jueves, 2 de octubre de 2008

Extraordinaria victoria de Alonso en Singapur

Alonso festeja en el podio su 20ª victoria en la Fórmula 1 -EFE.

Lo extraordinario suele relacionarse con lo sobrenatural y lo místico. Algo es extraordinario cuando está “fuera del orden o regla natural o común” según la RAE. No hay dudas de que la actuación de Fernando Alonso (Oviedo, 1981) en el GP de Singapur fue extraordinaria. En los anales de la Fórmula 1 quedará que el bicampeón ganó la primera prueba nocturna de la historia, algo que ni tan siquiera el más optimista de sus seguidores soñaba 24 horas antes, cuando el R28 volvió a dejarle en la estacada. Esta vez se rompió la bomba de gasolina en la Q2, cuando Alonso iba a lograr mejorar el tiempo de Lewis Hamilton, que pasó el corte en la última plaza disponible. El británico sopló de alivio y rozó la pole. Alonso, simplemente, se descargó: “La carrera se ha acabado. Saliendo tan mal ni tan siquiera un safety car nos podría ayudar”, decía, desconsolado. Un día después su discurso era otro. “Como en los viejos tiempos…”, se congratulaba en la sala de prensa. Acababa de lograr su 20ª victoria en el Gran Circo, su triunfo más estrambótico. El día que Ferrari volvió a demostrar que de aquel equipo fiable y casi infalible no queda nada. Está perdiendo prestigio con episodios tan lamentables como el de Felipe Massa y la manguera. Sus fallos se encuentran enmarcados en el Mundial con más incidentes en boxes de siempre. Nico Rosberg y Hamilton, segundo y tercero respectivamente, completaron el podio. El británico refuerza su liderato con 84 puntos, siete más que Massa cuando sólo quedan tres pruebas.

Son muchos los que han calificado de milagroso el triunfo de Alonso en la noche asiática, entre casi 1.500 luces artificiales. Definirlo así es restarle méritos a Alonso, que en un circuito en el que adelantar es poco más que improbable hizo toda una demostración de habilidad y pundonor. Saliendo 15º, carambolas al margen, acabó primero. El asturiano mejoró 14 puestos, que representa la octava remontada más importante de la historia, la tercera más significativa en los últimos 25 años, tras la de Rubens Barrichello en Alemania (2000) y Raikkonen en Japón (2005). Lejos queda el récord de John Watson, que en 1983 ganó el GP de Estados Unidos Oeste tras partir 21º. Una marca que seguro que no se producirá esta temporada porque desde junio compiten 20 coches después de la retirada de Super Auguri.

Sprint de ciclistas

En la salida, que parecía más un sprint de ciclistas que el inicio de una carrera de coches, Alonso partió por la zona limpia y adelantó hasta tres posiciones. Ya era 12º. Tuvo suerte con el accidente de su compañero Nelsinho Piquet, que hizo necesaria la presencia del coche de seguridad. Y más: tanto Nico Rosberg como Robert Kubica, ambos por delante de Alonso (el único que había repostado), se vieron obligados a entrar en boxes cuando no podían y fueron sancionados con un stop and go. Y aún más: poco después, en la 16ª vuelta, se produjo el error que le puede haber costado el campeonato a Ferrari. La organización declaró abierto el pit lane y Massa y Kimi Raikkonen fueron a repostar. La extravagancia de la escudería de utilizar el semáforo y no la piruleta para indicar al piloto que está todo listo y puede continuar le salió cara. El mecanismo falló y Massa (¿puede tener más mala suerte este hombre?) se llevó la manguera varios metros. Pudo seguir, pero le sancionaron por esa temeridad y sólo pudo ser 13º.

Tras el incidente de Massa, Alonso era quinto, tercero tras el castigo a Kubica y Rosberg. Y, finalmente líder, en la vuelta 31, tras ir a repostar primero Giancarlo Fisichella y después Jarno Trulli. El asturiano no iba el primero en una carrera desde el último GP del año pasado en Brasil, de ingrato recuerdo para él y, por extensión, para McLaren y Hamilton.

Pudo cambiar el desenlace en la cuarta vuelta con el accidente de Raikkonen, que acumula cuatro pruebas sin puntuar. Un desastre para el actual campeón del mundo. Apareció el coche de seguridad, pero Alonso no tuvo problemas en distanciarse de nuevo de sus perseguidores, Rosberg y Hamilton. Ninguno de los dos pudo ni quiso seguirle para no arriesgar. Y Alonso, más de un año después de su última victoria, tras su éxito en Monza pudo volver a celebrar algo. Se golpeó el pecho, hizo sus particulares pajaritos: volvió a recuperar viejas sensaciones. “¡Vaya suerte he tenido! Este triunfo me compensa por todo lo malo”, resumió el asturiano. La victoria ha compensado su sufrimiento en un año complicado y puede que le haga confiar en Renault y continúe en la escudería francesa. Es el coche que más ha evolucionado en los últimos meses y Alonso acumula 20 puntos en las tres últimas citas, más que nadie, más de la mitad que en el resto del curso.

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