sábado, 4 de julio de 2009

Serena Williams gana Wimbledon y supera la barrera de los diez 'grandes'

Serena muestra con orgullo su tercer Wimbledon -EFE.


“Encarna estilo, poder, belleza y valor”. Así se define en su página web a Serena Williams (Saginaw, Michigan, Estados Unidos, 1981), la última tenista en superar la barrera de los diez Grand Slam. Una definición bastante completa y lo suficientemente abierta para hablar de la nueva campeona en Wimbledon: un torbellino sobrenatural con un servicio prodigioso y brazos y piernas que doblan a los del resto de compañeras. Serena no se entiende sin su hermana Venus, ante la que había perdido la final del año pasado en Londres y contra quien ganó la de éste por 7-6 y 6-2 en una hora y 27 minutos. “Me siento bendecida, pero siento que no soy yo la que tendría que estar alzando este trofeo, sino Venus. Es la mejor”, dijo, humilde, Serena, que se ha impuesto en 11 de los 21 partidos entre ambas, entre ellos seis de las ocho finales de Grand Slam por las que han opositado. La victoria permite a la menor de las Williams alcanzar la cifra de once ‘grandes’ (cuatro Abierto de Australia, tres Wimbledon y US Open y un Roland Garros), un registro sólo superado por siete mujeres: Margaret Smith Court (24), Steffi Graf (22), Helen Wills Moody (19), Chris Evert (18), Martina Navratilova (18), Billie Jean King y Suzanne Lenglen (12).

El tenis femenino actual le debe su esencia a la irrupción de las Williams entre las mejores. Las hermanas propusieron lo físico por encima de lo técnico, el músculo antes que la pelota ajustada al ángulo. Un discurso que no les ha ido nada mal a ninguna de las dos: Venus tiene siete Grand Slam y fue la primera afro-americana en llegar al número uno mundial, posición que Serena ocupó durante 61 semanas consecutivas. La WTA les obliga (a riesgo de sanción) a jugar un mínimo de torneos al año y la rivalidad entre ellas ha sido (y sigue siendo) puesta en entredicho por algunos, que consideran que sus duelos están decididos antes de empezar, que el triunfo se ha pactado horas antes. Teoría que esos escépticos habrán reforzado tras la final de Wimbledon, resuelta a favor de Serena en el tie break del primer set –Venus desaprovechó dos pelotas de rotura con 3-4 a favor– y en el segundo, que quedó visto para sentencia cuando Serena ganó el sexto juego (4-2) tras una doble falta de su hermana.

“Demasiado tarde”

“Serena ha tenido respuesta para todo y ha jugado su mejor tenis”, desgranó a la perfección Venus, que añadió haber jugado muy por detrás de la línea de fondo. Un error que sólo advirtió al final, “cuando ya era demasiado tarde”, y que le impidió lograr su sexto título en Londres tras los de 2001, 2005, 2007 y 2008. Venus había alcanzado la final sin ceder ni un solo set, pero poco pudo hacer ante la mayor concentración y convicción de Serena, una tenista diferente que prioriza la caridad por encima de su calidad tenística. Habla con más orgullo de sus obras benéficas que de sus innumerables logros en la pista. Se emociona al recordar sus viajes a África, donde abrió una escuela y encontró el camino para volver a recuperar la confianza tras una lesión y bajar hasta el 81º puesto. Ver la triste realidad del continente más olvidado le sirvió de estímulo, primero para ayudar y después para ayudarse, ya que en su retorno a la competición, en enero de 2007, ganó en el Abierto de Australia ante Maria Sharapova, la misma que le había derrotado en la final de Wimbledon de 2004. Como siempre, como esta vez, miró al cielo y dedicó el triunfo a su hermana Yetunde, asesinada en 2003 en Compton, un suburbio de Los Ángeles donde se criaron las hermanas Williams. Una de ellas, Serena, ya forma parte del selecto de tenistas que han superado la barrera de los diez ‘grandes’.


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