jueves, 14 de mayo de 2009

El Barça de Guardiola gana la Copa y sigue aspirando al triplete

La plantilla azulgrana festeja la 25ª Copa del Rey del club -EFE.



En su presentación no quiso prometer títulos, pero sí esfuerzo y trabajo para hacer las cosas bien. En las manos de Josep Guardiola (Santpedor, Barcelona, 1971) quedaba un Barça deshecho por la dejadez de algunas de sus estrellas y la permisividad de Frank Rijkaard tras dos años sin ganar nada. Con casi los mismos jugadores, con Piqué, Alves y Keita como refuerzos trascendentes, Guardiola ha formado un grupo que aspira a lograr el triplete por primera en su historia. Con la Liga a tan sólo un punto y Roma y Manchester United como escenario y rival en la Champions, el conjunto azulgrana ya tiene el primer título, la Copa del Rey, tras vencer en la final al Athletic de Bilbao 1-4 con goles de Touré, Messi, Bojan y Xavi. Probablemente es el trofeo más especial para el técnico, que cerró su etapa como jugador en Barcelona eliminado ante el Celta en las semifinales de Copa de 2001. Levantado por sus compañeros, Pep saludó tímidamente al público, que sólo entonces dejó de protestar al equipo y, particularmente, a Joan Gaspart, nefasto tanto en la gestión económica como en la deportiva. Seis años de aquella despedida cutre Guardiola levantó como entrenador la 25ª Copa del club, el 100º trofeo de su historia. Y como hizo como jugador huyó de protagonismos: “Si he tenido éxito es, en primer lugar, gracias a los que apostaron por mí, y en segundo, a los jugadores que me han dado. Mi mérito es que he sido escogido para dirigir a estos jugadores fantásticos y que hacen buena cualquier idea sobre el terreno de juego”.



A Guardiola le incomoda hablar de cosas que aún no han pasado. “Todavía no hemos ganado nada” ha sido su frase más repetida durante el curso. Por eso en cierta manera le molestó que el domingo estuviese todo preparado para celebrar el título de Liga. Ocurrió que el árbitro anuló un gol legal y el Villarreal, con Joseba Llorente espléndido, empató en el descuento un partido que llegó a perder 3-1. Un toque de atención que en el fondo le vino al Barça para la final de la Copa, probablemente el trofeo más puro deportivamente y más contaminado políticamente. Ambas aficiones pitaron el himno español, pero aplaudieron el gran juego de los azulgranas y el coraje y la entereza del Athletic. Ni uno ni otro renunciaron a sus señas de identidad.


Nueve minutos de ensueño


“Son los mejores del mundo”, reconoció el técnico rojiblanco Joaquín Caparrós, como han reiterado gran parte de los entrenadores que se han enfrentado este año al Barça. Un equipo tan efectivo como solidario en trabajo, elegancia y ambición. En nueve minutos, del 54 al 63, marcó tres goles y tuvo otras cuatro ocasiones muy claras. Opciones que salvó como pudo Gorka Iraizoz, que parecía un portero en un entrenamiento: tenía que intervenir cada minuto. El ex jugador del Espanyol salvó como pudo un remate de Eto’o, pero no el posterior de Messi, que controló y marcó de tiro duro y al centro. Bojan, que había soñado que marcaba en la final, cumplió su intuición y anotó el tercero (el quinto en el torneo) tras un contraataque perfecto de Xavi, autor del último de falta a la escuadra.


Con tres goles de videoteca el Barça había solventado su discreta primera parte, en la que por momentos ni tan siquiera compareció. Su entrada en el partido fue tan fría, tan inocente y apática, que parecía estar jugando una pachanga amistosa en Calafell. Un comportamiento que no tenía nada que ver con el que disponía el Athletic, fiel a su identidad, a esa intensidad y agresividad, al pragmatismo y a las jugadas a balón parado por las que se ha hecho respetar. El primer gol definió a la perfección la imagen que estaban ofreciendo unos y otros: Yeste, el héroe estancado en el camino hacia ser una estrella, botó un córner y Toquero remató de cabeza rodeado de Xavi y Keita les faltó aplaudir al jugador rojiblanco. Curioso su caso, había sido eliminado de la Copa con el Eibar y en ese momento era el principal protagonista del partido.


Incapaz de dar más de tres pases seguidos y pasar de medio campo, al Barça le costó centrarse. Bojan chutaría por primera vez a los 18 minutos y a Eto’o, errático durante toda la noche, se le hizo de día cuando se quedaba sólo ante Iraizoz. Acciones de cierto mérito porque el Athletic pretendía emular al Chelsea replegando sus líneas, con dos líneas de cuatro muy marcadas, con hasta tres jugadores presionando al azulgrana que llevase el balón. Tuvo que ser Touré quien resolviese el gran contratiempo con una jugada propia de malabaristas como Messi, Agüero o Cristiano Ronaldo. El marfileño, reconvertido a central como en Londres, se fue de tres jugadores, entre ellos, Fernando Llorente, el gran peligro que nunca apareció, marcó con un tiro que entró ajustado al palo. Touré se equivocaría en la elección de la celebración: un corte de mangas. Eto’o pidió perdón a la afición rojiblanco, fue el único momento cuestionable además del golpe en la cabeza que recibió Alves. Un aficionado del Athletic le lanzó una lata de refresco: la policía se lo llevó.


Touré despertó al mejor Barça, que de ahí hasta el descanso y, por extensión, al final del partido buscó una vez más otra el gol. Quien más lo hizo fue Eto’o, que llegó a acumular hasta seis ocasiones claras y que se puso la bandera del Athletic, la ikurriña y una txapela y saludó a los aficionados vascos. “Han tenido un comportamiento ejemplar”, recordó el delantero camerunés, visiblemente emocionado tras recordar cómo pasó la pretemporada: “Con todo lo que pasó quien me iba a decir que estaría aquí hoy. Pero aguanté y estoy contento de haber contribuido como el resto a esta Copa. El domingo tenemos que ganar el siguiente título, la Liga”. Para definir a Guardiola no se fue por las ramas. “Es impresionante”, le dijo a la oreja a un periodista de TV3.


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