Hay deportistas a los que resulta imposible referirse sin utilizar frases condicionales ni teorizar sobre por qué no aprovecharon su potencial y quedaron encorsetados como eternas promesas, en el camino entre la solidez –y puede que el estrellato– y la pura normalidad. Fran Vázquez (Chantada, Lugo, 1983) estuvo cerca de quedarse para siempre en ese grupo de jugadores prescindibles y de ser recordado como quien se atrevió a renunciar a jugar a la NBA y desechó a continuación las ofertas de Madrid y Barça para fichar por un nuevo rico como Girona, ilusionado con la llegada de Akasvayu. Una apuesta que convirtió a Vázquez en el mejor pagado de la Liga ACB, con casi dos millones de euros entre sueldo y propiedades, pero que a cambio le hizo estancarse deportivamente. Para muestra, una imagen, la instantánea más recordada de su curso en Girona: Copa del Rey de 2006, Madrid, Vázquez ocultaba su cara con las manos para no mostrar su decepción por perder en cuartos después de haber fallado sus cinco tiros y cometer cuatro personales.
Poco quedaba del pívot solvente, atlético y dominante al que los Orlando Magic habían escogido en el draft de 2005 y que tantas veces había machacado los aros en Unicaja. Respondía más a un jugador confundido que al gran responsable de que la selección accediese a las semifinales del Europeo de Belgrado. Nada que ver con aquel líder descarado que forzó la prórroga ante Croacia con una canasta al límite y permitió a España acudir al Mundial de Japón de 2006, felizmente ganado y al que Vázquez renunció por molestias físicas. Marc Gasol, su sustituto, alcanzaría la madurez en dicho campeonato, mientras que Vázquez ya no iría convocado nunca más con España. Renunciaría a ir a Japón por problemas físicos tras otro curso complicado, esta vez en el Barça, con otro contrato sideral y, de nuevo, con un rendimiento alejado de dicho privilegio. Cierto es que durante los dos años y medio que compartieron en el club Dusko Ivanovic no le motivó ni mimó lo suficiente. Incluso hay quien defiende que reforzó su inconsistencia. Un pecado para Vázquez, que necesita sentirse y ser partícipe en el grupo y que confíen en él para rendir en condiciones. Un mensaje que entendió desde el primer momento Xavi Pascual, el recambio de la casa de Ivanovic después de que éste dijese, con todas las letras, que con esa plantilla poco más podía hacer. Pascual sí supo sacar provecho de un jugador que se estaba dejando a perder y al que ayudó a ser, por primera vez desde su llegada a Barcelona, un puntal del equipo tanto en España como en Europa. El curso pasado Vázquez logró sus mejores números en la Liga ACB (12 puntos y 6’6 en liga regular, 10’1 y 4’9 en playoff) y la ganó. Y ahora, con total merecimiento, ha sido nombrado MVP de la Copa del Rey de Bilbao, competición en la que promedió 12 puntos y 4'3 rebotes y siempre resultó capital en los momentos más comprometidos del grupo.
El Mundial
Vázquez vuelve a ser Vázquez. Hace un mes se convirtió en el mejor taponeador histórico de la Euroliga, y ya se le considera como un jugador imprescindible para el Mundial de Turquía del próximo verano, especialmente si se confirma la ausencia de Pau Gasol. Preguntado sobre esta cuestión nada más acabar la final impecable ante el Real Madrid lanzó pelotas fuera: “Yo me dedico a jugar y cuando llegue el momento, hablaremos”. Siempre ha sido un tipo de pocas palabras con los medios, quizás porque le dolió especialmente el tratamiento que tuvieron algunos medios de comunicación sobre su decisión de renunciar a la NBA y que justificó por “el miedo a no adaptarme y a no dar el nivel”. “¿Cobarde? No me siento un cobarde. No he renunciado de manera definitiva a la NBA”, se defendió, sintiéndose atacado, en aquel verano de 2005.
Se ha escrito y teorizado mucho sobre su carácter o sobre el supuesto poder en sus decisiones que tiene su mujer. También sobre polémicas sin sentido, como la que surgió tras un partido del Akasvayu contra el Leche Río Breogán cuando un periodista le preguntó cuándo volvería al lugar donde nació, Chantada: “Cuando voy, hay gente que habla mal de mí, y cuanto menos lo hagan menos iré”. Lo dijo únicamente por sus detractores, pero, ya se sabe, los tímidos tienen más números de que su mensaje se malinterprete: es fácil que no gestionen bien el tono y que, por tanto, suene a puya lo que no lo es. Tampoco se escapó del mal rollo su pareja, que según recogió el Diari de Girona supuestamente habría cuestionado el trabajo de Edu Torres, entonces técnico del Akasvayu. Ahora, por fin al margen de polémicas y rumores, y con la confianza de Pascual, Vázquez camina hacia la madurez en un Barça montado para ganarlo todo.
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