martes, 23 de marzo de 2010

Brillante final azulgrana, clemencia del Madrid

Garbajosa, Ndong y Kaukenas luchan por un rebote -EFE.



Por dos veces tuvo el Madrid acorralado al Barça y por dos veces los azulgrana supieron rehacerse y salir del entuerto. Por dos veces los blancos no supieron sacar el máximo provecho de su superioridad para sentenciar un partido que el Barça acabó ganando por 68-61 tras un parcial en los últimos 4m 25s de 11-1 con ocho puntos –dos triples– seguidos de Mickeal (18). El último tanto local lo anotaría, a modo de justo homenaje, Ndong (14), principal agitador de la reacción de los azulgrana entre el final del tercer cuarto y el inicio del último. El Barça dio su primer paso hacia la Final Four de París en un partido muy incómodo, bien jugado y muy mal resuelto por su rival, vencedor en el segundo y el tercer cuarto. Así, los azulgrana se adelantan 1-0 en la serie de cuartos de final de la Euroliga, un paso fundamental en 17 de las últimas 20 eliminatorias, pues el equipo que lo consiguió fue el ganador del cruce. La excepción está en la historia del propio Barça, que pese a perder el encuentro inaugural de la eliminatoria ante el Tau (ahora Caja Laboral) se impuso en el quinto y definitivo partido en el Palau. En los otros partidos, una sorpresa (derrota de Maccabi Tel Aviv en casa ante Partizán por 77-85), un amago de titular (Olympiacos 83-Asseco Prokom 79) y un resultado más o menos previsible aunque demasiado abultado (CSKA Moscú 86-Caja Laboral 63).


Resultó una versión reducida e inusual del Barça, al que le costó mucho reconocerse en la cancha. Tanto padecieron los azulgrana que tardaron una eternidad en capturar su primer rebote ofensivo. Lo hicieron a punto de alcanzarse el minuto 28. Lo consiguió Ndong y fue una capturó importante, pues provocó la tercera personal de Tomic y reducir en un punto la diferencia del Madrid, que había llegado a ser de seis (43-49 a los 25m 40s). El conjunto blanco por fin jugó sin complejos y con convicción, por fin rentabilizó el juego con y para sus pívots, con especial relevancia para Tomic en los primeros compases y Lavrinovic en los siguientes. El juego exterior hace varias citas que es cuestión para Llull (nueve puntos), su jugador más líder y optimista. El más capacitado para revolucionar un partido. Y Llull pudo hacerlo en el inicio del último cuarto con un par de acciones fantásticas. Jugadas que fueron respondidas por Ndong. A 6m 14s Lavrinovic capturó un rebote ofensivo y anotó y el Madrid sólo sería capaz de anotar un punto más tras enredarse en la defensa azulgrana y olvidarse de los valores que le habían permitido estar cerca o por delante en el marcador. Lejos del bonus, los visitantes se alejaron del aro y recurrieron al triple como no había hecho hasta entonces. Una apuesta que sí le salió bien a Mickeal y al Barça, justo lo contrario que hasta entonces (5/25).


Recuperación mental


Hablaba Messina de la recuperación mental, de esa necesidad que por mucho que se intente transmitir al grupo no siempre llega a todos por igual si es que lo hace. Advirtió –y con razón– que prácticamente nadie en Europa confiaba en que el Madrid pudiese ejercer de mosca cojonera y ganar al máximo favorito y en su casa. Añadió el técnico italiano que su equipo tenía que asumir los errores de los últimos dos partidos de los azulgrana. Es decir que los blancos tenían que alcanzar el descanso opositando al triunfo e impedir un segundo cuarto pésimo, 11-22 en la ida de la Liga y 21-9 en la final de Copa. Ahogado por los azulgrana, el Madrid no había encontrado fuerzas ni entereza ni mentalidad para replicar el monólogo del Barça en ambas ocasiones. Pero sí que supo hacerlo en el estreno de la serie de cuartos en la Euroliga, y el grupo de Messina cerró la primera parte tan sólo un punto por debajo (37-36) y con la tranquilidad y satisfacción de haber desconectado la maquinaria azulgrana, que ofrecía una versión reducida y muy normalita de la que había mostrado durante el curso.


Los problemas del Barça comenzaban desde su dirección, pues Ricky había tenido tres chispazos (sus siete puntos), pero no había podido dar velocidad a su equipo. Un cometido que tampoco habían logrado Lakovic y Sada, que priorizaban la rapidez sobre el criterio, la puntería sobre el cerebro. Así, los exteriores locales abusaban el triple –suerte de Basile, 2/3 en ese tiempo– porque a los interiores les costaba demasiado acercarse al aro: ni un rebote ofensivo en la primera parte. Tres acumuló el Madrid, que supo arriesgar menos porque aprovechó como debe a su amplia batería de pívots, empezando por el último en llegar, Tomic y pasando por Lavrinovic, Reyes y Garbajosa. Una rotación en la que, inesperadamente, no entró Velickovic, convertido durante los dos primeros tercios de la campaña en el alumno a quien aconsejar y enseñar por Messina. En las alas Vidal tampoco compareció y Bullock continuó con su rol de jugador irrelevante, pues sólo disputó 3m 27s, en los que perdió una pelota e hizo una personal. Los balones perdidos (8 en la primera parte, 13 en total) eran el principal contratiempo del Madrid, que sólo lanzó seis tiros libres, de los que anotó cuatro por 17/23 de los azulgrana. Con 9/10 de Navarro, que únicamente sumó dos puntos más y continuó con su racha con los triples (¡0/6!).


Ndong y Mickeal supieron surgir cuando el Madrid tuvo el partido en su mano, cuando más le costaba al Barça seleccionar bien y sufría en defensa, su mayor punto fuerte. A los visitantes les quedó el desconsuelo de haber perdido una gran oportunidad tras haberle jugado a los azulgrana como menos les gusta, con un tanteo bajo. Pero también vieron que no estuvieron tan lejos como en los dos últimos partidos (-22 y -19). La moraleja para el Barça –y para cualquier otro equipo– es que no conviene fiarse. Su celebración trasciende al triunfo: su reacción final fue brillante, inversamente proporcional al decaimiento de su rival. Un carácter que los azulgrana no han tenido que sacar demasiado este curso, acostumbrados como están a ganar muy pronto.


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