sábado, 3 de julio de 2010

Villa y Casillas rompen la barrera de los cuartos de final para España, a la que le espera Alemania

Villa, eufórico, festeja su gol ante Cesc -EFE.


España ya no es España. Privada de suerte y cargada de injusticias ajenas, a la selección siempre le había faltado ese punto de suerte cuando había alcanzado cuartos de final, su maldita barrera psicológica y curricular en un Mundial, pues en 1950 quedó cuarta en una edición sin eliminatorias directas. A esas alturas siempre se había despedido del campeonato mundial con un aroma de polémica y dramatismo. Dos veces Italia, ante la que perdió por 1-0 en 1930 en el encuentro de desempate con un gol con falta previa al portero Nogués, sustituto de Zamora, y en 1994, con Roberto Baggio como verdugo en 1994 y viendo cómo Tassotti le rompía la nariz a Luis Enrique en el área. Tampoco habían sido agradables las otras eliminaciones, en penaltis ante Bélgica en 1986 y Corea en 2002, con los fallos de Eloy y Joaquín. Historias frustrantes que no se repitieron ante Paraguay, vencida por 0-1 en un ejercicio esforzado, extenuante y con esa suerte esquiva en anteriores ocasiones. El tanto lo marcó David Villa, que con cinco goles lidera en solitario la tabla de goleadores, y la sangre fría fue de Íker Casillas, que le paró un penalti a Cardozo –dos minutos después erraría Xabi Alonso otro tras mandarlo repetir el árbitro– y un remate a centímetros a Santa Cruz en el 88. El Guaje acumula cuatro partidos seguidos marcando, lo nunca visto en un Mundial por un jugador español, mientras que Casillas sólo ha encajado dos goles y empieza a ser decisivo. Olvidados y superados los malos recuerdos del pasado, España rememorará su gloriosa final de la Europa en semifinales, donde se enfrentará a Alemania, el combinado que mejor fútbol ha elaborado en Sudáfrica y que hizo añicos a la Argentina de Messi por 4-0 y retrató a Maradona, que se había ganado la antipatía de los aficionados neutrales.

“Hay que tirar adelante y cuantas menos excusas tengamos, mejor”, resolvió Cesc en un análisis perfecto de cuanto se ha escrito sobre la selección. Tentado por el Barça desde hace semanas, el centrocampista del Arsenal fue esta vez el recambio de Fernando Torres, de nuevo intermitente y falto de carrete. Con Cesc se animó un partido lineal, pues un minuto después Piqué cometería penalti a Cardozo, frustrado ante Casillas, a quien Pepe Reina advirtió dónde solía lanzar las penas máximas el jugador: a la izquierda del portero y flojo. Así fue. Y en la jugada siguiente sería Villa el desestabilizado en el área por Alcaraz. No falló Xabi Alonso, pero el árbitro mandó repetirlo porque Cesc entró en el área antes medio metro. Una observación rigurosa que puso nervioso al lanzador, que falló. Pero hubo más: Justo Villar se llevó por delante a Cesc y el colegiado ya no quiso ver nada. En una jugada que podía convertirse en la siguiente acción recordada para siempre en España. En Paraguay no se olvidan del gol anulado a Valdez por fuera de juego de Cardozo, que intenta participar en la jugada.

Pedro, aparición fundamental

La decisión del árbitro revitalizó a España, contagiada por el hambre de Capdevila, soberbio en defensa e hiperactivo en ataque, mejorado también por la entrada de Pedro por Xabi Alonso. El delantero del Barça, situado primero como extremo izquierdo y fundamental en la banda derecha. Él fue quien remató la asistencia de Iniesta. El balón fue al palo y le cayó a Villa, que lanzó con rosca. El Jabulani volvió a golpear en el palo y entró, en una trayectoria con suspense.

Empezó el partido blando, inocente y sin gas. Sin más chica que el ímpetu de Paraguay por desquebrajar la defensa española por tesón, insistencia y fe, los mejores valores de una selección que llevaba ocho años sin comparecer en un Mundial. La penúltima vez lo había conseguido en Francia y quedó encuadrada en la fase de grupos con España, que caería eliminada por perder ante Nigeria (imborrable el fallo de Zubizarreta en el torneo que en el que se despidió como profesional) y empatar a cero con Paraguay, en un partido un penalti monopolizado por Ayala y Gamarra y con Chilavert parándole la mejor ocasión a Pizzi, objeto de un claro penalti. Octavos de final sería el límite de los sudamericanos, que perderían en la prórroga con el primer gol de oro en un Mundial. Blanc resolvió el encuentro más exigido para una Francia que sería campeona y empezaría su época dorada, un tremendo contraste con su situación actual.

La identidad de Paraguay

Paraguay conserva intacta su identidad, la que le permitió quedar por delante de Brasil o Argentina en el grupo sudamericano para llegar a Sudáfrica. Capacidad extrema y coral de sacrificio y orden defensivo, pura muralla, son los valores del combinado de Martino, que compareció dispuesto a llevar a su terreno. Así, cada vez que un jugador español recibía la pelota y levantaba al cabeza se encontraba a dos a tres rivales dispuestos a quitarle la pelota. No importaba en qué posición fuese. Sufrían tanto Villa y Torres como Puyol y Piqué, consciente que al mínimo fallo podía llegar el acierto de Paraguay. A los 20 minutos Alcaraz no llegó a conectar un cabezazo, con Ramos como espectador más cercano. Era un encuentro lineal y que funcionaba como sedante para el espectador.

Se animó España con su motor de creación, Xavi, que lo probó desde fuera del área. Le respondió poco después Iniesta con un recorte fantástico a Morel, que parecía pedir desesperadamente una brújula para no perderse. Avisó de nuevo Paraguay con un no remate en plancha de Santana, la antesala de la primera polémica: el gol anulado a Valdez, exponente y ejemplo extremo para el país, pues alcanzó el camino del fútbol después de una trayectoria difícil en lo familiar y que le llevó a beber más de la cuenta y a dormir en la calle. Valdez marcó tras rematar un centro que quiso jugar Cardozo, en fuera de juego. Reglamento en mano, jugada ilegal.

España jugará por primera vez en su historia disputará las semifinales de un Mundial. La selección intentará seguir haciendo historia. “Paso a paso, primero toca pensar en Alemania. Para nosotros no existe la final”, advirtió Villa, que acumula 43 goles en 63 partidos. El Guaje está a uno del máximo goleador español histórico, Raúl. Hablamos de otros tiempos y otros resultados. España está rescribiendo su historia.

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