domingo, 29 de septiembre de 2013

La picaresca de Rui Costa le vale un arcoíris


El ciclista portugués arrebata el oro en el Mundial de Florencia en ruta a Purito, plata y descontento con la actitud de su compañero Valverde, bronce 

Purito, Rui Costa y Valverde, en el podio - AFP. 

Hasta esas palabras que pretenden desestabilizar a su receptor, pero que que a éste le entran por una oreja y le salen por otra, pasan muchas cosas. Hasta que Purito Rodríguez mira hacia atrás y comprueba que solo le sigue Rui Costa, al que había dejado plantado metros antes, hay más de siete horas de una carrera repleta de caídas y con la lluvia como gran peligro hasta casi al final. "Le hablé a Rui Costa en el último kilómetro para intentar ponerle nervioso", reconoció Purito, "pero tiene mucha seguridad en sí mismo
y fue imposible". El portugués, que corre para el Movistar y acaba de firmar por el Lampre le dejó con la miel en los labios y sin oro en el Mundial de Toscana de ruta, en un breve y poco competido sprint final. Purito no tenía más fuerzas y fue inconsolable en el podio y muy crítico después con la actuación de su compañero Alejandro Valverde, bronce: "Yo creo que lo he hecho perfecto. ¿Por qué no hemos ganado? Eso tienes que preguntárselo a otro. Teníamos mayoría, el hombre más rápido (Valverde) y el más fuerte, yo. Yo creo que lo he hecho perfecto. Salir a rueda de uno y otro, eso no cuesta... ¿La plata? En un Mundial lo que vale es ganar". Purito se refería a que Valverde no se movió cuando Rui Costa se fue a por él, a kilómetro y medio. Cuestión de versiones, pues Valverde se defendió diciendo que no tenía más piernas para evitar que el portugués tratase de frustrar el enésimo cambio de ritmo de Purito, el que parecía que iba a vestirle con el maillot arcoíris. Un botín que fue para Rui Costa, que había reservado fuerzas hasta ese instante.  

Lo cierto es que el portugués fue el más listo y pícaro de los cinco últimos supervivientes de una carrera que empezaron 208 corredores y solo acabaron 61. Por el camino se habían quedado ilustres como Evans, Wiggins, Cavendish, Roche, Daniel Martin o Samuel Sánchez. Y con su fogonazo en la décima y última ascensión al Fiesole, Scarponi eliminó a tres candidatos a medalla como Cancellara, Sagan y el defensor de la corona, Gilbert. Scarponi había trabajado para Nibali, muy entero para recuperarse de una caída, remontar -aunque de forma ilegal, detrás del coche de su selección- y lanzar un ataque seco al que respondió Purito. Ambos cogieron unos segundos de ventaja con respecto a Rui Costa, Valverde y Urán, que se cayó en el descenso. Quedaban cuatro para tres medallas y Purito, desatado, se fue a por el oro. Nibali se enfadó, por no darle relevos, con los otros dos rivales, a los que les acabó llevando hacia el escapado. Pero a Purito todavía le faltaba una bala y disparó. Hizo un amago de haberse equivocado con un pequeño ataque de fogueo y quiso rematar a 2'3 kilómetros del final. Durante 800 metros ninguno de los tres perseguidores se movió. Y quien lo hizo fue Rui Costa en una curva. Valverde, el ciclista con más metales en un Mundial con cinco -tres bronces y dos platas-, dijo haberse visto sorprendido por el ataque de su compañero en el Movistar y entendió que Nibali "ha hecho el amago de ir a por él y se ha parado y cuando he querido reaccionar ya me llevaba 10 metros".

¿Qué hubiera pasado si Valverde hubiese seguido a Rui Costa? Es posible que el relato hubiese sido otro. Quizás el portugués se hubiese frenado para no servir de lanzador al murciano, el más explosivo en el sprint, y ganase el oro Purito. O que Rui Costa hubiese ganado a todos igualmente. O que Nibali hubiera presentado más batalla. O que Valverde hubiese ganado con la gorra. El seleccionador español, Javier Mínguez lo tuvo claro: “El oro era nuestro y lo hemos perdido. Valverde tenía que haber salido hasta a por el motorista”. El arcoíris había sido para el más sigiloso y pícaro, un Rui Costa que aguantó entero tres cuartas partes del himno de Portugal en el podio hasta que rompió a llorar de alegría: "Esto significa toda una vida. Todos los esfuerzos que se han hecho hasta aquí. Es algo que un día soñé, pero llevarlo a cabo es muy difícil". Una frase que podía haber firmado Valverde, que le birló el bronce a Nibali, o Purito, deshecho porque en poco más de un año ha rozado con las yemas de los dedos un Giro, una Vuelta y un Mundial.

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