domingo, 30 de noviembre de 2008

Eto’o abre la lata, Messi sentencia

Eto'o besa a Messi para celebrar su gol ante el Sevilla -EFE.


Dicen que el gol ni se ensaya ni se enseña, que es una aptitud con la que se nace y responde a la combinación de suerte, talento y puntería. “Y de insistencia”, suele suscribir Samuel Eto’o (Nkon, Camerún, 1981), junto a David Villa el goleador más fiable de la Liga española, un reconocimiento casi unánime que le ha costado años lograr. En el nuevo Barça de Guardiola, primero y máximo goleador del torneo, Messi es el líder oficioso y Eto’o, el pasional. En el Sánchez Pizjuán ante el Sevilla (0-3) ambos reafirmaron sus papeles en el equipo de referencia del momento, que se encuentra varios pasos por encima del Real Madrid, perdedor 3-1 ante el Getafe y que queda a seis puntos. La goleada del conjunto azulgrana ante el grupo menos goleado hasta ahora empezó con un gol del camerunés el 14º en 13 partidos, y se cerró en los últimos instantes con dos genialidades de Messi, para muchos el mejor jugador del mundo.


“Soy uno más. Sólo intento ayudar al equipo”. Eto’o zanjó con un tópico un elogio de un periodista que le instó que había recuperado siete pelotas. Un dato inusual para un delantero que resume su constancia y ambición en el campo. El camerunés siempre ha antepuesto pragmatismo y velocidad por encima de filigranas y cuestiones más superficiales. Como ratificó en la acción del gol, Eto’o sabe estar en el sitio adecuado en el momento preciso: resolvió con un toque tan duro como sutil un rechace en el área, tras una asistencia de Xavi para Alves que rebotó en un defensa y le cayó a los pies.


“Están a un nivel superior”


“Es un asesino del área”, había avisado horas antes del partido el ex azulgrana Fernando Navarro, que tuvo que intentar frenarlo en la segunda mitad, cuando el camerunés pasó a la banda derecha y el Sevilla no tuvo ni una ocasión de gol. “Nos hemos agotado físicamente en la primera parte. Podíamos haber llegado al descanso con ventaja”, convino, desmoralizado, el presidente sevillista, José María Del Nido. “Están a un nivel superior al resto”, prosiguió para reconocer que su equipo se había rendido al monólogo del Barça, a la presión de Eto’o, que vio la quinta amarilla y se perderá el próximo partido ante el Valencia, y a la plasticidad de Messi.


El gol de Eto’o fue una consecuencia lógica de la insistencia del Barça, con Alves espléndido por la derecha en su retorno al campo del equipo que le dio la oportunidad de jugar en Europa. Con Henry buscando una y otra vez diagonales para pegarle de rosca: una jugada exacta a la que hacía en el Arsenal o con Francia, pero que en pocas ocasiones le ha funcionado en el Barça. Y con Messi angustiado por el duro marcaje de sus rivales. Tan sólo Piqué parecía descolocado, perdedor siempre ante Luis Fabiano y Kanouté. La pareja titular del Sevilla, que acumula 88 tantos en Liga en tres temporadas, se deshizo del defensa catalán por zancada y físico. Tanto el brasileño como el maliense pudieron marcar. El primero lo tuvo cerca hasta en tres ocasiones, la última, la más clara pasó cerca del segundo palo de Valdés. Kanouté, mientras, reclamó un penalti (precisamente de Piqué) y remató al palo un servicio de Adriano, muy activo por la izquierda.


“La pelota ordena a los equipos”


Tras el descanso se pasó de un partido parejo a un encuentro completamente desequilibrado. “La pelota ordena a los equipos”, resumió el técnico azulgrana Guardiola. Era su titular para describir el dominio absoluto del Barça en la segunda mitad, en la que regañó a Messi por perderse en demasiados regates y no pasarle a Henry, completamente solo. Era cuestión de tiempo que el 10, obsesionado en resolver él solo, acabase logrando su objetivo. No hay nada más interesante que un genio tenaz. Y Messi lo es. Sólo cabe observar sus dos goles. Primero se acomodó con la cabeza una asistencia de Xavi (también con la testa; asiste de cualquier forma, su reconocimiento popular quizás se queda corto) y remató cuando lo normal hubiese sido seguir avanzando. Palop ni se molestó a tirarse. El gesto del argentino corriendo al banquillo para abrazar a Pinto, el portero suplente, enfatiza la unión del grupo. Después, ya en el descuento, Messi aprovechó un pase de Hleb y superó al portero del Sevilla instintivamente. Ni tan siquiera miró hacia la portería: sabía donde estaba y tiró: gol. La Pulga lleva nueve goles en la Liga.


Acomplejado en el Camp Nou por el Getafe de Víctor Muñoz y Albín, el Barça salió reforzado ante el equipo que marcó el final de su última etapa gloriosa. El grupo campeón de Rijkaard, ganador de dos Ligas y de una Champions, quedó retratado ante el Sevilla en agosto de 2006, en la Supercopa de Europa celebrada en Mónaco. Contra el mismo rival, esta vez en el Sánchez Pizjuán, empezó una trayectoria lamentable en Liga en el tras perder 2-1. Ronaldinho falló un penalti con 0-1 a favor y nunca volvió a rendir como antes. El Sevilla, precisamente, fue el equipo que le encumbró en su primera comparecencia en el Estadi con un gol de madrugada y de videoteca.


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