lunes, 11 de junio de 2012

Nadal alcanza su séptimo Roland Garros para superar la marca de Borg

Nadal y Pau Gasol, abrazados tras la final - AP. 


Les separan 30 centímetros y les une una gran amistad desde que se conocieron en un anuncio y sobre todo después de compartir varias jornadas en los Juegos Olímpicos de Pekín. El abrazo entre ambos no sólo una instantánea entrañable, sino un gesto entre dos de los mejores deportistas españoles de la historia. Vestido de calle, Pau Gasol acogió a un Rafa Nadal muy emocionado por haberse llevado su séptimo Roland Garros, superando la marca del sueco Bjorn Borg  ante el rival con el que había perdido de forma consecutiva las últimas tres finales de Grand Slam consecutivas. “Mentalmente era complicado afrontar ese precedente”, reconoció Nadal tras batir a Novak Djokovic un día después de que comenzase la final, suspendida por la lluvia, cuando el serbio, más suelto con la pelota más pesada, había logrado encadenar ocho juegos seguidos a su favor. Con 6-4, 6-3, 2-6 y 1-2 a favor del balear se reanudó el partido. Nadal se puso las pilas, empezó haciéndole un break al serbio, ganó cuatro  juegos con su servicio –dos en blanco– y acabó con otra rotura ante un Djokovic roto que cedió el torneo con una doble falta: 7-5. 

“Quizás haya sido mi mejor temporada de tierra”, reconoció Nadal, que venció en Montecarlo, Barcelona y Roma sin ceder ni un set, y que sólo concedió uno en la final después de alcanzarla habiendo cedido tan sólo una vez su servicio. Números casi inmejorables, sólo empañados por su pronta eliminación en el Másters de Madrid, donde la pista no estuvo a la altura de las circunstancias. Entonces acabó enfadado, nada que ver con su reacción en una Philippe Chatrier prácticamente llena en un día laboral. Era la cuarta vez que Djokovic y él tenían que continuar una final al día siguiente y la primera desde 1973 que Roland Garros no concluía el domingo. Todo por culpa de la lluvia y de las nubes. El sol hizo acto de presencia en el último juego para iluminar a un Nadal al que le brillaron los ojos, que se saltó el protocolo para ir a abrazar a su familia y a su amigo Gasol. Es un deportista modélico como demostró en su discurso: “Para mí es un privilegio jugar contra el número uno”, dijo mirando a Djokovic, mientras éste estaba casi ausente. 

Djokovic, desquiciado 

Nadal sacó de nuevo la versión más infantil del serbio, capaz de controlar sus impulsos el curso pasado y que en el sexto punto tras la reanudación ya se estaba dando raquetazos tras un error. El domingo, después de un break de Nadal destrozó de otro raquetazo su banquillo. Entonces Había perdido 6-4 la primera manga y cedía 4-3 en la segunda. Fue entonces cuando el serbio advirtió que lo mejor era suspender el partido porque chispeaba. La organización le hizo caso. 

Tras el forzado descanso Nadal se llevó el segundo set y se puso 2-0 en el tercero, antes de encajar un 0-8 y de desencajarse porque no se parase el partido por la lluvia: “¡La pista es la misma que hace una hora y entonces no hemos parado!”. Antes de la segunda y última suspensión ganó el último juego ante un Djokovic que tenía ventaja con la pelota llena de arcilla: metido más en la pista los restos de su rival le llegaban a la altura de la cintura. Poco tendría que decir el serbio el día después para impedir que Nadal se coronase por séptima vez campeón en Roland Garros, para que impidiese que batiese la marca de Borg y para que sumase su undécimo Grand Slam. 

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