domingo, 31 de mayo de 2009

Despedida de oro de Tamudo al ciclo del Espanyol en Montjuïc

Tamudo festeja su tercer gol en presencia de Luis García -EFE.


La autocrítica, los balances y el rastrear en la memoria de lo mejor y de lo peor –incluso de lo intrascendente– son propios de los grandes cambios. Palabras mayores son los finales de ciclo, aplicados a períodos de tiempo que describen algo singular. En el fútbol, un entrenador, el fichaje y la salida de la estrella que cambió el rumbo del club… O un estadio. Una vez asegurada la permanencia en Almería, para el Espanyol su máxima preocupación era despedirse de la mejor forma posible de Montjuïc, el escenario en el que jugaba desde hacía 12 años tras la dolorosa demolición de Sarrià, antes de estrenarse en el de Cornellà-El Prat. El adiós, melancólico, conmovedor, no pudo tener un protagonista más adecuado y merecido: Raül Tamudo. Probablemente el elegido en cualquier encuesta popular por la afición blanquiazul, que venera al 23 y lo ha mitificado antes de la retirada. Y casi por arte de magia Tamudo rejuveneció por momentos, se olvidó de sus últimas lesiones y de fallar más que una escopeta de feria. El capitán, que no marcaba desde noviembre, logró el primer hat-trick de su carrera ante el Málaga (3-0). Mauricio Pochettino premió su excelente actuación cambiándole por Callejón para que se llevase la gran ovación de la tarde de un estadio que ya es historia para el club.


“Tamudo ha metido tres y los otros ninguno”, decía orgulloso un niño ataviado con una garra blanquiazul y la camiseta de su jugador predilecto. El peque quizás desconozca que Tamudo tiene una importante oferta del Panathinaikos griego y que se desconoce si continuará el año que viene en el Espanyol pese a que tiene firmada una temporada más. Tampoco está claro el futuro de hasta siete jugadores que acaban contrato. Desde el club se habla ya del retorno de Sergio y de Verdú como posibles refuerzos, pero la prioridad no es otra que la continuidad de Pochettino, que ha logrado que el equipo haya sumado 25 de los últimos 30 posibles. En diez jornadas el Espanyol ha logrado tan sólo nueve menos que sumando la segunda vuelta del curso pasado y las primeras 28 jornadas de éste. Un dato horroroso que refleja cómo ha vivido la afición todo este tiempo y cómo llegó a disfrutar en la despedida de Montjuïc.


Portero de futbolín


Con el mejor fútbol de la temporada, al primer toque, con pases milimétricos y la sencillez como argumentos, el Espanyol saltó al campo con la intención de ganarse el perdón de sus seguidores, reconocer y premiar su apoyo. Así que durante los primeros minutos los locales acumularon varias ocasiones, todas muy claras. Podría haber entrado media docena, pero sólo llegaría la primera de Tamudo, que cruzó ante la salida de Arnau, convertido en portero de futbolín: no le podían tirar más. Al ex azulgrana le salvó el desacierto de sus rivales y el acierto de sus defensas.


El Málaga, el equipo revelación de la temporada, era muy semejante al Espanyol de antes de casi toda la temporada. Se comportaba como el típico grupo medio descendido que apenas aporta nada fuera de casa: un tiro lejano de Lolo tras una falta y un cabezazo de Rosario fueron las ocasiones en la primera parte de los visitantes, que vieron cómo Tamudo anotaba el segundo justo antes del descanso. Lo logró con una definición parecido al anterior, pero esta vez el asistente fue Nené, que ha tenido que pasar por Vigo y Mónaco para recuperar su mejor versión. Incluso Rufete parecía recuperar la energía perdida y pasaba de una banda a otro sin problemas.


Reportaje en el videomarcador


No tuvo tregua el público mientras sus jugadores estaban en los vestuarios. En el videomarcador de Montjuïc se repasaron los momentos más significativos del Espanyol en dicha ubicación, como las semifinales de Copa ante el Madrid y de la UEFA ante el Werder Bremen, el partido bajo la nieve ante el Valencia, las salvaciones ante Murcia y Real Sociedad o dos triunfos ante el Barça. En cada una de esas ocasiones había una imagen común: Tamudo alzando los puños, eufórico besando el escudo. El final del reportaje era redondo: primero un guiño a la afición mostrando pancartas como “No nos rendiremos jamás” o “hasta el final”; después con la aparición de Pochettino, que curiosamente fue el primer goleador en el estadio ante el Compostela. El público reconoció la gran labor del técnico, mientras que el vídeo concluía recordando el futuro inmediato: “Nos vemos en Cornellà-El Prat”.



No se relajaría el Espanyol tras el descanso y buscó el tercero. Lo intentó Luis García, que pisó la espalda de Wellington fortuitamente. Así lo apreció el árbitro. Justo lo contrario pensó el jugador del Málaga: no aceptó que Luis García le tendiese la mano y se levantó la camiseta para enseñarle la marca al colegiado. Poco más duró Wellington en el campo, pues fue expulsado poco después tras derribar en el área a Tamudo. El capitán engañó a Arnau y marcó el tercero, el último del Espanyol en Montjuïc. Luego sería sustituido por Callejón y el estadio corearía su nombre. Y pitaría la decisión del club de que se mantuviesen en sus asientos. No se pudieron llevar trozos de césped o de la red de las porterías, pero algunos ya tienen en su casa un balón que lanzaron los jugadores. Era un tesoro para un chaval con mochila, que no lo soltaba. Su amigo le tocaba la cabeza: era un recuerdo para siempre del día de la despedida de oro de Montjuïc, del final de un ciclo. Quién sabe si del adiós del capitán Tamudo.


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