Sánchez festeja su triunfo en la prueba en ruta de los Juegos de Pequín -AFP. |
Cerró los ojos y se dijo “¡hasta el final sin parar!”. Con la Gran Muralla de fondo, Samuel Sánchez (Oviedo, 1978) apretó los dientes y se fue a por Aleksandr Kolobnev, el único que tenía por delante a tan sólo 50 metros del final, tras casi seis horas y media de tortura y 245 km. de recorrido. Samu respondió al sprint del ruso con naturalidad y con una suficiencia inesperada. Le rebasó por la derecha, mientras por atrás insistían Davide Rebellin, perro viejo de 37 años, y Fabian Cancellara, ciclista impagable, probablemente el mejor contrarrelojista del momento. Poco importó: Samuel Sánchez, el supuesto gregario del grupo español, se llevaba las manos al casco, se santiguaba, miraba al cielo, hacia su madre: era el nuevo campeón olímpico del mundo de ruta.
“Cuando he cruzado la línea de meta no sabía qué hacer, si tenía que saltar o no. Hasta que no hable con los amigos de toda la vida, con mi mujer y con la gente que me quiere no me daré cuenta de lo que ha pasado”, explicaba, emocionado, el asturiano, que subió al podio casi tres cuartos de horas después de haber cruzado la línea de meta. Apenas pudo dar tres pasos seguidos sin que nadie le interrumpiese. Le abrazó Alejandro Valverde, el gran favorito por ser uno de los mejores en clásicas y pruebas de un día. Le estrechó la mano el otro gran el simpático Paolo Bettini, que no pudo defender su título de campeón olímpico y se lo tomó a guasa: preguntando con gestos si había sido primero o segundo. Le felicitaron Carlos Sastre y Alberto Contador, nada más y nada menos que los últimos ganadores del Tour y Giro, que no acabaron la prueba, como Óscar Freire, el tricampeón del mundo infravalorado.
“La carrera más rentable”
“Ya tocaba, ya tocaba… Siempre segundo, siempre cuarto”, resumía Sánchez, que seguramente revivió cómo se quedó a un suspiro de la medalla de bronce en el mundial de Stuttgart de 2006, un premio que le arrebató Valverde, o cómo Dani Doreno le ganó la que podría haber sido su tercera Escalada a Montjuïc por tan sólo dos segundos. Pero esta vez Samu no se dejó sorprender y aparcó su rol de hombre que siempre se había quedado a las puertas del éxito. Esta vez no dejó escapar la oportunidad y se convirtió en el primer medallista español en la prueba de ruta: “Ser campeón olímpico es quizá la carrera más rentable para un ciclista, porque la ganas un día y la disfrutas cuatro años”.
A la hora de la verdad del conjunto español sólo respondió. Con Óscar Freire y Contador ya retirados, sólo resistió Sánchez, que atacó con frialdad y supo colocarse en el grupo de los que se jugarían la victoria, en el que no estaban ni Valverde ni Bettini. Tampoco Sastre, que había hecho una labor impagable tirando del pelotón. Ni Fabian Cancellara, en unos últimos kilómetros sensaciones consiguió conectar con el grupo y ganar un bronce impensable. Una exhibición que volvió a demostrar que su apodo de Espartaco le viene al pelo: es un fuera de serie. Este año ganó la Milán-San Remo tras 296 km. en sus piernas, a falta de dos para el final. Hasta entonces, hasta los ataques de Andy Schleck –probablemente un futuro ganador del Tour– y las réplicas del propio Sánchez, la carrera había sido relativamente tranquila, por más que el boliviano Horacio Gallardo y el chileno Patricio Almonacid, llegasen a acumular más de once minutos de ventaja. Era un intento más propio del ciclismo más primitivo o de una etapa irrelevante de una gran vuelta. En una carrera de un día, y más en unos Juegos Olímpicos, no existen esas concesiones.
Tercero en la Vuelta de 2007
Sánchez tiene cara de vasco: en Euskadi se ha formado deportivamente y desde 2000 forma parte del Euskaltel, con el que ha renovado hasta 2010. Samu reconoce que allí se celebran más sus triunfos porque no puede competir con Fernando Alonso. Hasta su gran triunfo en Pekín –“el recorrido ha sido espectacular, pasar por la ciudad prohibida, la plaza de Tiananmen, ver la Muralla China…”- sus dos grandes méritos habían sido su segundo puesto en la clasificación UCI Protour en 2006 y un tercer puesto en la Vuelta del año pasado. En la prueba española demostró cuál es una de sus grandes virtudes: en la última semana se siente perfecto. Así que en 2007 logró sus tres triunfos de etapa en las seis últimas citas: en Granada tras un gran descenso en Monachil y batiendo al sprint al Triki Beltrán, en el Alto de Abantos, tras superar a Dani Moreno con autoridad, y en la última contrarreloj, en la especialidad de Cadel Evans al que le robó el tercer puesto de la general.
Problamente el 13 de julio de 2003 Samu vivió el momento más complicado de su carrera deportiva: llegó fuera de control en la etapa de Alpe d'Huez, que ganaría su ex compañero Iban Mayo. Sánchez se propuso no volver al Tour hasta que no estuviese preparado, y hasta este año no se decidió. En la último crono le arrebató la séptima posición de la general a Valverde. Días después no pudo disputarle el triunfo en la Clásica de San Sebastián, en la que se sintió espléndidamente. “Sabía que llegaba bien a Pekín”, confesó Samu, que no dudó en responder el ataque de Kolobnev: “Venía a tope, empecé a bajar piñones sin atascarme”. Y ganó el sprint más importante. Es campeón olímpico.
Vaya grito pegué gracias a Samu. Muchos lo situaban como la última opción de España, pero estaba claro que era la segunda, pues además el circuito parecía llevar su nombre. En la crono, pues Cancellara como no imponiendo su ley, la del mas fuerte.
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