El pívot tunecino, clave para desestructurar al Barça en un primer tiempo decisivo para empatar la final (87-78)
Mejri, durante el partido - ACB Photo. |
Cuenta Salah Mejri (Jendouba, Túnez, 1986) que en Santiago de Compostela y con Moncho Fernández como mentor aprendió a centrarse más en el juego, a moverse mejor y sus recursos en el poste abajo. Que se hizo un jugador todavía más hambriento y equilibrado. Su curso en el Obradoiro fue el de presentación en la Liga ACB y sus números (9'3 puntos y 5'4 rebotes de media) le valieron el reconocimiento al Jugador Revelación, además de su fichaje por un Madrid en el que, en general, ha tenido un papel puntual y de reparto.
Aunque puede que fue el mejor contra el Barça, que amenazaba con irse al Palau con un 0-2 a favor, tuvo una repercusión definitiva frustrando a los interiores azulgrana (sólo 20 puntos) y volando para machacar el aro tres mates, colocar dos gorros y hacerse con siete rebotes, cuatro de ellos ofensivos. Mejri puso la guinda al primer cuarto (24-14, mejor jugado por los blancos, a los que les sirvió de colchón suficiente a pesar de la persistencia de un Barça liderado sobre todo por Navarro y Oleson.
Aunque puede que fue el mejor contra el Barça, que amenazaba con irse al Palau con un 0-2 a favor, tuvo una repercusión definitiva frustrando a los interiores azulgrana (sólo 20 puntos) y volando para machacar el aro tres mates, colocar dos gorros y hacerse con siete rebotes, cuatro de ellos ofensivos. Mejri puso la guinda al primer cuarto (24-14, mejor jugado por los blancos, a los que les sirvió de colchón suficiente a pesar de la persistencia de un Barça liderado sobre todo por Navarro y Oleson.
"Probablemente yo sea el que más le valora a Salah", reconoció Pablo Laso, que tuvo que vivir el partido sentado en el banquillo porque se rompió el talón de Aquiles en el primer encuentro: "No hace falta que nadie me diga lo que nos puede dar, su crecimiento sigue siendo buenísimo. Ha hecho un partido muy bueno defensivamente". Quién diría que Mejri no empezó a jugar al baloncesto hasta los 18 y porque se lo recomendó un entrenador. Él era un medio defensivo que admiraba a Zidane e idolatraba a Figo. Ahora, con 28 recién cumplidos (sopló las velas el domingo pasado), debe ser un puntal en el Madrid. Esta vez sobre todo brilló en el primer tiempo ante un Barça que empezó sin fuelle ni puntería y perdiendo pelotas absurdas. Dorsey y Tomic no tardaron de cargarse de personales como Llull y Rudy, que llegó a tener momentos en los que parecía infalible. Todo lo contrario que Papanikolaou, vulnerable y casi siempre más lento que el contrario.
El Madrid dominaba el rebote, con Mejri intimidador, y controlaba los latidos del partido con Darden minimizando a Huertas y a pesar de otra actuación mediocre de Mirotic. Sada y Navarro despertaron al Barça, vivo al descanso (40-30) y que pudo bajar los brazos tras el arrebato de Rudy (52-37 a los 24m 35s y 54-39 a los 25m 25s). Pero no lo hizo porque Huertas encontró su brújula, extraviada hasta entonces, Navarro continuó funcionado, surgió Lorbek e irrumpió un Oleson que encadenó 17 puntos, estaba en todos los sitios (73-67 a 5m 5s). Mejri puso músculo como Reyes y los esfuerzos de Huertas fueron insuficientes. Al Barça le sobró un triple a 1m 23s de Darden (83-74) y también que su rival 11 tiros libres más. Esta vez Laso no quiso valorar la actuación arbitral y la final se iguala a una victoria por barba.
MADRID 87 (24+16+18+29): Llull (4), Fernández (17), Darden (12), Mirotic (4) y Bourousis (12) –quinteto inicial–; Reyes (10), Díez (0), Rodríguez (12), Carroll (5), Slaughter (0) y Mejri (11). BARÇA 78 (14+16+21+27): Huertas (11), Navarro (15), Papanikolaou (2), Nachbar (7) y Tomic (4) –quinteto inicial–, Dorsey (5), Sada (6), Abrines (2), Oleson (17), Lorbek (7) y Lampe (2).
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