miércoles, 1 de agosto de 2012

Mireia Belmonte se libera con la plata en los 200 mariposa

La nadadora de Badalona logra su primer metal olímpico para estrenar el medallero de la delegación española

Mireia Belmonte, emocionada tras recibir la plata en manos de Popov - Reuters. 


Dicen los pianistas que gran parte de cómo les irá el concierto depende de cómo saluden al público. Si lo hacen muy tensos es muy posible que la cosa vaya rematadamente mal. Una teoría que ha funcionado también con la puesta en escena de Mireia Belmonte (Badalona, 1990) para describir su rendimiento en sus dos primeras finales olímpicas. En la primera, en la de los 400 metros estilos apareció con los cascos, refugiada en las gafas y la toalla, y mordiéndose los labios. Pasó tercera en los primeros 100 metros, los de mariposa, y se desfondó hasta acabar octava y última. Apenas tuvo fuerzas para hablar con algunos medios. En cambio, en su segunda final, la de 200 metros mariposa, Mireia parecía otra: estiraba los brazos, tenía la toalla en el cuello como si fuese una bufanda y se sacó una botella de agua del bolsillo con cierta parsimonia, concentrada, quizás convencida de sus posibilidades. Y una vez en la piscina no se reservó, arriesgó al límite: segunda tras los primeros 50 y primera hasta los últimos 20 metros, los que le sobraron para perder el oro, que sólo pudo arrebatarle la china Jiao Liuyang con el récord olímpico (2:04.06). No se vino abajo Mireia, capaz de resistir lo suficiente como para ser plata (2:05.25, nuevo récord de España) por delante de la japonesa Hoshi (2:05.48), que atesoraba la mejor marca del año. Un metal con un valor doble para ella y para la delegación española: Mireia tiene ya su medalla olímpica y España se estrena en el medallero después de un carrusel de sinsabores.

Coqueta, Mireia se peinó el pelo a la espera de recibir su medalla en manos de uno de los mejores nadadores de la historia, Alexander Popov, el eterno ruso al que nadie pudo parar, ni tan siquiera un loco que le apuñaló. Mireia también ha recibido muchas puñaladas, puñaladas simbólicas de periodistas que destacaban que sólo se crecía y era grande en piscina corta o en competiciones discretas. Ha dado un carpetazo a sus temores y al estrés gracias al trabajo constante con un psicólogo y al apoyo de su entrenador, Vergnoux, del Club Natació Sabadell, que le instó a viajar en abril al Open de Londres para nadar en la piscina de competición. Para meterla en situación antes de verse en ese momento. Y en su quinta prueba en Londres tuvo una actuación memorable: Antes de venir de venir aquí hablé con Nina [Zhivanevskaya], mi madre en la natación y es un honor compartir medallero español con ella”. El honor es tener un medalla olímpica. Nina logró un bronce en los 100 metros espalda en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000. Desde entonces la natación española, que ya tiene cinco metales (David López-Zubero en Moscú 80 en 100 mariposa, Sergi López en Seúl 88 en 200 braza y Barcelona 92 con el único oro, de Martín López-Zubero en 100 espalda), estaba en blanco. En silencio en una cita olímpica.

Madurez

Londres era el gran objetivo, su meta a largo plazo meses antes de los Juegos Olímpicos de Pekín, como le explicaba a este periodista en el CAR de Sant Cugat, mientras la fotógrafa le decía que señalara a un cartel que había colocado en la pared sobre los Juegos. “Voy a hacerlo lo mejor posible allí”, reflexionó, “pero mi reto a largo plazo, donde tengo que estar mejor es en Londres, en Londres 2012”. Con ese comentario demostró su madurez, entonces tenía 17 años y se cansó de recibir elogios y hacer entrevistas, además de compartir fotos con Ricky Rubio. Una pareja de jóvenes prodigio.

A Mireia Pekín le sirvió para probar la experiencia de los Juegos Olímpicos, aunque no llegase a ninguna final en su año de gran eclosión, después de aterrizar con cuatro metales en el Europeo de Eindhoven y el Mundial de Manchester, además de batir varios récords. Su sueño era una medalla olímpica. Y en Londres, preguntada sobre qué sentía al tener una plata en su cuello, al ver su sueño hecho realidad: Me siento confusa, todavía no me lo creo, es un cúmulo de emociones importante. cuando consigues un sueño no sabes cómo reaccionar. Tendré que partir la medalla en 1.000 pedazos, entre todos los que me han ayudado”. Seguro que uno sería para Pablo Sudoku, que le dedicó una canción, Rap Mireia Belmonte, la que encabeza la lista que recomienda la nadadora en su web. 


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