jueves, 3 de septiembre de 2009

Ricky Rubio: un circo de medias verdades

Laporta y Ricky sostienen la nueva camiseta del jugador -EFE.

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Según la carrera que escojas acabarás oyendo una colección u otra de tecnicismos y palabras de referencia en dicho oficio o profesión, así como una serie de proclamaciones incuestionables a las que alguien llegó a la conclusión un día y que, por respeto, vagancia o falta de argumentos, nadie ha conseguido cuestionar. En periodismo los profesores se encargan de desmontar la idea utópica que tienes del mundo y de quien informa. Te explican que de un accidente habrá tantas versiones como testimonios y que, por tanto, ni la objetividad ni la imparcialidad existen. Como queda reflejado en Caso Ricky Rubio (El Masnou, Barcelona, 1990), que podría formar parte del temario de alguna asignatura de la licenciatura de periodismo de las próximas generaciones. Representa un ejercicio perfecto para analizar, una a una, las medias verdades de los implicados, quienes, por supuesto, aseguran haber actuado bien. “Me he quitado un peso de encima”, suspiró Ricky, ya enfundado con la que será su próxima camiseta, la azulgrana del Regal Barça, el rival acérrimo del club en el que ha crecido, el DKV Joventut. El Caso Ricky Rubio finalizó con el jugador sin moverse de la ACB y rechazando la oferta de Minnesota para irse a la NBA, al fin y al cabo el motivo por el cual empezó este circo, resuelto como el fichaje más caro en el básket europeo con 3’7 millones de euros, 4’2 con impuestos.

Para empezar, Ricky ha acabado firmando por el Barça sin haber dicho nunca públicamente que estaba interesado en jugar en el Palau Blaugrana. En su momento, cuando vio que era inviable ir a la NBA, optó por un comentario más abierto que tan sólo le cerraba una puerta, la del Madrid -Unicaja y Olympiakos también le habían tanteado-. “No quiero moverme de aquí”, dijo el jugador, que está acondicionando la casa de su abuela fallecida en El Masnou. Rechazaba de esta manera la propuesta del conjunto blanco y, particularmente, de Florentino Pérez, quien veía en Ricky el filón necesario para reforzar una sección por la que muchos le acusan de no haberse preocupado mucho en el pasado. “Era la mejor oferta económicamente, pero no personalmente”, justificaría Ricky en su presentación con el Barça.

El apoyo de Navarro

Continuar en Barcelona sólo podía llevar a dos caminos: seguir en la Penya, donde se había formado y con la que debutó en la ACB con 14 años, 11 meses y 24 días o irse al eterno enemigo, el Barça de Juan Carlos Navarro, que estos días tanto le ha apoyado en la concentración de la selección española para el Eurobásket de Polonia. Pero seguir en el Joventut era una posibilidad irreal. Por la propia autoestima del club, que había sido demandado por Ricky antes del draft y que no aceptó las ofertas del agente del jugador para romper el contrato porque no se contemplaba el hecho de quitar la demanda -cosa que finalmente se hizo-. Además, la Penya ya estaba planificando el equipo sin el jugador y había contratado a dos bases de nivel (Valters, del Fuenlabrada, y Mario Fernández, del Gran Canaria).

En su campus de verano, con todo el berenjenal montado, Ricky declaró a TVE que su deseo era continuar en la Penya, pero que si no le querían tendría que buscarse la vida. Traspasaba así la patata caliente al club, que ha sabido quedar bien con los aficionados adelantando antes de la presentación como azulgrana de Ricky que llegaron a aceptar una oferta de Minnesota, pero que el jugador prefirió irse al Barça. Una versión aceptada por el implicado y que teóricamente excluye de culpas a Villacampa, que dice haber hecho un “negocio redondo”.


De correcto a abusivo

El origen de todo el famoso (y aburrido) Caso Ricky Rubio empezó cuando la familia y el jugador firmaron una cláusula excesiva (llegó a ser de seis millones de euros) para el salario a ingresar cada mes. Un desajuste que tampoco pareció un problema para ninguna de las dos partes cuando se rebajó la cifra que le liberaba y se le aumentó la ficha hasta 90.000 euros. Después, con las expectativas de NBA y yendo a varias ciudades para tantear equipos, entre ellos, Sacramento, Oklahoma o New York, las condiciones pactadas pasaron a ser un terrible (e injusto) impedimento y Ricky, aconsejado por su entorno, demandó al club sin aún tener nada en claro. Ahí se cerró la puerta de la Penya y, probablemente, se vio una cara desconocida del chaval, casi siempre comedido en sus palabras, más allá de la rueda de prensa en la que había anunciado que estaba “preparado” para jugar en EE UU. No hace tanto la Penya no le permitía hablar con la prensa para que no se descentrara. Pese a ser el baloncestista más joven en ganar una medalla olímpica (la de plata en los Juegos de Pekín) actuaba con una chulería mínima, la propia de su edad.

El jugador y su entorno no han sabido gestionar bien sus deseos y tampoco se han aclarado en varios momentos del entuerto. Para empezar el anuncio de Ricky de participar en el draft de la NBA llegó en un momento inoportuno, antes de los playoff de la Liga. El base aseguró que estaba preparado para jugar en la NBA, cuando la actualidad marcaba las eliminatorias por el título. A la Penya no le gustaron las formas de Ricky. Aún tenía frescas las que escogió Rudy Fernández para anunciar su decisión de irse a EE UU: una rueda prensa conmovedora con la temporada finalizada, sin intereses deportivo de por medio. El anuncio en sí de Ricky era respetable, pero le sobró eso de que “estaba preparado”, pues no sabía si sería escogido en una posición. Por mucho que durante meses la prensa especializada le asegurase, como mínimo, el número dos. Una posición que le permitiría ir a los Memphis de Marc Gasol, pero que no convencía a Ricky, al que sólo parecía seducir el proyecto de los Kings (puesto 4). Pero el equipo que finalmente le escogió fue Minnesota (número cinco y que también fichó a otro base, John Flynn) y esa misma noche, con la gorra del equipo que le había escogido, Ricky manifestó que no descartaba seguir en Europa. Y aquí seguirá, un año más para beneficio de la ACB, del SuperManager y rabia de más de un aficionado verdinegro. Su retorno a Badalona con al camiseta del Barça, el 7 de febrero de 2010, no será muy cordial.

3 comentarios :

Deprisa dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ricardo dijo...

El Barça ha fichado a un jugador que parece muy preocupado por el dinero...

Toni Delgado dijo...

@Cyrano, quedan pocos jugadores fieles a un club. En este caso ni Ricky ni su entorno han sabido gestionar bien la situación.