jueves, 16 de abril de 2009

Juan Carlos Ferrero se reengancha al éxito

Ferrero sostiene el trofeo de Casablanca -EFE.



Caminos y metas conforman los incentivos y las pesadillas de la vida, proyectada como una continua carrera de fondo. Y por mucho que los educadores se encarguen de recalcar a los pequeños que lo importante es participar y aprender, sólo se asciende (ayudas de terceros aparte) mediante éxito y triunfos (simbólicos o no). En los deportes la sentencia es aún más contundente: sólo se juzga el presente. Y en el presente Juan Carlos Ferrero (Ontinyent, 1980) es simplemente un tenista que tiene la esperanza de volver a estar entre los mejores. Siento que he encontrado el camino para ganar de nuevo”, dice, convencido, quien puede presumir de haber sido número uno mundial durante seis semanas a finales de 2003. La última celebración del valenciano pertenece a otra esfera completamente diferente. En Casablanca (Marruecos) y ante el francés Florent Serra (6-4 y 7-5) Ferrero festejó el 12º título de su carrera, el primero en los últimos cinco años y medio. 110 torneos después de levantar el Masters de Madrid el jugador pudo volver a repetir su ritual más conmovedor: mirar al cielo y señalar hacia su madre, Rosario, fallecida cuando Ferrero tenía 16 años. El principal motivo para pensar en una retirada prematura y, a la vez, el mejor motor para continuar por los circuitos e intentar volver a estar entre los mejores. De momento participará como invitado en el próximo Open Banco Sabadell Godó, que se celebrará entre los días 18 y 26 de este mes, y poder disputar Roland Garros.

Admirador de Pete Sampras y Manolo Santana, Ferrero sueña con volver a hacer un papel digno en París, donde ganó en 2003 –el diario L’Equipe le bautizaría como “el otro rey Juan Carlos”– y donde ya había sido semifinalista tres años antes, con 20 (Gustavo Kuerten le ganaría tras remontar dos sets a uno encontrar y 4-2 en la cuarta manga). Ese mismo año, el 2000, Ferrero sería el gran héroe de la primera Copa Davis ganada por España ganando dos de los tres puntos en la final ante Australia (3-1), disputada en el Palau Sant Jordi de Barcelona. Su resto ganador ante Lleyton Hewitt es uno de los grandes recuerdos del deporte español. Una instantánea, la de Ferrero dejándose caer en la arcilla tras ganar, que contrasta con sus lágrimas en la final perdida ante el mismo rival en 2003 y el rostro serio de la edición siguiente, disputada ante Estados Unidos en La Cartuja de Sevilla y en la que sólo jugó los dobles y fue desplazado por un chaval de apenas 18 años que había ganado su primer título en Sopot (Polonia) y que empezaba a despuntar, Rafa Nadal. Ferrero acabaría aquella temporada como 31º, muy mermado por una lesión en una muñeca y una costilla tras un inoportuno tropezón. Nunca más pasaría del 15º lugar y sólo alcanzaría los cuartos en un Grand Slam, Wimbledon, en 2007. La Davis marcó su explosión y su declive, motivado por continuas lesiones “y por cosas más mentales”. La prensa francesa le apodó Mosquito, por su fragilidad física. Un amigo ya le llamaba así porque “corría muy rápido por la pista”.


Número uno mundial


El cenit del tenista valenciano fue alcanzar el número uno el 6 de septiembre de 2003 tras ganar a Andre Agassi en el US Open en semifinales. Andy Roddick le superaría en la final. Después llegaría su triunfo en Madrid y… el vacío. Desde entonces, a excepción de su triunfo en el Masters español-Copa del Rey de 2006 (no computable para la ATP), Ferrero no había ganado más torneos, aunque seis veces había sido finalista: Rotterdam (2004), Godó y Viena (2005), Masters Series de Cincinnati (2006), Costa do Sauipe (2007) y Auckland (2008). Y en ocasiones puntuales, el rival antipopular: en 2006 vencería a Albert Costa en el Godó, en el encuentro que supuso la retirada del jugador que le había ganado en la final de Roland Garros de 2002, y en 2008 eliminó en segunda ronda a Nadal en Roma.


Los inicios de Ferrero fueron los clásicos de los fuera de serie que despuntan casi desde siempre. Empezó a jugar a tenis con siete años con su padre, Eduardo, y a los 14 ya era todo un bicampeón del mundo en su categoría y había levantado trofeos tan prestigiosos como “Les Petits Princes” y “Les Petits As”. Con 18 ya era campeón júnior en Roland Garros. Con 19 era el 43º del mundo. Y con 20, el gran héroe de la primera Copa Davis de España. Un año después batió el récord español de victorias consecutivas, 16 y ganó en Barcelona, Roma, Estoril, Dubai, Gstaad y Hamburgo.

“Quisiera que la gente se acuerde de mí como uno de los mejores tenistas de la Historia, trabajo para la Historia”, decía Ferrero en una entrevista antes de ser número uno. Nadie duda de que este apasionado de los coches deportivos y de las motos 4x4 en particular ocupa un lugar importante en los libros. Un espacio que El Mosquito, reenganchado al éxito tras su triunfo en Casablanca, aspira a mejorar. El Godó es su próximo reto. El sueño, París.

2 comentarios :

Dani Navedo dijo...

Que grande es Ferrero... cualquier otro se habría rendido y se habría retirado hace ya mucho tiempo.

Soy fan de Juan Carlos desde hace ya bastantes años, concretamente, desde aquella fantástica Copa Davis que ganamos de su mano. ¿Estaremos ante su regreso a su mejor nivel?

Un saludo!!

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Toni Delgado dijo...

Tienes razón, Dani. La gran mayoría lo hubieran dejado, pero él erre que erre. Este triunfo tendría que ser un gran golpe de moral (y de autoestima y confianza) para Ferrero. Lo difícil es 'volver' y parece que lo ha hecho. Veo complicado que pueda competir con los mejores, pero sí que podría ganar torneos normales y dar alguna sorpresa esporádica en algún Grand Slam.

Otro saludo ;