domingo, 1 de noviembre de 2009

El gol como sedante

Pedro López y Medunjanin aplauden tras el partido -EFE.



“Pochettino quiere quedar bien con la afición, por eso insinuó que quería convocar a Tamudo y que éste no quiso que lo hiciera”, defendía un aficionado ante sus amigos en el tranvía hacia Cornellà, camino del partido de su Espanyol. Un club condenado al sufrimiento o a pensar demasiado incluso en tiempos de bonanza como los que vive ahora, a pesar del empate a última hora del Valladolid (1-1) con un golazo de Medunjanin en el último minuto del descuento, en el 94. El Espanyol y sus seguidores capean como pueden el culebrón Tamudo. El mejor jugador de la historia del equipo blanquiazul es ahora también el mayor estorbo para el equipo y para gran parte de los aficionados, que no dudaron en silenciar a la Curva Jove cuando se pronunció a favor del delantero, presente en el palco. Luis García, curiosamente un amigo íntimo de Tamudo, fue quien adelantó al Espanyol, al que el tanto empeoró. Y, en palabras de su entrenador, recluirse “inconscientemente” en el área.


El asunto Tamudo también estuvo en boca de muchos en la sala de prensa. “Se ha pirado”, decía un periodista. “Están firmando el finiquito”, añadía otro. “Sánchez Llibre se ha ido antes del final del partido. Seguro que ahora está reunido con Pochettino intentando zanjarlo todo", pronosticaba un tercero. “Es un tema un poco tedioso”, zanjó el técnico blanquiazul, que apareció tarde, sin aportar titular jugoso y dijo haberse quedado con “cara de tonto” por el empate al límite del Valladolid. Un resultado justo para los méritos de los visitantes en el último cuarto de hora, cuando generó otras tres ocasiones muy claras de gol, pero injusto en el global del partido, pues el Espanyol había jugado una primera parte bastante buena, pero se dejó sedar por el gol de Luis García en el 50. Un minuto igual de emotivo para el público que el 21, que la grada consumió del principio hasta el final en recuerdo a quien fue el primer capitán en la nueva ubicación del Espanyol en la inauguración ante el Liverpool, el pasado 2 de agosto. Dani Jaque sigue muy presente en el club.


Sin rodeos


Inquieto por las bandas, el conjunto blanquiazul empezó el partido conectado por completo, buscando el gol desde el saque inicial. Le faltó muy poco para conseguir su objetivo en un pase de Iván Alonso interceptado por Marcos, que envió la pelota a córner. Perseveró el conjunto local circulando bien la pelota, con juego vertical y sin concesiones, sin rodeos. Por unas cosas o por otras, siempre encontró la pierna de un defensa vallisoletano o la manopla de Justo Villar, perfecto en el uno contra uno con Alonso.


Una vez más José Luis Mendilibar planteó un partido a todo o nada, con las líneas adelantadas y buscando el contraataque, con la valentía como convicción y la premisa de que en el fútbol se gana o se pierde, pero que el empate no supone apenas nada. Y apenas nada hicieron los visitantes en la primera parte: sólo tiros lejanos y una falta bastante bien sacada por Canobbio, un jugador talentoso pero inconstante del que en Vigo no guardan demasiado buen recuerdo por su parsimonia en la temporada del descenso.


El Valladolid es un equipo de extremos: es uno de los máximos goleadores, pero también de los que más goles reciben. Todo lo contrario es el Espanyol, metido en el grupo de los defensores más brillantes –obtuvo dos empates a cero brillantes en Villarreal y Sevilla– y de los que optimizan los pocos tantos que marcan. El noveno gol en nueve jornadas a punto estuvo de darle el 15º punto al conjunto blanquiazul, pero le pudo la confianza y la tranquilidad, y el Valladolid se animó de golpe en un último tramo en el que pudo marcar varios goles, coincidiendo con la entrada de Iván De la Peña en el campo –“hasta que no deje de intentar todo el rato el pase del minuto 90…”, se quejaba un periodista–. Estuvo cerca de anotar Diego Costa, que aseguró haber recibido un puñetazo en el área pequeña. O Medunjanin nada más salir por Borja en el 82: el bosnio lanzó una falta y estrelló el balón justo en la cruceta; poco después Marcos, sólo en el área pequeña, quien rematase al aire en vez de a la pelota. Ya en el descuento, Medunjanin empataría con un precioso tanto desde lejos. “Ha sido suerte”, describió, casi impasible, el delantero en la zona mixta. “¿Eres feliz?”, le preguntaron. “Uno cuando no juega no está bien. Pero es una decisión del entrenador. Yo simplemente tengo que seguir trabajando”, espetó con cara desangelada, como si el equipo hubiese perdido. Como si para él también hubiese sido un duro empate.


1 comentario :

Nico García dijo...

Vaya puntito sacó el Vallaodlid..
Saludos desde La Escuadra de Mago