Adriano, durante un partido de esta temporada con el Inter -EFE. |
Estrella mundial se abandona conforme pierde físico y reconocimiento y gana kilos e inseguridad. El goleador deja de marcar goles con regularidad y pasa a ser considerado un holgazán con un sueldo multimillonario. Adriano Leite Ribeiro (Río de Janeiro, Brasil, 1982) parecía un caso calcado al de tantos otros y pocos pensaban, quizás ni él mismo, que volvería a ser el futbolista corpulento que escondía una técnica depurada, una velocidad de atleta y una habilidad comparable a la de su amigo Ronaldo.
Apodado El Emperador, Adriano no pudo superar la muerte de su padre en agosto de 2004 ni la rotura con su novia Daniela, y entró en un espiral de autodestrucción. Empezó a beber –“sin irme de juerga no podía siquiera dormir”– y bajó su rendimiento sin remedio. El delantero brasileño se encerró en sí mismo y no supo canalizar las críticas. Ahora, apoyado por el presidente del Inter, Massimo Moratti, su gran valedor, y con la confianza de su nuevo técnico, José Mourinho, Adriano vuelve a ser una de las estrellas del equipo, se ha reenganchado al fútbol y confía en poder continuar la gran trayectoria que empezó hace un tiempo. Está en una etapa idónea para hacerlo, tan sólo tiene 26 años.
En los últimos catorce meses a Adriano le ha pasado de todo. En septiembre de 2007 empezó el cúmulo de cambios en su vida: el técnico Roberto Mancini no le inscribió en la Liga de Campeones. Un gesto definitivo con el que Mancini castigaba al jugador (con el que nunca congenió) y le dejaba claro que no contaba con él. Fue una decisión popular y consensuada con el presidente Moratti. Porque tras dos temporadas muy flojas, el Inter había intentado vender al Emperador en verano. La actitud de Adriano tampoco era la mejor, no estaba en forma ni mucho menos y eso, unido a su tendencia al sobrepeso, le convertía en tanque sin músculos. Hasta el alcalde de San Fermo della Battaglia, el pueblo donde residía, le llamó la atención porque los vecinos se quejaban de “ruidos nocturnos”.
“Es como mi segundo hijo”
El Emperador veía los partidos de la grada, era una estrella casi irrecuperable, hasta que, a mediados de noviembre del año pasado, Moratti –“es como mi segundo hijo”– convino con el Sao Paulo una cesión que incluía un tratamiento psicológico. En su país, Adriano continuó sus fiestas nocturnas (no es complicado encontrar en Internet fotos del jugador de fiesta), pero poco a poco recuperó la confianza: marcó dos goles en su estreno (16 en 27 partidos), pero también se excedió en momentos puntuales, como en su agresión en la Libertadores a Domingos, del Santos, o su acto de indisciplina en un entrenamiento, al que llegó más tarde que nadie y se fue antes sin permiso. El club brasileño le descontó el 40% de su salario como castigo.
Apodado El Emperador, Adriano no pudo superar la muerte de su padre en agosto de 2004 ni la rotura con su novia Daniela, y entró en un espiral de autodestrucción. Empezó a beber –“sin irme de juerga no podía siquiera dormir”– y bajó su rendimiento sin remedio. El delantero brasileño se encerró en sí mismo y no supo canalizar las críticas. Ahora, apoyado por el presidente del Inter, Massimo Moratti, su gran valedor, y con la confianza de su nuevo técnico, José Mourinho, Adriano vuelve a ser una de las estrellas del equipo, se ha reenganchado al fútbol y confía en poder continuar la gran trayectoria que empezó hace un tiempo. Está en una etapa idónea para hacerlo, tan sólo tiene 26 años.
En los últimos catorce meses a Adriano le ha pasado de todo. En septiembre de 2007 empezó el cúmulo de cambios en su vida: el técnico Roberto Mancini no le inscribió en la Liga de Campeones. Un gesto definitivo con el que Mancini castigaba al jugador (con el que nunca congenió) y le dejaba claro que no contaba con él. Fue una decisión popular y consensuada con el presidente Moratti. Porque tras dos temporadas muy flojas, el Inter había intentado vender al Emperador en verano. La actitud de Adriano tampoco era la mejor, no estaba en forma ni mucho menos y eso, unido a su tendencia al sobrepeso, le convertía en tanque sin músculos. Hasta el alcalde de San Fermo della Battaglia, el pueblo donde residía, le llamó la atención porque los vecinos se quejaban de “ruidos nocturnos”.
“Es como mi segundo hijo”
El Emperador veía los partidos de la grada, era una estrella casi irrecuperable, hasta que, a mediados de noviembre del año pasado, Moratti –“es como mi segundo hijo”– convino con el Sao Paulo una cesión que incluía un tratamiento psicológico. En su país, Adriano continuó sus fiestas nocturnas (no es complicado encontrar en Internet fotos del jugador de fiesta), pero poco a poco recuperó la confianza: marcó dos goles en su estreno (16 en 27 partidos), pero también se excedió en momentos puntuales, como en su agresión en la Libertadores a Domingos, del Santos, o su acto de indisciplina en un entrenamiento, al que llegó más tarde que nadie y se fue antes sin permiso. El club brasileño le descontó el 40% de su salario como castigo.
El 'Emperador' recuperó la forma y la confianza en el Sao Paulo. |
Seguramente Adriano sonrió cuando le comunicaron que Mancini, pese a haber ganado las dos últimas ligas (tres contando la del escándalo del Moggigate), no continuaba en el club. Tampoco le debió sentar mal el nombre de su relevo en el banquillo, Mourinho, que había intentado ficharle cuando entrenaba al Chelsea y el brasileño despuntaba en el Parma. “Se ve que no ha perdido la estima por mí y se lo pagaré en la Liga de Campeones, que es el objetivo del nuevo Inter”, prometió Adriano en el aeropuerto de Malpensa, en Milán, el día de su retorno al Inter. El pasado 16 de septiembre, en el debut en la máxima competición continental, cumplió su promesa. De hecho, sólo necesitó tres minutos para llevarla a cabo, el tiempo que hacía que había sustituido a Amantino Mancini. Significó el 0-2 ante el Panathinaikos. En los dos encuentros siguientes en el torneo ha sido titular y contra el Anorthosis chipriota marcó el gol del triunfo. En la Liga ha salido en el once inicial en cuatro de los seis últimos partidos y ha anotado un gol ante el Bolonia (2-1).
La presentación oficiosa
Si Leo Messi hizo su presentación oficiosa en un Joan Gamper ante la Juve, Adriano deslumbró ante el Real Madrid en el Trofeo Santiago Bernabéu. En agosto de 2001 marcó de zurdazo el gol de la victoria del Inter (1-2) en un lanzamiento de falta seco y colocado ante el que nada pudo hacer Iker Casillas. Era cuestión de meses que aquella promesa se convirtiese en realidad. Massimo Moratti, su mecenas y presidente neroazzurro, le había fichado del Flamengo por tres millones de euros. Adriano se iría cedido a la Fiorentina y en 2002 sería traspasado a medias al Parma, que compartió el 50% de sus derechos con el Inter. Pese a su calidad no tenía suficiente hueco para progresar en un equipo con Vieri y Ronaldo, un amigo inseparable que le ayudó a encontrar piso. “Me daba vergüenza acercarme a él. Pensaba que se reiría de mí. Pero fue el primero en darme confianza”, recuerda.
Adriano regresó a Milán en enero de 2004 (previo pago de 23 millones, un bálsamo económico para la empresa que patrocinaba al club, Parmalat) y tras marcar 29 goles. Era un fichaje ilusionante para una afición desencantada y que vio en él al sustituto de Ronaldo. El club no ganó ningún título esa temporada, en la que Adriano se proclamaría campeón de América tras una desequilibrada final ante una Argentina superior que se resolvió en los penaltis. Adriano marcó el empate (2-2) y forzó la prórroga en el descuento con un cabezazo. Acabó como máximo goleador del torneo con siete goles. "Como Ronaldo, ha sabido conjugar técnica con calidad y un potente remate. Lo tiene todo para ser el delantero centro de la selección", le elogió Carlos Alberto, capitán de la Brasil campeona del Mundial de 1970.
La presentación oficiosa
Si Leo Messi hizo su presentación oficiosa en un Joan Gamper ante la Juve, Adriano deslumbró ante el Real Madrid en el Trofeo Santiago Bernabéu. En agosto de 2001 marcó de zurdazo el gol de la victoria del Inter (1-2) en un lanzamiento de falta seco y colocado ante el que nada pudo hacer Iker Casillas. Era cuestión de meses que aquella promesa se convirtiese en realidad. Massimo Moratti, su mecenas y presidente neroazzurro, le había fichado del Flamengo por tres millones de euros. Adriano se iría cedido a la Fiorentina y en 2002 sería traspasado a medias al Parma, que compartió el 50% de sus derechos con el Inter. Pese a su calidad no tenía suficiente hueco para progresar en un equipo con Vieri y Ronaldo, un amigo inseparable que le ayudó a encontrar piso. “Me daba vergüenza acercarme a él. Pensaba que se reiría de mí. Pero fue el primero en darme confianza”, recuerda.
Adriano regresó a Milán en enero de 2004 (previo pago de 23 millones, un bálsamo económico para la empresa que patrocinaba al club, Parmalat) y tras marcar 29 goles. Era un fichaje ilusionante para una afición desencantada y que vio en él al sustituto de Ronaldo. El club no ganó ningún título esa temporada, en la que Adriano se proclamaría campeón de América tras una desequilibrada final ante una Argentina superior que se resolvió en los penaltis. Adriano marcó el empate (2-2) y forzó la prórroga en el descuento con un cabezazo. Acabó como máximo goleador del torneo con siete goles. "Como Ronaldo, ha sabido conjugar técnica con calidad y un potente remate. Lo tiene todo para ser el delantero centro de la selección", le elogió Carlos Alberto, capitán de la Brasil campeona del Mundial de 1970.
Adriano festeja el gol del empate en la final de la Copa América ante Argentina -EFE. |
Vulgar en un equipo extraordinario
El jugador se dejó querer por los grandes clubs europeos y llegó a manifestar que estaría encantado de jugar en el Real Madrid. En la temporada 2005-2006 fue uno de los líderes del Inter, que ganaría la Copa y la Supercopa, y meses después (en los despachos), la Liga. Tras el desastroso Mundial de Alemania de su selección, Adriano se transformó en un jugador vulgar en un conjunto extraordinario. En los primeros cuatro meses de competición sólo marcó un gol ante la Roma, en la 11ª victoria consecutiva del Inter, que dejaría el récord histórico en 17. Empezó el 2007 a gran nivel, pero acabó volviendo a la irregularidad y su futuro en el club se complicó. Si continuó en Milán fue porque no pudieron venderle.
Adriano se declara una persona tremendamente familiar (lleva tatuados el nombre de muchos familiares) y es muy religioso. Su ritual cada partido es mirar al cielo y, brazos en alto, rezar. Gran parte de su infancia se redujo a las favelas, especialmente a la suya, que consistía en dos habitaciones y un comedor que servía de lavabo. Ésa fue su única realidad hasta que no tuvo diez u once años y se hizo amigo de Wilson, compañero en los juveniles del Flamengo. “Fue él quien me llevó por primera vez a Río y me hizo ver fue el mar”, recuerda el delantero brasileño en su biografía, Anatomía de un Emperador: Adriano, editada por La Gazzetta dello Sport. Dice que entonces entendía que “para sobrevivir se recurriese a los robos y a las pistolas” y recuerda que incluso presenció un homicidio en la puerta de su casa y vio cómo herían a su padre en un tiroteo protagonizado por bandas rivales (tiempo después moriría de un paro cardíaco). El delantero cuenta que su madre, Rosilda, les salvó a él y a sus hermanos de caer en el narcotráfico y en la mala vida. “El mundo es muy difícil, pero hay que luchar, sin matar ni robar, y creer en los sueños”, repetía Rosilda. Ése es el lema de Adriano, que se ha propuesto volver a ser el jugador que fue. Ésa es su meta. De momento se ha reenganchado al fútbol. No todos pueden decir lo mismo.
El jugador se dejó querer por los grandes clubs europeos y llegó a manifestar que estaría encantado de jugar en el Real Madrid. En la temporada 2005-2006 fue uno de los líderes del Inter, que ganaría la Copa y la Supercopa, y meses después (en los despachos), la Liga. Tras el desastroso Mundial de Alemania de su selección, Adriano se transformó en un jugador vulgar en un conjunto extraordinario. En los primeros cuatro meses de competición sólo marcó un gol ante la Roma, en la 11ª victoria consecutiva del Inter, que dejaría el récord histórico en 17. Empezó el 2007 a gran nivel, pero acabó volviendo a la irregularidad y su futuro en el club se complicó. Si continuó en Milán fue porque no pudieron venderle.
Adriano se declara una persona tremendamente familiar (lleva tatuados el nombre de muchos familiares) y es muy religioso. Su ritual cada partido es mirar al cielo y, brazos en alto, rezar. Gran parte de su infancia se redujo a las favelas, especialmente a la suya, que consistía en dos habitaciones y un comedor que servía de lavabo. Ésa fue su única realidad hasta que no tuvo diez u once años y se hizo amigo de Wilson, compañero en los juveniles del Flamengo. “Fue él quien me llevó por primera vez a Río y me hizo ver fue el mar”, recuerda el delantero brasileño en su biografía, Anatomía de un Emperador: Adriano, editada por La Gazzetta dello Sport. Dice que entonces entendía que “para sobrevivir se recurriese a los robos y a las pistolas” y recuerda que incluso presenció un homicidio en la puerta de su casa y vio cómo herían a su padre en un tiroteo protagonizado por bandas rivales (tiempo después moriría de un paro cardíaco). El delantero cuenta que su madre, Rosilda, les salvó a él y a sus hermanos de caer en el narcotráfico y en la mala vida. “El mundo es muy difícil, pero hay que luchar, sin matar ni robar, y creer en los sueños”, repetía Rosilda. Ése es el lema de Adriano, que se ha propuesto volver a ser el jugador que fue. Ésa es su meta. De momento se ha reenganchado al fútbol. No todos pueden decir lo mismo.
3 comentarios :
Hola.
Lo primero felicitarte por el blog, tiene de todo: artículos extensos y buenos, un diseño simple pero vistoso y una frecuencia de artículos excelente.
¿Te interesa intercambiar links?
Un saludo!!
El fútbol es injusto
Hola, buen blog, estoy visitando algunos blogs de los premios 20blogs, felicidades por el tuyo, muy agradable, me tomare un tiempito más para poder leer algo, mientrastanto te invito a que visites el mio, es de música y tambien participa en los premios.
Saludos desde www.elmercaditodelrock.blogspot.com
Aguante Boca Juniors!!.
Hola de nuevo.
Muchas gracias por todo. Solo quería comentarte que lo del banner lo estoy pensando, pero tampoco se me ocurre nada original, como bien dices, lo de los dos jugadores, uno triste y otro alegre sería recurrir a un topicazo jeje.
Bueno, de nuevo, gracias por tu visita y por los ánimos para el concurso, lo tengo complicado, pero se intentará.
Un saludo!!
El fútbol es injusto
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