viernes, 7 de diciembre de 2018

Olga Ruano: "La docencia y el baloncesto me completan"

Cronómetro de Récords entrevista a la pívot del AE Boet Mataró



Olga Ruano, tras la entrevista. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. 

Toni Delgado / Mataró 

"Cuando aprendes, enseña. Cuando recibes, da", defendía la polifacética Maya Angelou, que tocó muchos oficios, y todos bien: fue cantante, actriz, escritora, bailarina, periodista, conductora de tranvías.... La frase le viene como anillo al dedo a Olga Ruano (Barcelona, 1988), gran conversadora, comprometida y que nunca deja las cosas a medias. La pívot del AE Boet Mataró está contenta: hace un cuarto de hora su equipo ha ganado con solvencia al Segle XXI por 72-54. Entre el público, Cristina Hurtado y Mireia Vila, excompañeras en el Bàsquet Femení Sant Adrià, o Rosó Buch, con quien coincidió en la Unió Esportiva Mataró.

—El AE Boet Mataró es un equipo semiprofesional donde todo el mundo hace de todo. Vuestro entrenador, Jordi Vizcaíno, ha pasado la mopa antes del partido. 
[Risas]. Es un club semiprofesional que viene de no serlo y todo el mundo tiene que sumar.  

—Después de tantos años juntos... ¿Sabes siempre qué quiere de ti Jordi Vizcaíno?
Sé qué quiere de mí, aunque ambos podemos hacer cosas extrañas. ¡Si no fuera así, nos aburriríamos!

—¿Qué son esas "cosas extrañas"?
A veces tomo decisiones equivocadas y él, con razón, se enfada mucho. [Risas]. También tenemos que probar cosas nuevas. Lo intentamos y a veces sale bien y otras no. 

—Eres siempre la última en chocar de manos cuando salís a la pista. ¿Es una superstición? 
No recuerdo cuándo empecé a hacerlo, pero ya es un ritual. También me gusta ser la primera en lanzar un tiro libre. 

—Y haces pipí antes de los partidos. ¿Es por los nervios?
Es curioso... [Risas]. 

—Dice Marta Claret que vas al lavabo mucho.  
¡Qué cabrona! Sí, en el vestuario, antes de la rueda rápida... [Se ríe]. Soy muy cuadriculada. Sí, lo hago, no lo puedo evitar. 

—Hace unos días comentabas a Julio Garrido en el canal oficial del club en Youtube que te gusta mucho "abrir la mente". ¿Jugar a baloncesto te ha ayudado a conseguirlo?
Sí. El baloncesto y todo lo que hago. Cada año supone una experiencia nueva y te exige abrir la mente. Después de ascender a Liga Día con el Bàsquet Femení Sant Adrià y de temporadas muy buenas en Liga Femenina 2, pasé a disputar la Copa Catalunya con otras compañeras y otro club. El cambio, muy duro, me permitió tener otras perspectivas y ser más paciente. A veces soy muy directa. Tengo carácter, mala leche.   

—¿Crees que tu alumnado ha notado que tienes más paciencia?  
[Risas]. En la pista soy muy competitiva y me puedo enfadar mucho, mientras que en el cole no me estreso nunca, aunque  trabaje muchísimo. Algunos alumnos y alumnas me vienen a ver jugar y... Claro, siempre me intento controlar. 

—¿Corriges muchos exámenes en los viajes del equipo? 
¡Y tanto! ¿Sabes? [Marta] Claret es mi ayudante. Es muy buena con los números y me suma las puntuaciones súper rápido. Hay semanas que voy al límite. Incluso, a veces, volvemos a casa pocas horas de que suene el despertador el lunes. Pero me gusta. La docencia y el baloncesto me completan. Cuando me falte el baloncesto, lo echaré mucho de menos. Soy muy activa.   

—Tras ascender a Liga Día con el Bàsquet Femení Sant Adrià no continuaste en el equipo. ¿Fue porque no pudiste compaginar las dos cosas?
No seguí porque entraban en una dinámica profesional. Si estoy en un sitio, quiero hacerlo al 100%. Me propusieron que fuese cuatro días y les dije que no porque no puedo estar en un sitio sin implicarme al 100%. En la escuela me ofrecieron jornada completa y ser tutora por primera vez, y acepté. Habría sido demasiado. También es cierto que aproveché que Jordi fichó por el AE Boet Mataró. Me convenció el proyecto, aunque tuviese que sacrificarme un año en Copa Catalunya. Me la jugué, lo pasé mal... Pero subimos. ¡Salió bien! También te digo que si Jordi hubiese seguido en Sant Adrià, habría continuado.  

—Sí que es sólida vuestra relación.  
Mucho. Son muchos años, también con Santi. Si tuviese 23 años, me habría quedado. Las compañeras me apretaron mucho para que me redujera la jornada, pero en mi cole acabamos a las cinco y media. No podía hacerlo. Quiero dar lo mejor de mí.  

—¿Y qué pasaría si ascendéis a Liga Día este año? 
[Risas]. ¡Ostras! En el cole me dicen: "Nota mental, no podéis volver a subir porque tendrás el mismo problema". No lo pienso, pero ojalá subamos. No sé qué haría. 

—Personas que te conocen bien aseguran que eres muy generosa. Haces voluntariado. 
Supongo. Como soy profe, tengo dos meses de vacaciones, que desde hace un tiempo aprovecho de otra forma. Un año fui a Tanzania y el pasado, a Tailandia: estuve en escuelas ofreciendo mi tiempo y conocimientos. Es una lucha que tengo con Jordi: "Llega el verano y en vez de cuidarte te vas a la otra punta del mundo", se queja. Soy así. Me gusta mucho. 

—¿Pero te cuidas de otra forma, no?
Yo creo que sí. Jordi ya sabe cómo soy. El domingo jugamos en Euskadi y el sábado fui al Banco de Alimentos a repartir alimentos. "¡Es que cargas peso!", me insiste. 

—¿Qué crees que te enseña la gente que menos tiene? 
Uff, muchas cosas... Fuera veo y vivo situaciones diferentes que me hacen volver con energía positiva. A veces nos ofuscamos mucho en lo que no tenemos, en lo que queremos... ¡Hay mucha gente que, sin nada, es muy feliz!  

—En el fondo, por los efectos que tiene en ti, es como si fueses a un balneario. 
Tal cual. No voy a salvar el mundo, sino voy a vivir una experiencia, dar mi tiempo y hacer lo que pueda.  


La entrevistada, en el Eusebi Millan. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords.

—Rosó Buch me ha contado hace un momento que en la Unió Esportiva Mataró la cuidaste mucho a ella y a Mariona Ortiz. Eran las júniors. 
Siempre intento cuidar a las compañeras. Soy profe de adolescentes. A veces me enfado, vengo aquí y parece que siga en el cole...  

—¿Te llaman la profe?
No, aunque a veces lo parezca. Siempre he sido de cuidar a las más pequeñas y de dar buen rollo, y con Rosó me lo pasé muy bien. 

—Rosó Buch y tú teníais una jugada. 
¡Es verdad! Qué bueno. Fue un año chulo en Liga 2. Nos reímos mucho. Es una crack. ¡Rosó ya apuntaba maneras! Además, siempre tiene una sonrisa en la cara. Para mí es un ejemplo. Ru es muy guay. Es una delicia ver de qué es capaz de hacer en una pista.  

—"Si somos capaces de que el equipo sonría en la pista, la afición verá un muy buen baloncesto", le contaste a Contracanasta  en la fase de ascenso a Liga Día de León (2017). ¿Cómo se fomenta que un equipo sonría en la pista? 
Es vital que se lo pase bien, y para que eso ocurra los entrenamientos son decisivos. En el Bàsquet Femení Sant Adrià disfrutábamos en las sesiones preparatorias. Todo era divertido. Buscamos que aquí pase lo mismo.  

—Bachi [Víctor Ciavattini, preparador físico en el Bàsquet Femení Sant Adrià] te define como "la líder emocional del grupo". 
¡La líder emocional! Es cierto. Cuando las cosas van mal, me cuesta porque soy una montaña rusa: lo doy todo, pero también tengo mis momentos... Supongo que Bachi lo dice porque me gusta mucho preparar dinámicar, fotos... En definitiva, gestionar emociones.  

—Antes de la final de la fase de ascenso a Liga Fía, en León ante el Cortegada, resumiste la temporada en cartulinas.  
En el vestuario pusimos una palabra de cada una en unos sobres, en cartulinas... En el ascenso a Liga Femenina Jordi nos hizo una especie de rompecabezas con una foto y me lo llevé. También tengo el que monté con Mire [Mireia Vila] con el ascenso a Liga Día. Son recuerdos que, literalmente, tengo enmarcados.   

—¿Qué momento o momentos revivirías de aquel ascenso?
Es complicado... Supongo que cuando suena el pitido del final del partido. ¡Aquello fue espectacular! ¡La que liamos! Ya sabíamos que Jordi se iba y eso hizo que no fuese un momento perfecto.  Tenía el corazón un poco roto, pero el partido y la fase fueron brutales. Nos lo pasamos y jugamos muy bien. Ojalá pudiese repetir una experiencia así algún día. 

—Las dinámicas de equipo, mejor con Marta Claret, ¿no? 
¡Es mi compañera de dinámicas! Somos un poco frikis, eh... [Risas]. El miércoles de la semana pasada repartimos una invitación al resto de compañeras. Las invitábamos el viernes después del entrenamiento. Nos quedamos en la sala de scouting y repartimos fichas para que comentasen, de forma anónima, sus expectativas del grupo, qué opinaban sobre su rendimiento personal... Cenamos bocadillos e hicimos un concurso: leímos los comentarios para ver quién acertaba quién había escrito esos comentarios. Queríamos hacer unos juegos, pero no tuvimos tiempo. 

—¿Qué juegos?
Juegos cooperativos. He sido monitora. Lo llevo dentro. Estas actividades, creo, son súper importantes para que el grupo se conozca más y esté más unido. Hoy nos ha salido un buen partido, pero nos está costando. 

—Tienes poco tiempo libre... No sé si sigues mucho las competiciones de natación sincronizada. 
[Risas]. No, nada. Fue una etapa de mi vida que cerré. Bueno, no del todo. Todavía ayudo a mi profesora de natación sincronizada a montar la exhibición anual en el cole.  

—¿Quieres aprovechar esta entrevista para desmentir que, al contrario de lo que aseguran, no eras de las que estaba abajo en la natación sincronizada?
Bueno... ¡Es que sí que lo era! [Se ríe]. Todo el mundo me pide vídeos y yo... 

—¿Pero hay?
No, no. Quizás alguna foto sí.  

—En una entrevista para Almería noticias, en la temporada 2014-2015, comentaste que habíais hecho 11 semanas de pretemporada. 
¡Cierto! Fue nuestra primera temporada en Liga Femenina 2 con el Bàsquet Femení Sant Adrià. ¡Ganamos los ocho primeros partidos! Aunque luego bajamos el nivel. La Liga empezó a finales de octubre y empezamos a trabajar a mediados de agosto. Jordi se lo tomó muy en serio. 

—Comenzaste a jugar a baloncesto con 16 años. Te has perdido muchas etapas de formación.  
Exacto. A mí no me sirve la típica frase de "esto lo hacías cuando eras mini". Yo no fui mini ni cadete... Quizás me habrían hecho crecer más en las selecciones inferiores, pero tuve otras experiencias. Adquirí otros conocimientos. Sé leer el juego, pero no botar. Cuando se lo digo a las nuevas, me miran con una cara... "Yo todavía quiero aprender", le insisto a Jordi, que me acusa de pesada. Me gusta que me enseñen a hacer otras cosas, aunque sé que después estaré en el poste. Necesito aprender. 

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