sábado, 11 de febrero de 2017

Gisela Vega: "Tenía miedo de que fuese el final de mi carrera"

Cronómetro de Récords entrevista a la pívot de Araski

Gisela Vega, en la sala de prensa de la Copa de la Reina de Girona. Foto: Toni Delgado. 

"Hay veces que Gisela Vega tiene partidos como éste, que parece que esté perdida. En la segunda parte va a jugar bien seguro", asegura una aficionada al descanso del Araski-Universitario de Ferrol. Tiene muy buen ojo, pues la pívot argentina, nacida en Gualeguaychú en 1982, renace y concreta, junto a Marta Tudanca, la remontada de Araski (64-62). "Cuando no le salen las cosas, intento transmitirle que confío en ella. Sé que trata de ponerle remedio a la situación y hoy, como en el partido anterior ante el CB
Bembibre. Ha sido ella", desarrolla su entrenadora, Made Urieta. Gisela Vega habla con Cronómetro de Récords tras la rueda de prensa: es alegre, cercana y está acostumbrada a persistir. Jugará las semifinales de la Copa de la Reina de Girona ante el anfitrión, uno de sus múltiples equipos en la Liga Femenina, el Uni.  

Toni Delgado / Girona

—¿Qué pasó en Donosti? Acordasteis la rescisión del contrato a principios de noviembre. 
La adaptación no fue la que esperaba, no me sentía cómoda. Supongo que a cada jugadora le va bien o mal un equipo. No hubo ningún detonante. 

—No estabas cómoda en todos los sentidos. No te sentías tú. 
Exacto. No sé si fue por parte de ellos o por la mía. En Donosti Basket se han portado muy bien conmigo y el club está formado por excelentes personas, pero había algo que no me cuadraba. 

—¿Qué se te pasó por la cabeza el tiempo que estuviste sin equipo?
Tenía miedo de que fuese el final de mi carrera. Tengo 34 años y la Liga Femenina es una competición difícil, dura. Por suerte tuve ofertas para irme incluso estando en San Sebastián y eso me dio una cierta tranquilidad. Necesitaba irme a casa para tener más confianza, llenarme de amor y saber que todo estaba bien para afrontar un reto, por ejemplo, como el de Araski. Estuve un mes en casa, pero seguí entrenándome. Me habían hablado muy bien de Araski y vi que era una buena oportunidad para mí. 

—¿Te planteaste irte antes de Donosti? 
Lo había pensado, pero no quería precipitarme. Era la primera vez que tomaba una decisión así. No es común en mí dejar un equipo. 

—¿Fue como una renuncia? ¿Como una derrota?
No sé si tomé la decisión correcta en pretemporada. Lo importante es que, gracias a Dios, puedo disfrutar de la Copa. Por algo pasan las cosas. 

—Araski es un club familiar.
Lo es, pero, créeme, en el día a día no nos falta de nada. Si necesitas algo, hay mucha gente detrás de ti. No tengo palabras para agradecer cómo me han tratado. Es uno de los mejores lugares por los que he pasado. De todos guardo muy buenos recuerdos.  

—¿Qué te faltó en tus primeros partidos en el equipo? ¿Un partido bueno como el que tuviste en Bembibre?
Me faltó tiempo: estaba perdida con los sistemas, en Vitoria... Quería hacer todo y no podía hacer nada. Tenía que asumir muchas cosas en muy poco tiempo. 

—En la primera parte has estado desquiciada. 
Ya... Es como que quiero hacer muchas cosas y me bloqueo. En el banquillo he pensado que llegaría mi momento y así fue. Lo importante es que, en el día a día, me esfuerzo un montón y eso, tarde o temprano, tiene que salir en los partidos. 

—¿Tu marcha de Donosti se parece a cuando, con 19 años, Argentina y los estudios por irte a Ourense para ser jugadora de baloncesto? 
Un poco. A esa edad lo sobredimensionas todo. Ourense fue la clave de mi carrera: me trataron tan bien, me hicieron sentir tan especial. Me cuidaron. De alguna forma, me demostraron que había tomado la decisión correcta. 

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