jueves, 2 de febrero de 2012

Un documental desde el objetivo y con voz en off


Los buenos cronistas, como los buenos fotógrafos, comparten puntos en común con los futbolistas. Del portero reúnen los reflejos; del defensa, la tenacidad; del medio, la organización; y del delantero, el chispazo, la magia. En Sentiment blanc-i-blau. De Sarrià a Cornellà-El Prat: el camí dels herois, el periodista Quique Iglesias y el fotógrafo Carlos Mira, buenos en sus parcelas respectivas, se han unido para dar vida a una obra que narra y resume en imágenes la historia del Espanyol que va desde la demolición de Sarrià hasta la inauguración del Estadi Cornellà-El Prat y los primeros coletazos del presente curso, con la despedida de Luis García.

Éste es un Espanyol crecido en su orgullo, pese a su traspié en la Copa ante el Mirandés, y quinto en la Liga, en posición de Europa League. Una competición que estuvo a punto de ganar en dos finales muy distintas contra el Bayer Leverkusen y el Sevilla, ante el que cayó en los penaltis, en Glasgow. Una derrota dura de asimilar como dice el gesto torcido de Zabaleta, arrodillado desahogándose con el cielo. De días después es el abrazo entre Luis García y Raúl Tamudo tras salvarse de un descenso a Segunda –impagable la de Luis Fernández en una situación exacta años antes– con un gol a la Real Sociedad a última hora y en el último partido. Un tanto Corominas,  reducido muchas veces a su papel de revulsivo en un club que tuvo que jugar 12 años en un estadio en el que –“ni siquiera las lonas”– eran suyas. A través del texto y de las imágenes cualquier aficionado neutral puede llegar a conectar –comprender y/o entender– a los pericos, a los que Iglesias califica de “indignados del fútbol” para referirse a su convivencia con el Barça.

Sentiment blanc-i-blau es también un homenaje a los aficionados –en este caso a los del Espanyol–  y a su fidelidad. Por eso en la primera foto de la obra ya se destacan dos colores, el blanco y el azul del club, y la grada; en la segunda salen jugadores corriendo en pretemporada y, pasando ya a la cuarta, aparece Iván Alonso sacando la lengua con los brazos hacia atrás y la coleta volando después de un gol. El delantero uruguayo marcó dos de los tres goles -el otro, claro, lo metió Corominas- en Almería que aseguraron otra remontada épica en la segunda vuelta, en la que De la Peña volvió al Camp Nou marcando dos goles y mandó silenciar al que fue su estadio. Un gesto que sirvió de reclamo al Espanyol durante un tiempo para decorar el exterior de su nuevo estadio y que ya no figura entre las fotos escogidas. Sin duda es mejor no caer en los recuerdos sobre otros, sino en los de uno mismo. Y ahí entra la conmovedora estampa del De la Peña manteado por sus compañeros en su último partido antes de la retirada ante el Sevilla o la rueda de prensa donde había anunciado que colgaba las botas porque ya no podía luchar más contra sus lesiones.

Difícil y eterna será siempre la muerte repentina del capitán Dani Jarque, un chaval del que todos habían hablado bien, y al que pocos días después de la inauguración del Estadi Cornellà-El Prat se le paró el corazón en Coverciano (Italia). Las fotos en su recuerdo son respetuosas: un partido, lágrimas tras una derrota –posiblemente la final de Glasgow–, una pancarta gigante con su rostro y un “No te olvidaremos”... Ninguna imagen de las camisetas y los objetos que dejaron en el estadio los aficionados ni tampoco del gesto de Iniesta. Este último olvido no se acaba de entender.

Sí que es comprensible e incluso gracioso que Iglesias y Mira hayan pactado dedicar imágenes a jugadores que resultaron pufos de verdad, como el japonés Nakamura, Costa -el de las butifarras a su afición- o Lola. Pero también se encuentran a faltar en esta exposición simbólica a jugadores carismáticos como Juan Eduardo Esnáider o Florin Raducioiu, del que sólo se sale el primer apellido en la camiseta de un pequeño aficionado. Una imagen cargada de nostalgia y de dolor: un grupo de pericos cogiendo trozos de césped de Sarrià después del último partido jugado antes de su demolición ante el Valencia.

En el libro se trata con admiración y respeto a Tamudo, que no tuvo un adiós amable del club e Iglesias no se moja cuando recuerda que apenas quedan jugadores en el primer equipo desde que Mauricio Pochettino estampó su firma como entrenador en enero de 2009. Tras la salida de Kameni al Málaga sólo sobrevive el portero Cristian Álvarez, que este año es el capitán.

Los textos no funcionan como pies de foto más largos o como texto de complemento, sino que son algo más: tienen un tono de documental que hace que el lector pueda imaginárselos leídos por una voz en off. En definitiva, Sentiment blanc-i-blau es una obra con muchas historias que seguramente emocionen al perico, acerquen al seguidor neutral y enfaden con más de un comentario al que siga al rival histórico.     

Título: Sentiment blanc-i-blau. De Sarrià a Cornellà-El Prat: el camí dels herois. Textos: Quique Iglesias. Fotografías: Carlos Mira. Editorial: Ara Llibres. Valoración: 3.5 sobre 5.

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