sábado, 20 de febrero de 2010

Llull y Jaric se exceden ante un DKV Joventut entusiasta y jovial

Llull intenta robarle la pelota a Fernández -EFE.


Persiste el Real Madrid en conseguir la Copa del Rey, un trofeo que no gana desde 1993 y que tiene marcado como el primer éxito del remozado proyecto de Messina. El primer paso para conseguirlo lo dieron sus dos jugadores más en forma del momento: Sergi Llull (Mahón, 1987) y Marko Jaric (Belgrado, Serbia, 1978). Llull, con 29 puntos (6/9 en triples) y Jaric, con 26, se excedieron ante un DKV Joventut entusiasta y jovial (90-82) que no se destempló pese a su nefasta puntería desde más allá de 6’25 (4/24) y la irregular actuación de su líder, Tucker, que anotó 14 puntos, pero con 1/9 en tiros de tres. El Real Madrid se enfrentará al Caja Laboral (hoy sábado, 20.30 horas, La 2) por un sitio en la gran final.


Jaric ha sido el penúltimo en llegar y el primero en acoplarse al equipo. El juego del Real Madrid pasa, para bien o para mal, por las manos del serbio, que asiste, roba y pierde más balones que nadie del equipo en Liga. El serbio es el termómetro del conjunto blanco y, sin duda, se convirtió en el protagonista de la primera parte con 16 puntos y tres asistencias, anotando bajo cualquier circunstancia y en cualquier posición (51-39 al descanso). El suyo es un triunfo al amor propio, pues se pasó varios meses sin tener bola en Memphis y aprovecho dicha inactividad para ponerse en forma como nunca, con sesiones más duras y específicas en verano. Casado con la modelo Adriana Lima, Jaric se esforzó para estar preparado físicamente para cuando llegase una oferta interesante y apareciese un entrenador dispuesto a confiar en él. La propuesta vino de Madrid y por orden de Messina, que le proporcionó minutos desde el primer partido, en Madrid ante el Asefa Estudiantes y cerrado con una dolorosa derrota del conjunto blanco en la prórroga.


Ésa fue la última de la serie de cuatro derrotas que encadenó el Real Madrid en la Liga, partidos en los que no pudo participar Llull por lesión. Casualidad o no, el equipo notó la ausencia del joven base y no pudo subsistir con un único director puro, Prigioni, que de momento no ha podido alcanzar el nivel mostrado en Vitoria. El argentino es un jugador de carácter que se pierde demasiado en protestas y así se fue al banquillo a los 4m 40s, con dos personales, y protestando. Le suplió Llull, el gran agitador al final de los primeros dos cuartos, especialmente en el segundo con dos triples en 40 segundos y manteniendo las distancias ante un DKV Joventut que se había mantenido cerca en el marcador mientras el ritmo había sido pausado y complaciente y gracias a jugadores lejos de los focos principales como Bogdanovic (16 puntos) y Sonseca (ocho).


El esperado y señalado –estadísticas en mano– como referente no anotó sus primeros puntos hasta los 17m 12s: Tucker sufrió un martirio con todos sus defensores, desde Jaric a Prigioni pasando por Kaukenas y Hansen. Este último había sido el impulsor de que el Real Madrid consiguiera sus primeras ventajas interesantes como al principio había hecho Garbajosa, al que le falta físico, pero le sobra talento para seguir aportando cosas positivas en el parquet. El contraste estaba en el banquillo, con Vidal y Bullock como meros espectadores en el banquillo. Acostumbrados a destacar en la Copa, ambos vieron el partido como si hubiesen pasado por taquilla para presenciar el torneo.


Parecía que el Real Madrid iba a conseguir el triunfo más claro hasta ahora de la Copa del Rey, pero nunca llegó a superar los 16 puntos de margen (55-39, 57-71). Y sobre todo nunca terminó de desconectarse el conjunto de Sito Alonso, que dio a conocer para el gran público a la última promesa de la inagotable cantera verdinegra: Jelinek. El checo, que encaja en ese juego alegre y rápido que caracteriza al equipo, fue el gran impulsor de que la Penya recortase las diferencias con contundencia (63-56 a los 26m 02s). Un objetivo al que por fin se añadió Tucker, que quizás fruto de querer ir demasiado deprisa, también acumuló su tercera y cuarta personal en poco más de un minuto. Su único triple llegaría a 7m 11s, con su equipo convencido que la remontada era posible, con las torres Eyenga, Bogdanovic y Koffi como artífices de los puntos de un DKV Joventut resguardado en una zona 2-3. Un obstáculo que Jaric y Llull se encargaron de solventar con cinco y trece puntos respectivamente en el último cuarto. Ambos se excedieron ante una Penya entusiasta y jovial, castigada por su falta de puntería en los triples.


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