La tragedia y la euforia se necesitan, son dos elementos imprescindibles en el deporte y sintetizan los desenlaces ajustados. Unicaja volvió a Málaga con la sensación de que podía haber sido alcanzado la final de la Liga ACB en Barcelona por poco que hubiese aprovechado la precipitación en ataque del Barça en el último tramo (suerte tuvieron los locales de capturar cuatro rebotes ofensivos) y hubiera entrado el triple de Omar Cook sobre la bocina. Un acierto que habría evitado la prórroga, donde el Barça, con Víctor Sada (cinco asistencias) y David Andersen (17 puntos) decisivos, acabó resolviendo la eliminatoria (86-78) y se clasificó por tercera vez consecutiva para la final del torneo. Como el año pasado su rival será el Tau, al que superó en los cuartos de final de la Euroliga, pero ante el que ha perdido tanto en fase regular como en la Copa y la Supercopa. La serie, al mejor de cinco partidos, empezará el jueves día 11 (La 2, 20.15 horas).
“Hemos jugado muy mal los últimos 40 segundos”, se sinceró Xavi Pascual, que sufrió presenciando la jugada que pudo haber decidido el partido. Carlos Cabezas (15 puntos) tenía la última posesión. Siguiendo las órdenes de Aíto, sus compañeros se abrieron y el base malagueño se la pasó a Boniface Ndong, que emulando a Robert Archibald en la final de Copa dudó y se la cedió a Cook. Éste tiró y falló el triple. El Barça se mostró “más entero físicamente” y no tuvo excesivos problemas para ganar en la prórroga ante un Unicaja que ha perdido las siete que ha disputado esta temporada, dos de ellas en el Palau.
Esquema clásico
Se volvió a repetir el esquema clásico de tres de los cuatro precedentes entre ambos equipos esta temporada: un final lleno de pequeños matices, de extremos para bien y para mal, y un inicio muy igualado, con dos propuestas diferentes, pero rendimiento parecido. El Barça buscaba más el triple (4/5 en el primer cuarto) que las penetraciones, que parecían algo exclusivo para Grimau. El capitán, con ocho puntos casi consecutivos, puso por delante a su equipo 21-17 (minuto 10) tras el 2-5 inicial de un Unicaja que intimidaba en la zona y supo combinar agresividad con limpieza, pues tardó casi nueve minutos en cometer su primera falta personal. Aíto no lo vio igual: “Salimos muy blanditos”.
Unicaja es un equipo muy trabajado (y estrujado) para rendir a un nivel óptimo, un superviviente que no se escuda en sus circunstancias, como las lesiones de Berni Rodríguez y Marcus Haislip, que vio el partido apartado del resto de compañeros de banquillo. Se comportaba como el alumno al que el profesor castiga de cara a la pared sin poder moverse. Nada alteraba su tranquilidad, como si el desenlace del partido no le repercutiese: era un espectador triste. “Para lo que somos hemos logrado buenos resultados”, resolvió Aíto. Su equipo supo sobrevivir al gran acierto exterior del Barça en la primera parte (9 de 12 en triples) con lo que la situación requería: temple. Unicaja jugó ataques largos y se sentía cómodo lanzando al límite de la posesión. Es una de sus grandes virtudes porque dispone de jugadores que están acostumbrados a decidir en el momento exacto, como Cabezas o Kelati. Con esa propuesta y los tiros libres (23/25 en la primera mitad) sólo llegó a ceder once puntos de desventaja (40-29 a los 17m). Unicaja demostró su condición de grupo superviviente por excelencia cuando más y mejor jugaba el Barça, que hacía una defensa individual intensa y acertada, y tenía en Basile (tres triples al inicio del segundo cuarto) y Andersen a sus mejores jugadores.
Lakovic, discreto
Desde que perdió en semifinales de la Final Four ante el CSKA de Moscú el Barça se ha convertido en un equipo que juega a rachas, que sólo ha convencido en el segundo partido de cuarto ante Pamesa en Valencia. Desde su decepción en Berlín cada encuentro protagoniza unos minutos en los que parece que tenga la mente en otro sitio y opta por las soluciones más rebuscadas y complejas. Con esa actitud llegó al descanso y empezó el tercer cuarto, tiempo en el que encajó un parcial de 2-9 (45-42) cediendo contraataques de regalo que no desaprovecharon Cabezas, Archibald y Kelati. También es cierto que los árbitros tenían algo que ver por ser lo bastante permisivos con los visitantes como excesivamente exigentes con los locales. Lakovic no les dedicó piropos cuando le pitaron la tercera personal y se fue al banquillo. El esloveno, que había anotado dos triples en el primer cuarto, apenas jugó más. Su contribución fue discreta, como en Málaga. Y como entonces Sada supo suplirle con garantías.
El Palau mostraba su desacuerdo con los colegiados y lamentaba el nefasto ataque del Barça, que sólo anotó dos canastas en juego en el tercer cuarto y aguantó por los tiros libres forzados por Juan Carlos Navarro (18 puntos, 3/11 en lanzamientos de campo). El rendimiento del conjunto azulgrana era muy similar al que había tenido dos días antes en Málaga en ese mismo período.
Era cuestión de tiempo que Unicaja volviese a gobernar el partido. Cabezas volvió a poner por delante a Unicaja (55-56 a los 29m16s) tras el 12-13. La respuesta del Barça sería inmediata y variada: con Grimau impagable en la recuperación y Andersen y Basile acertados en el tiro, mientras que Carlos Jiménez se equivocaba pasándole una piedra a Gomis. Parecía una repetición del desenlace del primer partido de la serie, pues el encuentro pasó a ser una sucesión de triples esperpénticos. Con la única (y fundamental) diferencia de que el Barça ya estaba en bonus y Unicaja aún no.
Muy obsesivos, los locales enlazaron varios ataques ridículos, pero irrelevantes gracias a su capacidad para coger hasta cuatro rebotes ofensivos consecutivos con empate a 70. Con 72-72 Cook fallaría el triple y el Barça alcanzaría en la prórroga su tercer final de la Liga ACB consecutiva. El Tau espera. Será otra historia.
No hay comentarios :
Publicar un comentario