jueves, 20 de diciembre de 2018

Sara Mallén, cinco medios de transporte y 19 horas para ver jugar en Italia a Cristina Ouviña con el Bourges

La aficionada aragonesa, opositora a auxiliar de enfermería y seguidora del Stadium Casablanca, explica su aventura a Cronómetro de Récords

Sara Mallén, en el centro, con la plantilla del Bourges Basket. Foto: Bourges Basket. 

Toni Delgado 

“Soy sólo yo mismo. Pienso que ser genuino es triunfar”, defendía Freddie Mercury. Si le hacemos caso al genio, Sara Mallén (Utebo, Zaragoza, 1995) es una triunfadora. 

Esta aficionada del Stadium Casablanca y miembro de la Peña Fiebre Amarilla necesitaba aparcar unos días los libros de la oposición para auxiliar de enfermería y coger aire. "¿Y si voy a ver jugar a Cris?", se planteó a principios de noviembre. Cristina Ouviña es su jugadora
favorita, pero, sobre todo, una buena amiga. Sara miró los siguientes partidos del Bourges Basket, aunque, como "las conexiones con la ciudad no son nada buenas", acabó buscando billetes para visitar Venecia sin el baloncesto como excusa. Por suerte, encontró un vuelo económico que le permitía asistir al Bourges Basket-Famila Schio de Euroliga.   

El 28 de noviembre, a las seis de la tarde, Sara cogió un autobús de Utebo a la capital aragonesa y en Zaragoza-Delicias, otro hacia Barcelona-Sants. Cenó y se fue al aeropuerto, donde pasó la noche y a las 6.45 cogió un avión hacia Venecia. Allí se montó en un tren rumbo a Vicenza. Todavía le quedaba otro hacia Schio. Llegó a la una del mediodía, 19 horas desde que cogió el bus en su pueblo. Entre Utebo y Schio hay unos 1.510 kilómetros.  

Dudó mucho si tenía o no que avisar con antelación a Cristina Ouviña. Al final, Sara lo hizo cuando llegó a Schio y mediante un  tuit, en el que relataba el recorrido y posaba bajo el cartel de la estación con la camiseta del Bourges Basket.

Ouviña se pensó que era un montaje. 

—Sara, ¿de verdad estás en Schio? -le preguntó. 
—Sí. 
—¿Y has venido sola?
—Sí. 
—Estás súper loca, Sara... 
—No te lo voy a negar, Cris...  
—Podías habérmelo dicho. Te habría invitado al partido... 
—Pero entonces no habría sido una sorpresa, Cris... 

Pues no era un montaje, Cristina Ouviña... Foto: Sara Mallén. 
                          
También la madre de Cristina Ouviña le echó un poco la bronca.

—Ya te vale, Sara... Si tampoco hacemos nada para que te sacrifiques tanto por nosotras... 
—Lo hago porque quiero, no porque me sienta obligada -le contestó Sara, una de las primeras personas en llegar al City Arena de Schio. Fue la única que animó al Bourges Basket. Se sentó detrás del banquillo. Aplaudió y gritó cada canasta del conjunto francés. Se esmeró más, claro, con las de su jugadora favorita. "Cris estaba jugando menos y participó casi media hora. Metió nueve puntos y robó un montón de balones [cinco]", celebra Sara, ansiosa por ver en acción a Martina Fassina y a Flor Chagas, a las que descubrió en el Mundial sub 17 de Zaragoza y en el de Minsk (desde casa), respectivamente. "Flor tiene 17 años y es argentina. Muy pronto oiremos hablar de ella", anticipa. A Sara le encanta seguir los torneos de las selecciones de formación para conocer a algunas de las mejores jugadoras del mañana. 

Sara con Flor Chagas, jugadora del Famila Schio. Foto: Sara Mallén. 
                               
El Bourges Basket ganó por 55-66 en un pabellón con un ambiente muy sano. La afición del Famila Schio no se creía que una española hubiese viajado a Italia para ver a un equipo francés. 

—¿Seguro que no estás aquí estudiando?
—Que no, que no... 

"Les entiendo perfectamente. Si a mí una sueca me comentase  que ha venido a Zaragoza sólo por Paulina Hersler, pondría la misma cara...", confiesa Sara.  

—No te engañes. La entenderías... 
—Le diría que está loca... ¡Pero es que yo también! [Risas]. Cuando el Bourges Basket publicó un tuit presentándome y una foto mía con las jugadoras... Cuando empezó a hablarme gente que no conocía... ¡Me di cuenta de que la había liado un poco! 

El City Arena del Famila Schio. Foto: Sara Mallén.

No tardó en percatarse que el viaje le ha servido para seguir hincando los codos para la oposición con las pilas cargadas: "Tenía mucha ansiedad y estar allí, tranquila y a mi rollo, me hizo cambiar el chip. Desde entonces, no le presto atención a las cosas que no son importantes. Me ha ayudado a relativizar muchos aspectos". Puede que también a valorar el delicado momento de su Stadium Casablanca: "Necesita mejorar mucho, aunque soy optimista. Creo que nos salvaremos, pero no será fácil. El siguiente partido es contra el Uni Ferrol, al que sacamos dos triunfos, y si perdemos y gana el Bàsquet Femení Sant Adrià nos iguala a tres triunfos... También están el CB Bembibre o el Ensino, que dará un gran salto de calidad con el fichaje de Ángela Salvadores".  

Sara le llevó provisiones a Cristina Ouviña y a sus compañeras. Foto: Sara Mallén. 
                                      
A Cristina Ouviña la conoció como entrenadora: "Jugamos contra su equipo. Mi técnico era de su pueblo y nos invitó a hacernos una foto con Cris. Nos anticipó que llegaría muy lejos". La primera ver que la vio en la pista a Sara le llamó la atención sus revoluciones en la pista: "Yo jugaba muy parecido. No tan bien, obviamente. Cris se deja el alma y lo que haga falta por cualquier balón y ante quien sea". Ambas tienen "una coña" desde un amistoso que el desaparecido Basket Zaragoza jugó en Utebo... Era el cumpleaños de Cristina Ouviña "y me dio por hacerle una tarta". 

La cosa no acabó ahí.  "¡Cris, si los metes los tiros libres, tienes tarta!", le gritó Sara en un partido de Liga que el Basket Zaragoza acabó ganando al Perfumerías Avenida en la prórroga. Cristina Ouviña se lo recordó a la salida del pabellón: "Los he metido... Quiero la tarta, eh". Ahora, Sara casi siempre le lleva una. No lo hizo en Schio: "Se la daré en verano". Ouviña le ha prometido que le preparará una tarta: "Como se le dé tan bien como jugar a baloncesto...". 

Sara con la bandera de Aragón y su mítica promesa. Foto: Sara Mallén. 

Cuando le pido que se quede con una imagen y una emoción del viaje, escoge el mismo momento: el abrazo con Ouviña nada más encontrarse en Schio. Cree que las dos se traspasaron energía. Al día siguiente, en el aeropuerto de Venecia, su amiga le presentó a más compañeras de equipo, encantadas con los turrones que les llevó Sara. "La más contenta", precisa, "era la fisio. Estaba enamorada de los turrores". Sara hizo muy buenas migas con Alexia Chartereau, que "está muy loca y aseguraba que sabía español, pero...". 

—¿Qué sabía decir Alexia? -le pregunto. 
"Me llamo Alexia" y "estoy como una puta cabra". Poco más. [Risas].  

La entrevistada también se hizo amiga de KB Sharp. Se fijó en sus calcetines. 

—KB, me gustan tus calcetines de LEGO. 
—Siempre tienes que mantener viva dentro la niña que has sido. Tengo 37 años, pero sigo siendo pequeña todavía. 

Sara nos regala una útil moraleja: "Hay que tener ilusión y hacer lo que nos gusta sin pensar tanto en qué dirán los demás. En el aeropuerto no dormí ni en la ida ni en la vuelta. En Schio descansé cuatro horas. Entre el partido, hablar un rato con Cris, cenar, el subidón... Me dormí a la una y pico y tenía el tren a las 6.15 horas tenía el tren. Dentro de 10 o 15 años, con una familia y un trabajo estable, seguramente no pueda hacer estas cosas. Mientras tanto... ¡A disfrutar!". 


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