sábado, 17 de octubre de 2009

El sello propio de Andrés Montes



-->
La gran mayoría de ideas pasan por ser una copia exacta o con otras palabras de lo que se dijo hace siglos, años, meses o días. Incluso a veces creemos aportar algo nuevo sin reparar a que lo vimos en algún sitio. Ser original, tener un estilo y un sello propios es casi una profesión aparte, una cualidad rara y poco usual, especialmente en un mundo tan atosigado de tópicos y términos bélicos como el periodismo deportivo. Andrés Montes (Madrid, 1956-2009) defendía su propia marca, una manera de narrar los partidos que podía gustarte o no, pero que no podías cuestionar que fuese original y diferente. Montes era lo más parecido a un speaker reconvertido a locutor que explica las jugadas, pero que también bautiza a sus protagonistas. A Pau Gasol le llamaba ET porque le parecía un auténtico extraterrestre, a Felipe Reyes, Espartaco –“tiene un par de…”–, a Xavi Hernández como Humphrey Borgart por su precisión y elegancia.

Pese a una tener una larga trayectoria en radio (Cadena COPE, Radio Marca y Antena 3 Radio junto con José María García, entre otros) y ser el icono de la NBA en Canal + junto con Antoni Daimiel y Santiago Segurota, Montes no se hizo realmente popular hasta su fichaje por La Sexta en 2006. Con el Mundial de Alemania de 2006 se convirtió en el personaje del momento. “Yo veía los partidos por Montes. Me daba igual qué equipos jugasen. Los vi casi todos por él”, me dijo en su momento un amigo. Montes llegó a ser más trascendente que el propio evento. Mucha gente estaba más pendiente de sus digresiones con Julito Salinas que de quién llevaba la pelota o quién acaba de chutar a portería.

El baloncesto

Por una vez el locutor pasó generar más interés que los propios protagonistas. Pero el fútbol no era el deporte de Montes, aunque empezase su prolífica carrera retransmitiendo partidos de la disciplina más universal. Montes amaba al baloncesto y el baloncesto le amaba a él. En la Sexta narró el oro de la selección en el Mundial de Japón, la plata del Eurobásket de España –por cuestiones promocionales lo primero que dijo tras la derrota con Rusia fue una alusión a un conocido champú anticaspa– y el reciente oro en el Europeo de Polonia, el pasado 20 de septiembre. Ésa fue su despedida anticipada ante sus seguidores: “Me despido de todos ustedes. Ésta es mi última retransmisión con la Sexta y les voy a decir lo mismo que les dije tres años y pico cuando llegué a esta cadena, ‘La vida es maravillosa’. Un saludo, amigos”.

Su cabeza rapada, su colección de pajaritas y los cariñosos apodos a algunos de los protagonistas en la cancha se colaron en los comedores a oscuras de aquéllos que sacrificaban horas de sueño para escucharle y seguir la NBA en Canal +, algo que no pudimos hacer los que nunca fuimos abonados. Tanto en el colegio como en el instituto tuve compañeros que eran auténticos fans de Montes, al que vi por primera vez en un All Star. Me pareció un tipo exagerado, probablemente porque me había hecho una imagen de él que no se correspondía a la real. Es lo que tiene cometer la imprudencia de hacer quinielas sobre cómo es la gente. No tuve el placer de conocerle, pero no cabe duda de que tenía discurso y sello propios. Algo a lo que tendríamos que aspirar tanto los periodistas como el resto del mundo. Hasta siempre, Andrés.

1 comentario :

FAH dijo...

Buen análisis, me ha gustado, sobre todo la necesidad de "autenticidad" en cada uno de nosotros. Como dicen Ridderstrale y Nordstrom en "Karaoke Capitalism", "vivimos en la sociedad del exceso, con un exceso de empresas parecidas, que emplean a gente parecida, con educación parecida, que hacen productos parecidos, con precios parecidos y calidad parecidad". Ser uno mismo es el sello de la originalidad de la q estamos faltos. salu2.