martes, 15 de diciembre de 2015

Andrés Corpas: “Las nadadoras convierten la cotidianidad en una vía de escape”

Mireia Belmonte, Gemma Mengual o Andres Fuentes protagonizan 'Las damas del agua', el valiente debut literario del periodista deportivo de 'El Mundo'

Andrea Fuentes, Andrés Corpas y Ona Carbonell en una de las presentaciones del libro. Foto: cedida.

Alguien que destina las primeras cinco páginas de su primer libro a dedicarle unas palabras a quienes han hecho posible ese sueño tiene una sensibilidad especial. Andrés Corpas (Castellón, 1980) cuenta con ese valor preciado para cualquiera, especialmente para quien se gana la vida con la comunicación como él. Las damas del agua (La Esfera de los Libros) es un retrato humano y reivindicativo de algunas de las mejores nadadoras españolas de los últimos años, como Mireia Belmonte, Gemma Mengual, Andrea Fuentes,
Ona Carbonell, Melani Costa o Érika Villaécija. El periodista deportivo de El Mundo se emociona con dichas historias y consigue transmitir esa emoción. Andrés Corpas habló con Cronómetro de Récords. 

—No te gusta nada el término “sirena” para referirse a las nadadoras. 
A una mujer que es mitad pez y mitad hembra no le encuentro la belleza por ningún lado. Veo un poco extraño utilizarlo como sinónimo y lo hablé con Yurema Requena, muy amiga mía. Llegamos a la conclusión de que el término no era muy adecuado, y desde entonces, y te estoy hablando de hace muchísimos años, no he vuelto a utilizarlo. Aunque algo tiene que ver también que mi hermana me pusiera muchas veces La Sirenita. [Nos reímos]. 

—Los dibujos animados pueden marcar mucho. Que se lo pregunten a Erika Villaécija que, como cuentas en el libro, canta canciones de Bola de Drac y el Dr. Slump para despejarse. 
 En este caso, las nadadoras convierten la cotidianidad en una vía de escape para poder aguantar tantas horas de nado. Me parece apasionante que eso ocurra mientras buscan la excelencia. 

—Muchas encuentran en la música ese punto de conexión y de desconexión: Mireia Belmonte, Erika Villaécija, Andrea Fuentes... 
O Melani con Muse. La música te mantiene en alerta, pero también es un buen elemento para entrenarse. Tuve la suerte de asistir a un entrenamiento de Mireia y del grupo de Fred Vergnoux en el gimnasio: era una especie de yincana y la música marcaba el ritmo. 

—En la natación sincronizada la música es la pauta. 
Estuve hace poco en una sesión del nuevo dúo de Ona Carbonell y Gemma Mengual. Durante unos minutos, no te puedo concretar cuántos, se escuchaba el mismo fragmento, una y otra vez, simplemente para dar con la coordinación y la sincronización de un gesto. De ese instante de la canción, de ese instante de perfección. Es un motivo para aplaudirlas todavía más. 

—Se nota que te gusta mucho tu oficio y que sabes ponerte en la piel del entrevistado. 
Me encanta mi profesión. De pequeño soñaba con contar historias y no me planteé otras alternativas. Lo que me da la vida es ir narrando buenos relatos. Si además son de buenas personas, mucho mejor. Una buena pregunta sin una buena respuesta no sirve de nada, y yo he tenido mucha suerte durante mi carrera con los entrevistados. Este libro es un ejemplo de ello. 

—Más que biografías, las veo más perfiles humanos y deportivo, incluso relatos del alma. 
Es ir más allá. 

—Hablar desde las entrañas de la persona. 
No creo que sea un libro biográfico. Como dices, son perfiles para aproximar al lector cómo son las nadadoras más allá de los éxitos. Nos quedamos muchas veces con la imagen del podio, pero, como hago en mi día a día en El Mundo, explico quiénes son, qué sienten... Las damas del agua es un libro con alma. Sí, nunca me lo había planteado, pero creo que lo describe bien. El nexo de unión de los capítulos es la humanidad excepcional y el corazón que no les cabe en el pecho de sus protagonistas. 

—Explicas sus experiencias y emociones con tus palabras. Me parece muy complejo. 
Tengo un estilo literario y me apetecía explayarme más, hacer más un relato que una crónica, un reportaje o una entrevista. Creo que el capítulo más diferente es el de Andrea Fuentes, ya que se mueve a partir de canciones que reflejan los momentos por los que va atravesando ella. Los de Melani [Costa], Gemma [Mengual], Ona [Carbonell] o, incluso, el del equipo de sincro son muy literarios. Quería que fuera un libro diferente. 

—La primera protagonista a la que le explicaste el proyecto fue a Melani Costa. 
Y me dio muchísima energía. También lo hizo Andrea, que siempre tuve claro que fuera la prologuista y que en seguida me dijo que sí. Además de una fantástica entrevistada, es compañera en el periódico. Este proceso es bastante intenso y Ona me dio mucha energía en el momento oportuno. Estoy muy agradecido a todas. 

—¿Cómo fue ese momento? ¿Te viste superado por el libro? 
Lo escribí compatibilizándolo con el trabajo diario. Ona me ayudó muchísimo en ese momento con la sonrisa que tiene para todo. Es una de mis madrinas literarias. 

—¿El libro de Andrea Fuentes es inminente? 
¿Por qué no? Yo sería el primero que compraría un libro de Andrea.  

—Tiene un estilo diferente. 
Es propio. Me gusta cómo escribe. Cuenta historias que están fuera del ámbito cuotidiano, pero que son muy cotidianas al mismo tiempo. Son relatos que muchas veces se nos escapan. Me encantaría tener su pausa para analizarlo todo y su visión global. 

—Los capítulos sobre Ona Carbonell, Mireia Belmonte y Andrea Fuentes son los que más me han gustado porque creo que llegas a su alma. En cambio, me esperaba más del de Gemma Mengual, cercano a veces, pero, en general, me ha parecido más frío.
Pues a mí me parece al contrario. A Gemma le gustó, y yo he quedado muy satisfecho tanto de la entrevista como del resultado final. Tal vez me dices lo del frío por el que tuvieron que pasar ellas [en los inicios de la sincronizada, cuando las condiciones en los entrenamientos estaban a años luz de las actuales]. 

—No. Hablas de sus hijos, de cómo pasa del anonimato a la fama y tiene que tener un teléfono alternativo para que su representante le gestione las entrevistas… Pero creo que le falta algo que sí tienen las otras historias. 
No tengo esa sensación, sinceramente. He echado todo en cada capítulo para que en cada uno hubiese algo diferente que en el anterior. Es la primera vez que me lo dicen. 

—Hay partes de los capítulos que me parecen brillantes, otras bien escritas y algunas demasiado retóricas. Quizás hay un exceso de buscar sinónimos y darle la vuelta a las cosas. ¿Cómo lo ves? 
Sí, puede ser. Prefiero la sinceridad. No me gusta que no me digan las cosas, y te lo agradezco. 

—Describes las manías y rutinas antes de la competición, la parte más desconocida de las nadadoras. 
He tenido la inmensa fortuna de poder ir a entrenamientos. Algo más allá de lanzarse al agua, nadar y ganar. Quería que se viera la cara oculta, ese más allá de la cámara de llamada, la salida, la llegada… Hasta ahí hay un proceso espectacular. 

—Cuando uno ve una competición de aguas abiertas comprueba que hay golpes, pero quizás no que esconda una cara tan negra, como describes en los capítulos sobre Esther Núñez, Erika Villaécija o Yurema Requena. 
En mis inicios en el periódico, y a través de Yurema, descubrí un deporte apasionante, pero también las triquiñuelas, ese lado oscuro. Ése es otro de sus encantos, entre comillas.  

—Sí, pregúntale a Yurema... 
Es uno de los episodios más duros que recuerdo: le arrebataron las gafas de un golpe y no pudo lograr una medalla. Es terrible y antideportivo a la vez. 

—La natación sincronizada y el equipo de waterpolo femenino tienen en común haber pasado del anonimato al reconocimiento. 
Se reivindican a partir de sus éxitos en todas las disciplinas. Cada triunfo es una llamada de atención: estamos aquí. Reivindican sus horas de entrenamiento, su esfuerzo, su talento y su calidad. 

—Nada sería igual sin las pioneras. Tienen el gran mérito de haber dado el primer paso. Mireia tiene en Nina Zhivanevskaya a una referente. Las niñas se fijan en Melani Costa. Es alucinante. Vas a las competiciones y las ves con las uñas azules como ella. Andrea Fuentes se fijaba en Gemma Mengual. Después de Andrea vino Ona Carbonell y tras ésta habrá otros talentos. Estoy convencido. La rueda seguirá. Tener referentes es una semilla para el futuro.

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