Los primeros días de clase sirven para habituarse a los nuevos profesores y exigencias, a las mesas e incluso a las vistas a través de la ventana, pero lo que nunca puede faltarle al alumno es actitud ni rigor. Por mucho que representen jornadas más relajadas, el estudiante no debe dejar de hacer los deberes o de tomar apuntes. No debería tomar ejemplo de lo que hizo el nuevo Barça en la primera parte de su estreno oficioso, cuando se presentó como un equipo lleno de fisuras en defensa y demasiado parejo al Sant Josep Girona, equipo de LEB Oro y heredero de Akasvayu (41-38). Lo que les dijo y exigió Xavi Pascual en el descanso no saldrá a la luz. El discurso, fuese en el tono que fuese, resultó decisivo para que el conjunto azulgrana quisiese demostrar su verdadero potencial y la actitud adecuada de un equipo profesional (95-53). El Barça se clasificó para la final de la Lliga Catalana (mañana domingo, 18.15 horas, TV3), un partido especial Ricky Rubio, que recibió los primeros pitos de sus ex aficionados. Un reencuentro morboso.
“No me lo sé todo porque sólo llevo dos días sólo entrenando”, analizó Ricky, que no se mostró preocupado por la reacción de ex seguidores: “Cuando no te dicen cosas bonitas tienes que estar pendiente del básket y olvidarte de lo demás. Guardo muchos buenos recuerdos de allí”. El nuevo base azulgrana tuvo un buen debut y lideró a su equipo con dos recuperaciones seguidas en el tercer cuarto (50-40, 23m 09s), cuando sólo el Barça sólo permitió siete puntos y anotó… 33. Ricky se entendió bien con Erazem Lorbek, más alto y poderoso que sus rivales. También destacó Jordi Trias, el exponente de actitud dentro y fuera de la cancha. El pívot catalán no ha tenido demasiadas oportunidades desde la llegada de Pascual, pero sigue empeñado en merecerlas. Por lo visto ante el Sant Josep Girona, debe tener más papel: metió 16 puntos. Menos tuvo que esmerarse Juan Carlos Navarro, el icono de la sección y capitán de la selección española, que anotó tres triples.
Mickael, el 3 deseado
El inicio del Barça resultó totalmente reprochable. No sirve de excusa que el grupo esté muy remozado. Hay cuestiones, como la concentración y la ambición, que no dependen de las novedades, sino del grupo en así. El Sant Josep Girona salió con la máxima intensidad y un jugador más entonado que el resto, Drevo (16 puntos en la primera parte, 20 al final). El Barça dominaba en el marcador casi exclusivamente por la dirección de Víctor Sada y el pragmatismo de Pete Mickeal, el primer fichaje en llegar, pocos días después de la victoria en la Liga ACB y precisamente procedente del rival en la final, el Tau, ahora llamado (y suena extraño) Caja Laboral. Mickeal es el 3 de calidad que le ha faltado al equipo en los últimos tiempos y que hubiese podido ser un defensor de garantías en las semifinales de la Final Four en Berlín para Siskauskas en el único día realmente malo del Barça en toda la Euroliga. Mickeal es un jugador tan físico como cerebral. Tan contundente como efectivo. El escolta estadounidense lideró a los azulgrana en el primer cuarto (19-13).
Exigía más comunicación en defensa Pascual y defender como posesos el primer ataque. El técnico azulgrana no disimuló su enfado cuando vio cómo Drevo anotaba un triple solo en ese contexto y lideraba un parcial de 2-9 (27-22), que coincidía con una infracción de tres segundos en zona de Lorbek. Apoyado por el acierto desde fuera de Feliu, Drevo cerró el marcador al descanso. Ahí se acabó el Barça sin actitud y comenzó el que muchos ven como gran favorito para ganar la Liga ACB y, como mínimo, para volver a repetir presencia entre los cuatro mejores de la Euroliga. Antes deberá afrontar la final de la Lliga Catalana y la semana que viene, las semifinales de la Supercopa ante el anfitrión, Gran Canaria.
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