Cronómetro de Récords entrevista a la pívot del Perfumerías Avenida en la Copa de la Reina de Girona
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Erika de Souza, a punto de lanzar un tiro libre, ante la mirada de Ibekwe. Foto: Toni Delgado. |
“¡Que tengo que ir a mear! ¡Tengo que ir a mear!”,
grita Erika de Souza (Río de Janeiro, 1982), mientras sostiene una réplica de
la Copa de la Reina, su primer título en su nueva etapa en el Perfumerías
Avenida. Se desespera porque con la música que suena en Fontajau no se entera
de lo que le pregunta un periodista por teléfono, y sabe que Cronómetro de Récords ya había pedido
tanda para entrevistarla. De Souza es de esas personas a las que no les gusta
disimular sus sentimientos. Por eso como jugadora no deja
indiferente a nadie:
o la adoras o la odias.
Toni Delgado / Girona
—Te ha costado entrar en la final: antes de que se
cumplieran los primeros tres minutos ya habías cometido dos faltas personales.
Me las han regalado, ¿no? ¡Te juro que no he hecho
falta!
—Tú juras mucho, ¿no?
Sí, ¿no? [Nos reímos]. Lo importante es que
conseguimos la Copa de la Reina y ahora tenemos que celebrarla, aunque no podemos despistarnos nada. Estamos en un momento muy importante de la temporada.
—Siempre tienes la mente fría, aunque seas de sangre caliente.
Soy brasileña y tengo que poner en práctica cuanto he
aprendido en mi vida. Estoy muy contenta y dedico el trofeo a los salmantinos.
—Hace algo más de un año me dijiste que tenías muchas
ganas de volver a Salamanca. ¿Por qué no volviste antes?
No lo sé. Son aspectos que llevan mi representante y el
club. Lo que importante es que estoy aquí: he venido para ganar trofeos y éste será
el primero de muchos más.
—Estos días tuviste problemas estomacales. ¿Te había
sentado algo mal?
No lo sé. Creo que he comido demasiado, pero ya estoy
al 100%. Ahora tenemos que pensar en el Bourges [se pone a gesticular].
—Esto házmelo para la foto, no ahora... [Nos reímos]. [Nos
avisan que tiempo para entrar en la sala de control antidopaje se va agotando].
Juegas con el corazón.
Si no tengo mucha puntería ni cojo demasiados rebotes,
recurro al corazón. Es mi motor para poder sacar lo que llevo
dentro.
—Pero ese corazón caliente que tienes te hace a veces
dirigirte a la afición rival...
Bueno... [Nos reímos].
—Al final te has moderado y mirabas hacia tus
aficionados.
Sí, pero cuanto más me pitan, más ganas me entran de
jugar. Los gritos me motivan todavía más.
—¿Qué significan tus tatuajes?
Éste es de Fabio, mi representante; éste otro de mis
sobrinos; y sigo: mi abuela; mis hermanos; el lirio, una flor que me encanta;
éste simboliza mi pasión por el baloncesto; éste mi madre…
—[Tiene que irse hacia el control antidopaje]. Te
acompaño, Erika. Esto quizás es lo peor del baloncesto.
¡Sí! Creo que me tienen fichada porque siempre me toca
a mí.
—¿Tienes ganas de hacer pipí? Llevas un rato bebiendo
agua.
Me costará hacerlo un montón [pone cara de
pena].
—¿Cómo ha sido defender a Alminaite y Coulibaly?
Coulibaly suelta el codo todo
el rato, ¿no?… [Y se despide porque entra en la sala para realizar el control].
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