Enclavado entre Buckimhamshire y Northamptonshire, el remozado circuito de Silvertone está a unos 120 kilómetros de Londres. Y la capital de Gran Bretaña se encuentra a dos horas y media en tren de Liverpool, la ciudad de los Beatles. Una excusa, una razón de peso para que Jorge Lorenzo (Palma de Mallorca, 1987) celebrase su octava victoria en Moto GP (la 29ª de su carrera, tantas como Loris Capirossi) poniéndose la chaqueta azul característica de Paul McCartney. Otros tres amigos (con equipación completa) aparecieron para hacer posible la foto de homenaje a un grupo inmortal que no deja de aparecer nunca en las listas de los más vendidos y que no pierde entusiastas: hace dos días un coleccionista estadounidense pagó más de un millón de dólares por un manuscrito de John Lennon de la canción A day in the life (Un día en la vida), del mítico álbum Sgt. Pepper’s lonely hearts club band. Un tesoro tan valioso como el triunfo de Lorenzo en Silverstone, que no albergaba una prueba del Mundial desde 1986. En la categoría máxima (500cc entonces) ganó el australiano Wayne Gardner. Lorenzo ni tan siquiera había nacido. Ahora lidera el campeonato con 37 puntos de margen sobre Andrea Dovizioso (2º) y 42 con Dani Pedrosa (sólo 8º) –a Valentino Rossi, lesionado, le saca 54–.
Como los Beatles, tiene su propio sello: está acostumbrado a utilizar los primeros giros como toma de contacto con el asfalto y coger confianza. Pero en el GP de Gran Bretaña, celebrado en el circuito de Silverstone, cambió su proceder: empezó como un tiro. Así, recorrió la tercera vuelta sólo seis décimas más lento que su pole y la siguiente, dos menos. Total que en la octava vuelta ya tenía más de seis segundos sobre el segundo, entonces y finalmente, Dovizioso: “Jorge está muy fuerte y es muy constante”. La decisión del equipo de Lorenzo de empezar con neumáticos blandos para ganar terreno resultó la idónea. “Aunque no esperábamos que obtuviese tan diferencia”, reconocía Ramón Forcada, su jefe de mecánicos, preguntado por Izaskun Ruiz durante la retransmisión de la carrera en Televisión Española.
Primera vuelta fantástica
Lorenzo rodaba a otro nivel, en otra dimensión, pero no rebajaba su esfuerzo. “Quizás he arriesgado mucho en las primeras vueltas”, concedería después. Antes el máximo riesgo lo tomó durante el primer giro, el más espectacular de la prueba. Relatémoslo en orden cronológico: Pedrosa le superó por el interior; Lorenzo recuperó la posición en paralelo y volvería a cederla por dentro, pero respondería adelantando a Pedrosa por fuera, en lo que sería la acción decisiva de una prueba cuando ni tan siquiera se había completado la primera vuelta. Todo esto sucedió en algo más de lo que se tarda en leer en este párrafo. Indescriptible. Un guiño a aquellos que defienden que un Mundial con Rossi siguiendo las carreras en casa no tiene interés. Tampoco resulta sencilla la ausencia de Il Dottore para Lorenzo –“cuando la situación del campeonato cambia tanto, es normal que tu cabeza vea las cosas de otra manera”–.
A Lorenzo le ha caído de repente y por la desgracia de su compañero el cartel de máximo favorito. Una responsabilidad mayúscula para el balear, que ha pasado de mirar a Rossi a ampliar sus miras hacia Honda. Con Casey Stoner muy bajo de forma y peleado con su moto (remontó hasta la quinta plaza, pero completó la primera vuelta… 12º, está a ¡80 puntos del líder!), teóricamente serán Pedrosa y Dovizioso sus máximos rivales. El catalán se hundió tras un buen inicio y con problemas en la fiabilidad de su moto sólo pudo acabar octavo. Le faltó también más determinación. No hay que olvidar que se había caído en la calificación (la Honda le pasó, sin consecuencias graves, por encima de la rodilla) y minutos antes de la prueba, con el chasis nuevo. Inconvenientes que no tuvo Dovizioso, que no padeció para defender el segundo puesto que le birló muy pronto a Randy de Puniet. Tercer sería el estadounidense Ben Spies, que superó en una dramática última vuelta a su compatriota Nicky Hayden, por cuarta vez cuarto: “Estoy muy contento, pero ha sabido mal que fuese precisamente contra él”.
Lorenzo siempre ha sido un inconformista y totalmente competitivo. En una de sus primeras carreras, con tres años, bajo la lluvia y sobre un barrizal, el pequeño Jorge se paraba de vez en cuando para quitarle el barro a sus ruedas. “¿He ganado? ¿He ganado?”, le preguntaba a su padre. Una secuencia graciosa, pues la prueba ya había acabado y le habían doblado un par de veces sus rivales, de entre diez y quince años. En Silverstone no se encontró con lluvia, pero sí con una nueve victoria. De principio a fin. Lorenzo sólo ha perdido diez puntos de 125.
Como los Beatles, tiene su propio sello: está acostumbrado a utilizar los primeros giros como toma de contacto con el asfalto y coger confianza. Pero en el GP de Gran Bretaña, celebrado en el circuito de Silverstone, cambió su proceder: empezó como un tiro. Así, recorrió la tercera vuelta sólo seis décimas más lento que su pole y la siguiente, dos menos. Total que en la octava vuelta ya tenía más de seis segundos sobre el segundo, entonces y finalmente, Dovizioso: “Jorge está muy fuerte y es muy constante”. La decisión del equipo de Lorenzo de empezar con neumáticos blandos para ganar terreno resultó la idónea. “Aunque no esperábamos que obtuviese tan diferencia”, reconocía Ramón Forcada, su jefe de mecánicos, preguntado por Izaskun Ruiz durante la retransmisión de la carrera en Televisión Española.
Primera vuelta fantástica
Lorenzo rodaba a otro nivel, en otra dimensión, pero no rebajaba su esfuerzo. “Quizás he arriesgado mucho en las primeras vueltas”, concedería después. Antes el máximo riesgo lo tomó durante el primer giro, el más espectacular de la prueba. Relatémoslo en orden cronológico: Pedrosa le superó por el interior; Lorenzo recuperó la posición en paralelo y volvería a cederla por dentro, pero respondería adelantando a Pedrosa por fuera, en lo que sería la acción decisiva de una prueba cuando ni tan siquiera se había completado la primera vuelta. Todo esto sucedió en algo más de lo que se tarda en leer en este párrafo. Indescriptible. Un guiño a aquellos que defienden que un Mundial con Rossi siguiendo las carreras en casa no tiene interés. Tampoco resulta sencilla la ausencia de Il Dottore para Lorenzo –“cuando la situación del campeonato cambia tanto, es normal que tu cabeza vea las cosas de otra manera”–.
A Lorenzo le ha caído de repente y por la desgracia de su compañero el cartel de máximo favorito. Una responsabilidad mayúscula para el balear, que ha pasado de mirar a Rossi a ampliar sus miras hacia Honda. Con Casey Stoner muy bajo de forma y peleado con su moto (remontó hasta la quinta plaza, pero completó la primera vuelta… 12º, está a ¡80 puntos del líder!), teóricamente serán Pedrosa y Dovizioso sus máximos rivales. El catalán se hundió tras un buen inicio y con problemas en la fiabilidad de su moto sólo pudo acabar octavo. Le faltó también más determinación. No hay que olvidar que se había caído en la calificación (la Honda le pasó, sin consecuencias graves, por encima de la rodilla) y minutos antes de la prueba, con el chasis nuevo. Inconvenientes que no tuvo Dovizioso, que no padeció para defender el segundo puesto que le birló muy pronto a Randy de Puniet. Tercer sería el estadounidense Ben Spies, que superó en una dramática última vuelta a su compatriota Nicky Hayden, por cuarta vez cuarto: “Estoy muy contento, pero ha sabido mal que fuese precisamente contra él”.
Lorenzo siempre ha sido un inconformista y totalmente competitivo. En una de sus primeras carreras, con tres años, bajo la lluvia y sobre un barrizal, el pequeño Jorge se paraba de vez en cuando para quitarle el barro a sus ruedas. “¿He ganado? ¿He ganado?”, le preguntaba a su padre. Una secuencia graciosa, pues la prueba ya había acabado y le habían doblado un par de veces sus rivales, de entre diez y quince años. En Silverstone no se encontró con lluvia, pero sí con una nueve victoria. De principio a fin. Lorenzo sólo ha perdido diez puntos de 125.
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