martes, 20 de febrero de 2018

Cristina Cantero: “Todo el mundo sonríe con el juego de Alba Torrens. Pase lo que pase, la jugadora tiene que sonreír”

Cronómetro de Récords entrevista a la entrenadora del Celta Baloncesto

Cristina Cantero tras el partido. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. 

Toni Delgado / Horta

De un invierno a otro han pasado 12 años y unos días. Periodista y entrevistada vuelven a conversar sentados en un banquillo.  En 2006 Cristina Cantero (Cabra, Córdoba, 1978) jugaba en el Celta, acababa de perder en el Palau Blaugrana ante el UB Barça de Erika de Souza, Laura Antoja o Marta Fernández y defendía que era fundamental que las niñas se enganchasen al baloncesto desde pequeñitas. Ahora entrena al conjunto gallego y ha ganado al Lima-Horta Bàsquet en el Pavelló Virolai (51-77). Las respuestas de Cristina
Cantero son tan detalladas y generosas que dan pie a muchas preguntas no previstas. Las contesta sin prisas. Un regalo para el periodista. “Serán unos ocho minutos”, había prometido Cronómetro de Récords a Nano Ameneiro, jefe de prensa del líder del grupo A de Liga Femenina 2. Hay un 8 en el tiempo final de entrevista: 38m 57s. Cantero lleva un peinado parecido, sigue sin tener canción favorita y enamorada de su deporte. Ahora tiene todavía más motivos para vivirlo así.
  
 —¿Cómo es este grupo?
Muy majo, trabajador y agradecido. Me dejan entrenarlas y darles caña… Disfruto mucho con ellas.

—El curso pasado perdisteis varios partidos igualados. Éste  soléis reponeros de los bajones con naturalidad. El Lima-Horta Barcelona se ha acercado 40-41 tras un parcial de 11-0. Vuestra réplica, un 0-10.
Es curioso: a veces el equipo responde muy bien en momentos de estrés y con mucha juventud en pista. Itzi [Germán] y Minata [Keita], las veteranas, suelen proporcionarnos ese plus, aunque en otras ocasiones, como hoy [por el sábado], las jóvenes han dado el paso decisivo: Ainhoa [Lacorzana Gervasini] ha tirado del carro, Raquel [Carrera] ha estado muy bien… A Sarah [Ogoke] le ha costado más entrar por las faltas, Itzi no ha estado cómoda, pues le duele la rodilla, Anne [Senosiain], irregular…

—Patricia Vicente ha sido clave tras el descanso.  
Estoy de acuerdo. Patri estaba trabajando muy bien, pero no obtenía resultados. Es fundamental aparezcan muchas jugadoras y no dependamos de nadie. 

—Todas se sienten importantes, aunque haya quienes tengan más peso. 
Ese último es el papel de Itzi Germán y Minata Keita. Ainhoa [Lacorzana Gervasini] nos ha salvado varias veces: esta tarde, en la visita al Barça CBS, en Lugo nos reenganchó al partido cuando estábamos desquiciadas… Otro día es Patri Vicente… Paula [Fernández-Ahuja], con un rol más oscuro, nos está ayudando un montón, igual que Laura [Alonso], que nos da más movilidad. Cada una aporta su granito de arena.   

—Por cómo hablas, parece que tengas toda la temporada en la cabeza y una gran memoria visual. 
Cuando las cosas van bien, todavía trabajas más porque el equipo te lo pide, y en lugar de dos vídeos, ves tres. Nacho [Silva], Pedro [Fernández], Pelayo [Suárez] y servidora nos repartimos el trabajo, editamos los partidos… Hay un trabajo oscuro para que las jugadoras luzcan en la pista. Siempre les digo que los entrenadores y entrenadoras somos meros ayudantes. Las protagonistas son ellas.  

—Pelayo Suárez es el psicólogo.
Y fue jugador a muy bien nivel. En mi época de jugadora Pelayo había estado en un cuerpo técnico y decimos incorporarle el año pasado, cuando la cosa iba regular. A mí me ayudó muchísimo y lo sigue haciendo porque me regala perspectivas diferentes, hace que le dé más vueltas a la cabeza, reflexiona sobre qué le va bien y mal al equipo, el tono adecuado…  

—Les ayuda a relativizar aciertos y errores. A tener los pies en el suelo. 
Exacto. A controlar los colapsos por no jugar partidos o por equivocarse en la pista. Con Pelayo se desahogan más que conmigo. Anne Senosiain, por ejemplo, tiene mucho carácter y se exige muchísimo, tanto que le cuesta digerir un error o que el equipo no juegue bien. Como es la base se echa la culpa a sí misma si las cosas no funcionan. Ella no tiene la culpa, y me canso de repetírselo.

—¿Tú también te exigías tanto cuando jugabas?
Bueno, la jugadora siempre lo hace mucho.

—¿Te sientes identificada con Senosiain?
Yo soy muy andaluza. Tengo otro carácter y forma de ser, más chispa y alegría. Ella es de Navarra, más terca, más cabezona… Cedo antes que ella. Intento que sean cómo era yo en la pista: competitivas, aguerridas y que no bajen los brazos jamás.  Si el rival nos gana, que sea porque es mejor y no es nuestro día. Quizá hemos tenido un pequeño bajón y creo que nos estamos reponiendo.

—¿Cómo se trabaja la confianza?
No es fácil. A veces, por mucho que le digas a la jugadora que lance tranquila, si ella no lo siente así...  

—¿Se puede transmitir confianza como si fuese un juego? 
Sí, más o menos. Si te esfuerzas y no tienes resultados, tu consciencia tiene que estar tranquila, aunque estés cabreada. 

—Te voy a decir lo mismo que en la Copa de la Reina de Zaragoza a Bea Sánchez, jugadora del Uni Ferrol: tienes acento gallego. Ella es de Rota (Cádiz) y tú, de Cabra (Córdoba).
¡Hombre! Fiché por el Celta como jugadora en 2002 y antes ya había jugado dos años en Villagarcía [en esta frase clava el acento gallego]. Son 18 años en Galicia, y mis hijos son gallegos. [Nos reímos]. Se vive muy bien allí.

—A ver si estás de acuerdo o no con Svetislav Pesic, nuevo entrenador del Barça: “No es suficiente que el entrenador les pida lucha y victoria, que les motive, hay que decirles también cómo luchar. Les has de poner normas”. Parece que ahora haya que dar explicaciones por todo.
Tal cual. La juventud necesita entender cómo y por qué hacer las cosas. Antes te decían “¡vamos!” e ibas a muerte, como una loca.

—¿Cómo son ahora las jugadoras jóvenes?
Más señoritas. Parece que si no me se lo explicas todo detallado... Si digo A, por favor, haz A. En general, la sociedad se lo encuentra todo hecho.

—“La mayoría de los jugadores están acostumbrados a permitir que el entrenador piense por ellos. Cuando en la pista se topan con un problema, miran nerviosamente hacia el banquillo con la esperanza de que el entrenador les dé la solución”, defiende Phil Jackson.
Es así. A veces, cuando la jugadora está muy cansada y no le da para pensar, no es malo. Hay jugadoras que son listas y capaces de ir leyendo el partido a tu ritmo.

—¿Crees que falta conocimiento de juego en categorías inferiores?
Sí. Pienso que ahora ha cambiado. Cuando aprendes un detalle técnico, deberías entender también cuándo y cómo utilizarlo. Tengo jugadoras que sólo ven la primera defensa y no la siguiente y/o la de ayuda. Lo bonito sería jugar mucho más libre, pero mi equipo, con todo abierto, suele ser un caos. Con normas y sistemas evitas ese desequilibrio.

—Eso refuerza la confianza con el entrenador o entrenadora, aunque las hace más vulnerables.  
Sí, pero las jugadoras siempre tienen virtudes: tiran o penetran bien. Tienes que ver cuántas jugadoras tienes de un tipo y del otro e intentas conducir a tu equipo hacia el camino idóneo.

—¿Cómo se sentiría Cristina Cantero como base de este Celta?
Yo era de clase media currante: jugué bastantes minutos, aunque no en equipos punteros, y disputé semifinales de Liga. Defendía muy bien, corría y podía jugar de 1, 2 o 3. No era una killer, sino que jugaba para que las demás metiesen. Así que le daría bolas a Keita, Ogoke, Senosiain… ¡Jugaría feliz!

—¿Te retiraste porque no eras feliz? Fuiste la cuarta que más minutos jugó ese curso (2006/2007).
Se me juntó todo, era mi quinta temporada en el Celta, ya entrenaba en la cantera, llevaba dos años casada… Había acabado la carrera y un máster, y buscaba nuevas motivaciones. Me retiré con 29 años porque tuve la sensación de que podía seguir trabajando para el club.

—Fichaste por el Celta después de huir, entre comillas, del Basket Zaragoza, entrenado entonces por Carlos Colinas, tu pareja y actual director deportivo del conjunto celeste.
Esa temporada fue durísima, aunque aprendí mucho en todos los aspectos. Eso sí, me dije que no volvería a pasar por lo mismo.  Cuando Miguel Méndez se fue a Burgos, el presidente se planteó fichar a Carlos de entrenador. Le dije que me parecía perfecto, pero que, si lo hacía, dejaría el equipo. “No, no, tú mandas, llevas aquí muchos años…”, me respondió.

—Entiendo que había compañeras que no estaban cómodas con la situación.
Pero yo no tenía un papel protagonista…  

—Supongo que se cortarían con algunos comentarios estando tú delante.
¡Yo también los hacía! Me cabreaba con él. ¡Era una más!

—Tú te veías una más, pero quizás las otras…
Por ahí viene un poco todo. De hecho, Carlos tuvo problemas con algunas compañeras y a veces la cosa me salpicaba a mí. Y yo no tenía la culpa y no quería saber nada. Mi primer año en el Celta fue buenísimo porque necesitaba volver a ser feliz.

—Te sentías liberada.
Completamente. Miguel Méndez confió en mí y estuve cómoda jugando para las demás y muchos minutos. Hice muy buenas migas con Noemí Jordana, que se convirtió en una de mis mejores amigas. ¿Sabes qué le dije a Itzi Germán cuando le comenté que quería ficharla? “Disfruta jugando, sonríe todo el rato, mejórame  al equipo y juega bien”. Ayer acabé el entreno haciendo dos juegos, una tontería, y vi a Minata reírse… Desde la lesión no soltaba una sonrisa. Y se estaba tronchando por algo que le había pasado con Raquel [Carrera]. Ese momento me llenó más que el 5 contra 5 porque necesito que el equipo disfrute. Hemos tenido muchas lesiones y la gente está muy tensa.

—¿Alba Torrens es la compañera más alegre que has tenido?
[Se ríe]. ¡Puede ser! Hubo un momento en que estábamos en la zona baja, acumulábamos muchas lesiones y Alba hacía cosas de inconsciente. Pero como es una jugona. “Pásamela, tía, que la voy a meter…”, me decía. No ha perdido esa chispa, y ahora tiene serenidad y veteranía. Todo el mundo sonríe con el juego de Alba Torrens. Pase lo que pase, la jugadora tiene que sonreír.

—En ese Celta también estaba Gema García, que se está recuperando de una lesión.
Gema tiene esa chispa andaluza. Su carrera es tremenda. Ha tenido mala pata con la rodilla, pero es muy peleona y trabajadora. Seguro que volverá más fuerte.

—También coincidiste con Tamara Abalde, que este año ha dado un salto de calidad importante en el Stadium Casablanca.
Tiene mucha clase y ve el aro con mucha facilidad. Creo que durante un tiempo Tamara se empeñó en jugar más al 3 que al 4, cuando en el 4 hace muchísimo daño.

—Una de tus compañeras en tu primera temporada en Liga Femenina, Peque Cerqueira, sigue jugando con 43 años.
Tenemos muy buena relación. Habíamos coincidido en el Universidad de Granada, en Primera División [la antigua Liga Femenina 2]: yo era júnior y ella, una sénior que había jugado en el Cortegada, el Getafe… Era top, y la veía…

—¿Inalcanzable?
Tal cual, y quizás entonces no tuvimos tanta relación como en el año de Linares [CB Santana]. Vivía con ella y Bea [Díaz-Larrauri]. Resultó un año brutal que disfruté desde la inocencia, fijándome en el más mínimo detalle. Tenía muchas ganas de aprender.   

—De esa temporada sólo el Perfumerías Avenida en Liga Femenina. El campeón fue el Celta, y el CD Islas Canarias, el subcampeón. Equipos como el UB Barça y el Ros Casares han desaparecido.
El Porta XI tenía una gran plantilla: Begoña García, Isa Sánchez… Tuve suerte de jugar en una Liga Femenina muy bonita y de defender a jugadoras extraordinarias: Elena Tornikidou, Pilar Valero, Rosi Sánchez, Catarina Pollini... Esos retos me llenaban. Recuerdo mucho más esos partidos que los que metí más puntos.  

—¿A qué excompañera te gustaría entrenar?
¡A Noe [Jordana]! Ya se lo he dicho. Nos pelearíamos seguro.

—Pero sería un reto también [risas].
Es tan lista y te hace tan sencillo jugar a su lado… Es un lujo. He llegado a decirles a los entrenadores que me cambiasen porque no era capaz de defender a una rival. Después le daba la vuelta a la situación. O al menos lo intentaba. Eso es tener confianza y madurez.
  
—Tus entrenadores y tú misma teníais claro que acabarías en el banquillo.    
Siendo cadete ya me gustaba. Como jugadora ya leía el juego constantemente. A Laura Alonso, la capitana, la he entrenado desde infantil. Siempre me ha encantado ver crecer a las jugadoras.   

—Transmites conocimientos, sacrificio, dedicación y, sobre todo, ilusión.
Sí. Al equipo le he dicho que si, después del esfuerzo que estamos haciendo, no nos clasificamos para la fase de ascenso, no les podré objetar nada. ¿Será un palo y una desilusión? Sí, pero nuestra consciencia tendría que estar muy tranquila. La vida es dura. Hay que remar cada minuto.

—Fuiste vicepresidenta de la Asociación de Jugadoras de Baloncesto (AJUB). Hace 12 años me dijiste que uno de los objetivos era que todas las jugadoras estuviesen dadas de alta. Parece mentira que la situación fuese ésa.
En esa época peleamos mucho con Betty Cebrián [entonces presidenta, ahora lo es Luci Pascua], estuvimos de abogados, fuimos a Madrid a reuniones… Necesitamos que las jugadoras top den la cara, aunque están en Euroliga y mil historias, y la cabeza no les da… No les da el chollo, como digo yo a veces. Muy gallega esa frase.

—No tienen esa necesidad.
La clase media tiene que estar muy representada en la asociación. Por eso estuve durante un tiempo. Me he tirado muchos años jugando sin cotizar, y es un problema. En mi equipo está legal todo. Hay inspecciones, y si no cumples, te dan por todos los sitios. Y con razón.

—Tu padrino en el baloncesto fue Rafa Montes.
Le tengo un cariño especial, apostó por mí, me sacó del pueblo e incluso parte de mi cuota, y me llevaba y traía en el coche.

—¿Qué debería pasar para que la Liga Femenina recuperase el nivel que tenía cuando te retiraste?
No podemos vivir sólo del dinero público. La empresa privada tiene que ver que es un torneo atractivo y los equipos, acercarse a sus ciudades. Zorka apostó por nosotras cuando no teníamos recursos y es de agradecer. El deporte puede dar mucho a las empresas.  

—Cuando, a finales de noviembre, entrevisté a Raquel Carrera me pareció una persona de 65 años en un cuerpo de 16.  
Es muy madura en pista, pero fuera es una cría. Es muy graciosa.

—“Debo mantenerme con los pies en la tierra y seguir trabajando cada duro. Si continúo mejorando, podré llegar. Que no es así, insistiré hasta llegar sí o sí”, me contestó cuando le pregunté en qué debe mejorar para llegar a la selección absoluta.
Tiene esa naturalidad en pista. Hay que apretarle, necesita seguir trabajando y mejorar. Eso sí, es currante y dispone de referentes cercanos, como Itzi Germán, que es un cañón entrenándose. Esa ética de trabajo es la que tienen que aprender las jóvenes. De ahí que sea importante contar con, al menos, una buena veterana en un equipo. 

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