domingo, 1 de agosto de 2010

Webber lidera un Mundial comprimido con su triunfo en Hungría y el abandono de Hamilton

Webber festeja su triunfo con el mecánico Daniel Nichols -EFE.


Habrá quien defienda que el reglamento es exagerado y que ciertas normas, sobre todo las nuevas, sólo se revisan, matizan o se suprimen cuando se da la circunstancia necesaria para aplicarlas. Pero más allá de si son acertadas o no, de si tienen razón de ser o son puro capricho de la FIA, tendría que ser obligatorio que los pilotos las conociesen punto por punto, pues forman parte de su profesión. Además, se evitarían muchas sanciones a posteriori, que no benefician para nada la imagen de los culpables y de los sancionadores, y declaraciones y reacciones como las de Sebastian Vettel en el GP de Hungría serían menos comunes. El alemán entró en el pit lane para cumplir el drive through moviendo sus manos en señal de desaprobación, como si le hubiesen estafado. “No entendía por qué me habían sancionado”, dijo después Vettel en la rueda de prensa, igual de molesto, pero conociendo el porqué del castigo: cuando el coche de seguridad se fue estaba a una distancia superior a la de diez coches en relación al piloto que le precedía, su compañero Mark Webber. Un despiste del que Vettel culpó a quienes tenían que informarle por radio de que el coche de seguridad se iba a ir, porque él estaba calentando los neumáticos. “Tenía que haber ganado yo”, resaltó Vettel, que reaccionó como un niño grande incluso sabiendo que la sanción era justa. El alemán se hubiese puesto primero después de que Webber pasase por boxes, pero en cambio bajó hasta la tercera plaza, detrás de Fernando Alonso, al que atacó con tanta insistencia como poco resultado. El GP de Hungría, el último antes de las vacaciones, sirvió para comprimir un Mundial tras su victoria y el desastre de McLaren (abandono de Lewis Hamilton y octava plaza de Jenson Button) lidera Webber con cuatro triunfos.


Calculadora en mano, Alonso –atento en la salida, en la que adelantó a Webber y se puso a rueda de Vettel– está a menos de una carrera del liderato, a 20 puntos. Una distancia modesta con el cambio de puntuación y entre la que están distribuidos los cinco primeros clasificados. El sexto, Felipe Massa, no tiene prácticamente imposible a falta de siete pruebas porque tiene 64 de desventaja. Felipinho acabó cuarto en el escenario en el que el curso pasado casi pierde la vida, en un trazado que siempre se le dio mal: sólo había puntuado dos veces con dos séptimas plazas, en 2006 con Ferrari y en 2002 con Sauber, el equipo actual de Pedro Martínez de la Rosa. Para el catalán Hungaroring siempre será un circuito especial, donde en 2006 consiguió un segundo puesto, el único podio que atesora. En Hungría –“mi talismán”– puntuó por primera vez esta temporada (fue séptimo) y se mostró esperanzado por las grandes evoluciones de su monoplaza, el rival directo de los Toro Rosso, que lamentó la retirada en la segunda vuelta de Jaime Alguersuari, decepcionado por no acabar el GP en el que el año pasado debutó como piloto de Fórmula 1. Por entonces se empezó a hablar de la posibilidad de que Michael Schumacher volviese a la competición como sustituto del convaleciente Massa, pero sus problemas en el cuello se lo impidieron. Ahora forma parte de la parrilla, pero con un Mercedes discreto su regreso es testimonial y no está de acorde con su pasado. En Hungría fue sancionado con diez posiciones en la parrilla de salida en el próximo premio, en el circuito de Spa-Francorchamps (Bélgica). El heptacampeón estuvo a punto de meter en el muro a su ex compañero en Ferrari Rubens Barrichello en una acción que no le impidió ser adelantado y perder la décima plaza. Schumacher perdió la plaza, dañó su imagen y provocó que el brasileño replicase: “Uno que está tres años fuera no hace falta que vuelva para hacer algo así”.


El incidente de Schumacher y Barrichello fue el colofón final a una carrera de nervios e imprecisiones. De pura procesión de los pilotos por cambiar sus neumáticos en la vuelta 16, cuando salió el coche de seguridad para retirar los trozos del morro del monoplaza de Vitantonio Luizzi. En boxes se produjo un efecto dominó de percances y despistes: Nico Rosberg perdió una rueda que acaban de ponerle, a Robert Kubica no le avisaron de que si salía en ese instante se chocaría con Adrian Sutil y el choque fue inevitable. Kubica pudo continuar con dos vueltas perdidas, pero se vio obligado a abandonar después. El más beneficiado resultó Hamilton, que salió antes que Massa y le quitó temporalmente la cuarta posición, hasta que tuvo que retirarse en la vuelta 23. “Noté vibraciones y pensé que eran los frenos”, dijo el que hasta ahora líder de un Mundial que se comprime justo antes de las vacaciones y que tampoco rebaja en su cuota de polémica.

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