jueves, 1 de abril de 2010

El Barça vuela a París de la mano de Ricky y Navarro

Navarro y Ricky celebran la victoria en el vestuario -EFE.


Nunca ha escondido Messina que Ricky era prioritario en su proyecto ni que lamente no haberlo podido fichar. Un desengaño que el técnico italiano explica con una teoría sencilla y lógica: cuando dos grandes clubes opositan por el fichaje del mismo jugador el vencedor gana doble, pues no sólo se lleva a la estrella, sino que impide que acabe en el rival. Y Ricky no es una pieza más, es una pieza fundamental en este Barça, que supo sufrir para conseguir la victoria que necesitaba para alcanzar, por undécima vez en su historia, la Final Four, que se disputará en París. Los azulgrana consiguieron el billete de la mano de Ricky y Navarro, ambos con 24 de valoración, ambos decisivos en los momentos calientes de un partido fantástico que ganó el Barça por 78-84 al Madrid. Se cumplió el pronóstico (3-1) de los expertos, que seguramente no habían previsto que los blancos fuesen tan competitivos en el Palau.


Con una acción se consumió un encuentro jugado de igual a igual, con un inicio marcado por ataques casi infalibles –mención especial a Garbajosa con nueve puntos sin fallo en esa fase– y defensas vulnerables. Intentando parar a Lakovic, Tomic y Prigioni se cargaron muy pronto con dos personales. El base argentino se marchó al banquillo pasados los primeros seis y no volvió hasta el descanso. Se perdió el recital de Ricky. Pero volvamos a la acción, a esa imagen a la que nos referíamos: Ricky y Llull frente a frente. Los bases más eléctricos de los dos equipos lucharon por la pelota, una batalla simbólica entre dos compañeros de selección que pudieron compartir vestuario en el mismo club si a Ricky no le hubiese importado utilizar el AVE Barcelona-Madrid. Llull (20 puntos) no tuvo opción y con 78-82 a 39’8 segundos cometería su quinta personal sobre Ricky. Se fue el director madridista con el reconocimiento unánime de Vistalegre, que le tiene como el líder natural y emocional del grupo. Lo es, por mucho que en estos últimos días haya surgido la figura de Tomic, esta vez muy empequeñecido con diez puntos. El pívot croata ya no fue el principal recurso de Messina, sino uno más. Llull fue el máximo responsable que el Madrid llegase al final con opciones.


Velickovic, de tres


Resultó un encuentro delicioso por competido, por ver dos propuestas tan diferentes con un resultado similar. La de Messina era más experimental, pues no era previsible que colocase de tres a Velickovic como antídoto a Mickeal. No porque el serbio no pueda ocupar dicha posición, que suele hacerlo, sino porque Velickovic formaba parte de los desaprovechados del equipo. Inédito en el primer y tercer partido de la serie, logró anular a Mickeal –con cuatro personales a los 22m 10s– y aportar puntos (ocho) y rebotes (seis) en un partido en el que cualquier mínimo detalle se antojaba totalmente decisivo. El 33 del Barça no volvería a la pista hasta a falta de 4m 21s y, precisamente, lo primero que hizo fue sacarle una personal a quien tan bien le había defendido, el olvidado Velickovic, para poner la máxima renta azulgrana del partido (68-77).


Queda zanjado definitivamente el mal fario de Navarro desde la línea de tres, pues en los dos partidos en Vistalegre sumó ocho, tantos como en los dos últimos meses. Triples balsámicos y siempre como respuesta rápida a una canasta del Madrid. El primero llegó veinte segundos después del único acierto desde 6’25 de Bullock, que por fin tuvo más minutos y demostró que aún le quedan años para ser un agitatoallas. Sweet Lou fue el líder del Madrid en el segundo cuarto, período gobernado de principio a fin por Ricky, que lanzó y anotó ocho tiros libres, período con dos parciales extremos: 2-10 y 10-4 a continuación. El base llegó al descanso con 20 de valoración y también fue decisivo al final. Como Navarro con sus triples y Lorbek (14 puntos) y Vázquez (8), certeros debajo del aro y precisos para rebañar rebotes ofensivos fundamentales.


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