a su hija Téa, que vive en Londres con su ex mujer. Ante el Valencia (4-0) se olvidó de excusas y recuperó la autoestima. Así que volvió a ser el Henry sutil y elegante, el jugador atlético que según los fisiólogos podría haber sido un gran especialista en los 400 metros vallas. El delantero francés marcó un hat trick, el primero fantástico de vaselina, el último tras una excelente jugada de su alumno en el equipo, Bojan Krkic, que ni tan siquiera jugó con la baja por sanción de Samuel Eto'o. Josep Guardiola optó por dar entrada al bielorruso Aleksandr Hleb. En este Barça todos acaban contagiándose de la excelencia general y el equipo, tras el empate del Villarreal ante el Getafe (3-3), consolida liderato e ideario.

Los delanteros necesitan más que nadie el afecto popular. Son los verdaderos protagonistas y dependiendo del día son magníficos o lamentables. Representan el termómetro de sus equipos. Sin Eto'o, y con Leo Messi poco participativo, el protagonismo tenía que ser para Henry, que se reivindicó con una actuación fantástica. Las diagonales de Titi desorganizaban al Valencia, improvisado atrás y completamente ausente delante. El delantero francés dio 22 pases buenos , aparcó sus tiros flojos y con efecto, y aprovechó tres de las cuatro ocasiones de las que dispuso. Un rendimiento casi insuperable.

Asistencia de Touré

Una excelente asistencia de Touré habilitó a Henry para correr varios metros y marcar de vaselina ante la salida desesperada de Renan. Ni Miguel ni Albiol pudieron obstaculizarle, por mucho que se esforzasen en llegar. A zancadas pocos ganan al francés, que no se excedió en celebraciones.

Rondaba el Barça el 60% de posesión y el Valencia era incapaz de generar ni una ocasión ante una defensa local con Carles Puyol como central y Abidal muy seguro por la izquierda pese a su inactividad. Y llegó el segundo, esta vez con Hleb como asistencia y, de nuevo, con Henry como goleador. Titi no lo dudó: señaló su nombre, bordado en la camiseta. Un gesto propio de grandes jugadores que se convierten en criticados, como Raúl en el Madrid.

"Hay que pararles como sea"


"Ellos juegan de una determinada forma y hay que pararles como sea", justificaba Asier Del Horno, el defensa del Valencia, que volvió a perder en su pugna particular con Messi. La expulsión del vasco en Stramford Bridge inspiró el famoso teatro de Mourinho. Esta vez Del Horno tampoco estuvo a la altura en su segundo partido en Liga este año. Fue una apuesta demasiado comprometida de Unai Emery, que reconoció que el "Barça está a un nivel superior al resto".

Cuando la gran mayoría del público del Camp Nou (88.889 espectadores, récord de la temporada) aún se acomodaba en su asiento Dani Alves avanzó por la derecha y anotó de tiro cruzado. El brasileño celebró la jugada (ilegal por fuera de juego de Hleb) con un sencillo baile. Era la imagen más gráfica de lo que está sucediendo en el campo.

Sólo nervios

El Valencia sólo proponía nervios (Albiol se resbaló y dejó solo a Hleb, que falló en el uno contra uno ante Renan) y picardía mal entendida. Porque David Villa, proclamado nuevo Piojo López de este siglo por su efectividad ante el Barça, sólo tuvo una ocasión. El Guaje, casi inédito como Mata, remató con la mano un centro de Joaquín, que mostró un nivel muy lejano al de cuando jugaba en Barcelona en el Betis.

Guardiola hizo entrar a Bojan por Hleb y el delantero catalán, que ha pasado de ser la gran ilusión del barcelonismo a convertirse en el suplente del suplente, hizo una fantástica jugada por la banda y se la cedió a Henry. Una acción compleja que requería una conclusión fácil: Titi no falló y se abrazó a Bojan. Grandes amigos, ambos han sufrido mucho en los últimos meses.

Cuando Fernández Corbalán pitó el final del partido Henry se fue a recoger la pelota y se la metió en la camiseta interior. La incorporará a su colección.
"Siempre preguntáis lo mismo... Tengo que decir algo... Puedo jugar por la izquierda y estoy feliz en el Barça", zanjó, imperturbable, el jugador en la zona mixta. Nunca ha sido un tipo de muchas palabras. Siempre prefirió comunicar con goles, pero desde su llegada a Barcelona no lo había logrado con tanta elegancia y contundencia.

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