Lauren Jackson y Sandra Núñez. Foto cedida por S. Núñez. |
Aunque Sandra Núñez no sería capaz de hacer un retrato robot de Eduard, sí recuerda que era “alto, atlético y muy amable”. Un maestro de verdad, exigente, con tacto y la mirada amplia. A la responsable de Sandysport y colaboradora de enCancha e Historia Deportiva no se le daba bien la Educación Física, “pero él me animaba y motivaba”. Con la excusa de que los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 coincidían con el inicio de curso, Eduard preparó actividades para que la clase siguiese el evento.
“Conmigo funcionó. Por la diferencia horaria desayunaba viendo las competiciones. Así descubrí a Lauren Jackson jugando con la selección australiana”, viaja Sandra Núñez. Le llamó la atención por ser pívot como su hermano. Es más, “desde ese día es mi ídolo”. Conoció a Lauren Jackson en Fontajau, tras un Uni Girona-Ros Casares, se hizo una foto con ella —“¡es mi tesoro!”— y le explicó que gestionaba un blog sobre su trayectoria deportiva y que la admiraba: “Le hizo mucha ilusión. Me pareció muy expresiva y cercana”.
“Conmigo funcionó. Por la diferencia horaria desayunaba viendo las competiciones. Así descubrí a Lauren Jackson jugando con la selección australiana”, viaja Sandra Núñez. Le llamó la atención por ser pívot como su hermano. Es más, “desde ese día es mi ídolo”. Conoció a Lauren Jackson en Fontajau, tras un Uni Girona-Ros Casares, se hizo una foto con ella —“¡es mi tesoro!”— y le explicó que gestionaba un blog sobre su trayectoria deportiva y que la admiraba: “Le hizo mucha ilusión. Me pareció muy expresiva y cercana”.
“Siempre ha sido muy cercana y simpática conmigo.
¡Incluso me regaló su camiseta!”, confiesa la presidenta del club de fans
de fans de Silvia Domínguez. Esta aficionada, que no desvela su nombre (es Fans Silvia Domínguez 6 en Twitter), empezó
a jugar al baloncesto “por diversión” y se enganchó como
espectadora siguiendo la Liga Femenina, sobre todo al equipo que tenía más
cerca, el Perfumerías Avenida: “Me fijé en una chica de 1,67m que
llevaba a la espalda el número 6”.
Fans Silvia Domínguez 6. |
Tampoco podía imaginarse Marta Prieto que
subirse con su padre al autocar que el Uni Girona montó para la afición
acudiese a la Copa de la Reina de Torrejón de Ardoz de 2015 le cambiaría la
vida y la agenda. “Hasta entonces, había ido muy pocas veces a Fontajau”, reconoce.
Nada más volver a Girona se hicieron socios. “¡Fue el año que el equipo nos
regaló una Liga un 23 de abril!”. La novela perfecta. Cada temporada los
Prieto, incluida la madre, renuevan su compromiso con el Uni Girona: “Casi
no nos hemos perdido ningún partido. Hemos hecho amistad con nuestros compañeros
y compañeras de asiento, y esta temporada se ha creado una gran familia, GirUNIns,
el grupo de animación del equipo”.
Juan Montero no apoya a ningún club de
baloncesto, más bien repara en deportistas y desde el 6 de julio de 2014 se
centra en el baloncesto femenino. Desde que vio “El Partido”, la final
del Mundial sub 17 de España contra Estados Unidos, en el que Ángela Salvadores
“estuvo a punto de ganar el partido ella sola metiendo 40 puntos. He perdido
la cuenta de cuántas veces lo he vuelto a ver. Es un encuentro antológico,
también por la actuación de María Conde o la de Maite Cazorla, el desenlace...”.
Marta
Navarro propone una especie de fórmula matemática para describir qué siente por
el Stadium Casablanca: “Detalles de cada jugadora dentro y fuera de la
cancha + cercanía y unión equipo-afición + magia en la cancha + no dar por
perdido un balón + soñar = Stadium Casablanca, Pao Ferrari, Gaby Ocete, Irene
Lahuerta, Luci Pascua, Tamara Abalde, Vega Gimeno, Zoe Hernández, Carolina
Esparcia y Shacobia Barbee”. El discurso de María Leclère para explicar
su sentimiento por el conjunto aragonés es más poético: “Las jugadoras transmiten
alegría, pasión, garra, fuerza y, sobre todo, su cercanía. Nos hacen sentirnos,
de verdad, parte del equipo”.
A
pesar de haber dejado de jugar con 20 años, María Leclère nunca perdió “el
gusanillo, la adicción” por el baloncesto. Es madre de dos niñas: la mayor,
que pasó por la escuela de Stadium Casablanca, lo dejó porque “no le
apasionaba”. La pequeña sí juega. “Para
aprender hay que ver partidos en directo”, remata María Leclère. Por eso la
familia no se pierde un partido en el Eduardo Lastrada, al que acudió primero
con invitaciones de la Federación Aragonesa de Baloncesto en el curso 2016-2017.
El siguiente, el último, conocieron a Miguel Navarro, padre de una compañera de
equipo de su hija pequeña: “Nos convenció para sacarnos el pase de temporada
del Stadium Casablanca. Vemos juntos los partidos en directo y los de fuera.
También nos compinchamos para tener algún detalle con las jugadoras e incluso hacemos
algún desplazamiento”. Hace dos años María Leclère no había presenciado un
partido ni visto en la tele ningún partido de baloncesto femenino “profesional”.
Ni sabía dónde jugaba el único equipo aragonés en Liga Día. Ahora cambia
guardias para no perderse ninguno y hasta le compra “calcetines frikis”
a una jugadora. ¿Se referirá a Vega Gimeno?
La
historia de Aitana, hija de Susana García, es ejemplar. Aitana dejó el atletismo,
“un deporte demasiado individual”, para probar con el baloncesto. En
septiembre fichó por el equipo de La Puebla de Alfindén. Lo cuenta
Susana: “El entrenador, David Gil, ha hecho una gran labor con un grupo de
13 chicas de 10 y 11 años. Solo tres habían jugado antes. Todas disfrutan
entrenándose, disputan los partidos como si fuesen finales y no se desaniman
cuando pierden, que es casi siempre”. David también les descubrió al
Stadium Casablanca: “En el baloncesto femenino puedes ‘tocar’ a las
jugadoras”. Puede que el mejor regalo de cumpleaños que haya tenido nunca Aitana
haya sido una camiseta firmada por la plantilla y el cuerpo técnico.
Aitana, con su camiseta firmada y con Gaby Ocete. Fotos: Susana García. |
Manu trabaja en el restaurante salmantino Cabo Verde, donde
ha podido conocer a los últimos entrenadores del Perfumerías Avenida. Su
interés por el club creció después de hablar con Lucas Mondelo. “He hecho
amistad con José Ignacio Hernández, Víctor Lapeña, Alberto Miranda y Miguel
Ángel Ortega. Darles la enhorabuena es muy gratificante, y todavía más si te
hacen partícipe de sus logros”, explica.
Manu y Víctor Lapeña. |
La “sorpresa” de Manuel López con el baloncesto
femenino ha sido verse rodeado de canteranas del Bàsquet Femení Sant Adrià, el
equipo donde creció su hija Ainhoa, ahora en el CD Zamarat. Las jóvenes le confesaron
que también le echan de menos a él (y a sus gritos de “¡vamos!”) y le
pidieron consejos: “Les recomendé que sean ellas mismas y disfruten de los
buenos y los malos momentos. Son ellas quienes deben tomar la decisión, por ejemplo,
de jugar o no en Estados Unidos. Mi hija tuvo siempre claro que no iría. Si
quieres alejarte de la familia y experimentar una nueva cultura, idioma y compaginar
estudios y deporte, adelante. Si no es así, no vale la pena dejarse llevar por la
moda de que alguien haga negocio a tu costa”.
“No creo que sea la primera persona que te hable bien de ella...”, advierte Teresa Martínez. Se refiere a María Pina, recién fichada por el Valencia Basket, y a quien entrevistó en sus primeros días como jugadora del CB Conquero: “Me di cuenta de que era diferente, especial. Con un abrazo te llena de energía. Tras los partidos, siempre tiene un gesto con quien se le acerca. Se ha convertido en una amiga”. De hecho, Teresa ha conocido a sus mejores amistades gracias al baloncesto femenino, tanto en la grada como en los programas de radio sobre este ámbito: “Con ellos viví ganar la Copa de la Reina con Conquero y en San Sebastián”.
Con
la excusa del baloncesto femenino, el fotógrafo Carlos Bernad ha hecho muchos
viajes. Cita unos cuantos: “Umbertide, en Italia, Kayseri, en
Turquía, Cracovia en Polonia, muchas localidades españolas… He conocido muchos
lugares y personas. Algunas se han convertido en grandes amistades”.
Dumerc y Núria Martínez. Foto: Carlos Bernad. |
Alba Torrens. Foto: Carlos Bernad. |
Cracovia. Foto: Carlos Bernad. |
En 2001 la periodista deportiva Chantal Reyes empezó a
jugar al baloncesto en su ikastola, “escuela de primaria que se imparte en
euskera”. Fue el año de la llegada de Pau Gasol a la NBA: “Pau se fue
convirtiendo en el ídolo de quien jugaba a baloncesto”. Aunque a Chantal le
marcó más ver por la tele con su padre una final de la Copa de la Reina: “Entonces
descubrí que ellas podían hacer lo mismo que ellos, y yo quería ser como ellas”.
Poco después se fijó en Amaya Valdemoro, que jugaba en la WNBA y en España. “Quería
verla jugar en televisión, pero me llevé una decepción bastante grande porque
no podía hacerlo. Ahora trato de poner mi granito de arena para fomentar la
presencia del deporte femenino en prensa y redes. Yo no quería ser como Pau
Gasol. Yo quería ser como Amaya Valdemoro”, advierte Chantal Reyes.
Marta Fernández y Adrià Cifre en el Campus Rudy Fernández. Foto cedida por Toni Cifre. |
Toni Cifre me envía dos fotos, separadas entre 10
años, de su hijo Adrià con Marta Fernández en el Campus Rudy Fernández (RF5 Camp).
“Rudy siempre ha sido un jugador de referencia para la familia. Aunque somos
del Madrid, la Penya nos gusta mucho por su cultura y valores. Marta es la
directora, el alma máter del campus. Nos impactó y empezamos a seguir su
carrera deportiva. Era una jugadora total. También nos encanta ahora como periodista
por la pasión que transmite en los partidos. Para nosotros Rudy es el hermano
de Marta y no al revés”, defiende.
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