sábado, 27 de septiembre de 2014

Sergio Llull como estado de ánimo

El base se viste de MVP para arrebatar la Supercopa a un Barça sin rumbo (99-78) 

Sergio Llull celebra una canasta - Foto: ACB Photo. 

Coleccionista casi enfermizo de zapatillas de colores y diseños diferentes, Sergio Llull (Maó, Menorca, 1987) es un estado de ánimo: activa a sus compañeros, no se esconde y se define como alguien muy valiente. No se pierde en excusas y asume las responsabilidades que le corresponden por ser uno de los referentes del Madrid. Las piernas le funcionan, como mínimo, al mismo ritmo que sus ocurrencias y no se para a fijarse en las estadísticas. Por eso se le critica cuando sigue intentándolo las jornadas cuando no está
nada acertado (a veces su nervio le hace perder el norte) y se le encumbra cuando es imparable y viste de MVP (21 puntos), como fue el caso ante un Barça sin rumbo, golpeado sin descanso (99-78) por un rival afinado (13/23 en triples por los 7/27 de los azulgrana) y por sí mismo. Por tercer año consecutivo, el conjunto de Pablo Laso empezó el curso ganando la Supercopa ACB, e iguala las cuatro del Baskonia. El Barça tiene cinco. 

No dieron los azulgrana con el antídoto para frenar a Llull, imparable en un primer cuarto (29-14) que resultó una losa para el Barça. Dejó tanto terreno al Madrid, que a Rudy y a Llull les hubiese tiempo de saludar a la grada antes de enchufar sus triples. La puesta en escena de Llull resultó intachable, tan desgarradora como la de un cantante de rock que se presente con su mejor hit: hizo cuanto quiso con Huertas y Satoransky, metió 15 puntos en esos primeros 10 minutos y descompuso a un rival en el que sólo anotaba en la pintura con Tomic. Huertas fue el único exterior en meter una canasta en ese período.

En bandeja

El Barça le sirvió en bandeja al Madrid esos contraataques que tanto le agradan: perdió hasta 16 pelotas (la mitad de la tripleta Navarro-Huertas-Satoransky). La Bomba (2/8 en tiros) no pudo frenar a Rudy y apenas tuvo un par de chispazos. Marcelinho tiró poco y, aunque supo encontrar a Tomic en la recta final, extravió tres balones infantiles. Satoransky tampoco supo dirigir a un equipo que echó de menos a un Doellman muy tieso, en contraste con un Bourousis excelso en todas las facetas del juego, incluso desde más allá de 6'75 (3/4). 

Con la aparición en el segundo cuarto de Thomas, negado ante el Baskonia, la constancia de Lampe y las únicas canastas de Doellman y de Pleiss, el Barça se acercó (40-36 a los 17m 52s), pero volvió a perder la brújula. Esta vez fue Navarro quien se equivocó con dos asistencias para nadie. Dos regalos para Ayón. Otro nuevo fichaje, Campazzo, remató con un triple lanzado con tan poca oposición como los de otros recién aterrizados en Madrid, Nocioni y Rivers. La jugada que resumió la actitud de unos y otros no fue el tiro, en el último aliento de la primera parte y con el jugador chocando las manos con un comentarista de televisión mientras se iba al vestuario, sino cualquiera de las contras del Madrid o el enésimo rebote ofensivo de Reyes, con Oleson llegando un segundo (o dos) tarde. A los azulgrana les faltó tiempo desde el principio, para suerte de Llull y del Madrid, por cuarta vez campeón de la Supercopa ACB.    

MADRID 99 (29+20+22+28): Llull (21), Rudy (17), Carroll (4), Ayón (8), Mejri (0) –quinteto inicial-; Rivers (11), Nocioni (7), Campazzo (3), Maciulis (0), Reyes (7), Rodríguez (6) y Bourousis (17). BARÇA 78 (14+25+20+19): Satoransky (5), Abrines (8), Oleson (8), Doellman (4), Tomic (17) –quinteto inicial-; Huertas (8), Navarro (7), Pleiss (4), Thomas (9), Lampe (8), Nachbar (0).

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