Hay jugadores eternamente cuestionados. Cada temporada tanto en su club como en la selección surgen varios nombres para ocupar su plaza, pero siempre acaban jugando ellos. Xavi Hernández (Terrassa, Barcelona, 1980) está acostumbrado a convivir en esa dicotomía y lo lleva bien. En el último año incluso ha dado el paso que siempre le ha exigido su padre: "Chuta más, Xavi, chuta más". El mediocentro catalán ha perdido el respeto por tirar y se ha convertido en un complemento más que interesante en ataque. Esta temporada sostuvo al Barça con goles milagrosos como ante Osasuna en el Camp Nou. Y sigue sin perder esa fiabilidad, así que en las semifinales de la Eurocopa ante la Rusia del entronizado Andrei Arshavin Xavi inició una exhibición inesperada (3-0). Lo hizo con un gol de oportunista, el preludio de una segunda parte casi perfecta de España, que jugará la tercera final del campeonato europeo de su historia. Su único éxito internacional se reduce a 1964 y al gol en blanco y negro de Marcelino. El domingo, ante la Alemania de Philip Lahm y Bastian Schweinsteiger, la selección puede confirmar por una vez el favoritismo con el que siempre empieza todos los torneos y que solía diluirse en los cuartos de final.
Rentabilizar un error es una virtud de los mejores, de unos pocos. El tiro a portería de Andrés Iniesta se dirigía hacia la banda hasta que surgió Xavi, que con un único toque la acompañó con la derecha. El centrocampista de Terrassa marcaba el primer gol del partido, era el minuto 50 y la Rusia de Guus Hiddink, que ya había eliminado a la selección en el Mundial de Corea y Japón en 2002, se descomponía definitivamente. ¿Dónde estaba el gran Arshavin que había hecho y deshecho a su antojo ante Holanda y Suecia? El icono ruso, que sigue reiterando su deseo de jugar en el Barça, no demostró más que cualquiera de sus compañeros que no jugaron ningún minuto. Tampoco destacó el otro gran referente de Rusia, Roman Pavlyuchenko, que más allá de su clara oportunidad a la media hora (el balón rozó la escuadra) no aportó demasiado. La estadística es tremendamente clara: el grupo de Hiddink sólo remató una vez entre los tres palos. Fue un cabezazo sin peligro en el minuto 88.
La lesión de Villa
Pocos se imaginaban una actuación tan buena de Xavi ni de la selección, especialmente cuando David Villa, el máximo anotador de la Eurocopa con cuatro goles, tuvo que irse al banquillo lesionado. El delantero del Valencia sufre un tirón muscular en el bíceps femoral y es duda para la final ante Alemania.
Por el habilidoso Villa entró Cesc Fàbregas, al que muchos veían incompatible con Xavi. El jugador del Arsenal está ganándose un puesto en la selección con jugadas tan brillantes como la que permitió a David Silva marcar el tercer y último gol del partido. Cesc centró desde la banda izquierda y el ex jugador del Celta se la colocó y remató. Antes el propio Silva había asistido con un desvío sutil a Dani Güiza, que anotó con una vaselina tan improvisada como genial. Su rendimiento y sus prestaciones son evidentes: asiste, es rápido, sabe generar huecos... Güiza hace cosas que Fernando Torres, a quien sustituyó, no ha sido capaz de realizar durante el torneo.
Salvador de van Gaal
"Hemos hecho un gran partido. Este grupo se merece este éxito", resumió Xavi, que suele sonreír cuando le recuerdan que muchos le acusan de ser un jugador horizontal. El centrocampista se defiende diciendo que no siempre es fácil dar un pase de mérito y que es mejor optar por el pragmatismo que por la falsa artificiosidad. Con un cabezazo oportunista salvó de la destitución a Louis van Gaal en la temporada de su debut en Primera. En Valladolid Xavi premió al técnico que le subió al primer equipo.
"No somos favoritos. Históricamente hace mucho tiempo que España no gana nada y Alemania siempre lucha en todos los eventos, por eso Alemania es favorita. Están mejor físicamente y han tenido un día más de descanso", avisa Xavi, que por fin ha hecho caso a su padre y tira más. La selección y el Barça, el fútbol por extensión, son los beneficiados.
Rentabilizar un error es una virtud de los mejores, de unos pocos. El tiro a portería de Andrés Iniesta se dirigía hacia la banda hasta que surgió Xavi, que con un único toque la acompañó con la derecha. El centrocampista de Terrassa marcaba el primer gol del partido, era el minuto 50 y la Rusia de Guus Hiddink, que ya había eliminado a la selección en el Mundial de Corea y Japón en 2002, se descomponía definitivamente. ¿Dónde estaba el gran Arshavin que había hecho y deshecho a su antojo ante Holanda y Suecia? El icono ruso, que sigue reiterando su deseo de jugar en el Barça, no demostró más que cualquiera de sus compañeros que no jugaron ningún minuto. Tampoco destacó el otro gran referente de Rusia, Roman Pavlyuchenko, que más allá de su clara oportunidad a la media hora (el balón rozó la escuadra) no aportó demasiado. La estadística es tremendamente clara: el grupo de Hiddink sólo remató una vez entre los tres palos. Fue un cabezazo sin peligro en el minuto 88.
La lesión de Villa
Pocos se imaginaban una actuación tan buena de Xavi ni de la selección, especialmente cuando David Villa, el máximo anotador de la Eurocopa con cuatro goles, tuvo que irse al banquillo lesionado. El delantero del Valencia sufre un tirón muscular en el bíceps femoral y es duda para la final ante Alemania.
Por el habilidoso Villa entró Cesc Fàbregas, al que muchos veían incompatible con Xavi. El jugador del Arsenal está ganándose un puesto en la selección con jugadas tan brillantes como la que permitió a David Silva marcar el tercer y último gol del partido. Cesc centró desde la banda izquierda y el ex jugador del Celta se la colocó y remató. Antes el propio Silva había asistido con un desvío sutil a Dani Güiza, que anotó con una vaselina tan improvisada como genial. Su rendimiento y sus prestaciones son evidentes: asiste, es rápido, sabe generar huecos... Güiza hace cosas que Fernando Torres, a quien sustituyó, no ha sido capaz de realizar durante el torneo.
Salvador de van Gaal
"Hemos hecho un gran partido. Este grupo se merece este éxito", resumió Xavi, que suele sonreír cuando le recuerdan que muchos le acusan de ser un jugador horizontal. El centrocampista se defiende diciendo que no siempre es fácil dar un pase de mérito y que es mejor optar por el pragmatismo que por la falsa artificiosidad. Con un cabezazo oportunista salvó de la destitución a Louis van Gaal en la temporada de su debut en Primera. En Valladolid Xavi premió al técnico que le subió al primer equipo.
"No somos favoritos. Históricamente hace mucho tiempo que España no gana nada y Alemania siempre lucha en todos los eventos, por eso Alemania es favorita. Están mejor físicamente y han tenido un día más de descanso", avisa Xavi, que por fin ha hecho caso a su padre y tira más. La selección y el Barça, el fútbol por extensión, son los beneficiados.
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