martes, 5 de mayo de 2015

Octavio Pérez: “Un deportista inteligente aguanta muchos años a buen nivel”

Cronómetro de Récords a un aficionado leonés con un amplio recorrido en el baloncesto femenino 

Octavio Pérez. 

"Tan sólo quería agradecerte, si es tuyo (espero no equivocarme, ya que te he buscado por Internet), haber escrito el artículo que analiza la desaparición del UB Barça que nos ha pasado una amiga al foro que llevamos". Así empezaba el correo electrónico que Octavio Pérez (León, 1982) me escribió hace casi ocho años y en el que se confesaba como un buen seguidor de baloncesto femenino. En un segundo e-mail ponía un ejemplo de su pasión: "Me encontré con Marta Ginés en la concentración de las sub 20,
en Bembibre, y me llegó a decir 'eres muy friki, estás en todos lados"; le contesté la mayor verdad 'vosotras me habéis enganchado a esto'". Poco después, Octavio Pérez empezaría a hacer de todo en el Club Baloncesto San José de León. Es una de las historias que nos cuenta en esta entrevista para Cronómetro de Récords y que ha servido como material para un nuevo capítulo de Desde la anécdota, en La Hora de Lok@s (Pasión Deportiva Radio).   

—[Le leo el primer correo]. Octavio, no pudiste ser más discreto… No me pusiste ni tu nombre...     
Era un loco que hacía mucho ruido [en el baloncesto femenino], pero que nadie sabía quién era. 

—¿De ahí lo de Sr. Nadie, tu nombre en el Twitter [@simplementnadie]?
En parte es por eso. Puedes hacer mucho ruido, pero, en general, para ser alguien dependes de que te miren. Si no te gusta que te observen, como me pasa a mí, la gente se acuerda de ti cuando necesita algo y no te suelen tener en cuenta a la hora de dar agradecimientos. Aunque yo no hago las cosas buscando reconocimiento.

—En el CB San José llegaste a hacer incluso de mascota. 
Al principio iba al pabellón por mi cuenta, pero empecé a relacionarme con las peñas y me acabaron dando el bombo para dirigir los cánticos. Justo antes de la Copa de Sevilla [de 2008] me dijeron que me pusiera el disfraz de mascota, de ardilla. Como era el único que más o menos le iba y por aquel entonces no sabía decir que no... 

—¿Cómo se vive un partido desde ahí dentro?
Con el disfraz he vivido las mayores deshidrataciones de mi vida, aunque mereció la pena disfrutar así de una Copa de la Reina de ocho equipos como la de Sevilla. Ni siquiera las jugadoras sabían que era yo. La cara que puso Paula Seguí cuando me quité el cabezón de la ardilla... Fue una Copa que le disputamos hasta el último segundo al Ros. Recuerdo muy buenos minutos de Anna Gómez y de Liron Cohen, Luci Pascua estuvo de muerte en la zona... Y la propia Paula Seguí le hizo un traje a Avenida en semifinales.    

Octavio, de mascota del CB San José de León, durante la Copa de 2008. Foto: Carlos Bernad.

—¿Cómo trata la grada a la mascota?
Si eres mascota, tienes que ser extrovertido, sacar la sinvergonzonería que encuentres en el pabellón, meterte entre la gente... Recuerdo un día que puse a animar a un grupo de chiquillos que acababan de llegar en autobús y no sabían casi ni quiénes jugaban el partido.  

—¿Es uno de los momentos de tu vida en los que te has sentido más libre?
Te sientes bastante libre, muy suelto. Haciendo de mascota tienes menos miedo. Lo que más ata es el qué dirán, aunque intentas que todo el mundo se divierta y se mueva. 

—¿Qué tipo de aficionado eres? 
Me gusta animar. He estado en Magariños con otra persona, la cámara de fotos y el bombo. Pero cuando conoces a varias jugadoras y éstas se reparten en diferentes equipos tienes que ser respetuoso cuando se enfrentan entre ellas. Con los años, te vuelves más tranquilo y objetivo. Si te gusta el deporte de verdad, te vas volviendo más deportivo. Celebro sobre todo las buenas canastas. Me da igual de quiénes sean.  

—¿Con qué jugadoras has tenido un trato más cercano?
Con Anna Gómez; Monty, que lleva muchos años en León; Patricia Argüello, con quien es imposible no llevarte genial; Rosó Buch; Alba García, que vino a León siendo una chiquilla, igual que Anna Gómez. Intentaré ir a la fase de ascenso a Liga Femenina [la entrevista fue el 18 de abril]. Allí estará Allison Feaster [jugadora del CB Alcobendas]. También podría hablarte de Luci Pascua o Paula Seguí, que ya se ha retirado, y a quien tengo pendiente de ir a ver a Palma de Mallorca. 


Octavio, Patricia Argüello y Georgina Bahí. Foto: Marc Doncel.

—Allison Feaster es de la generación de 1976 [como Elisa Aguilar, Isa Sánchez o Amaya Valdemoro, ya retiradas]. Me parece alguien con los pies en el suelo. Una líder.  
Cuando vino a León ya tenía sus años. Era la mami del grupo, que acudía a ella cuando surgían problemas. Un líder es alguien que te inspira confianza. Hay líderes impuestos y otros que se hacen solos, como Allison Feaster. 

—Por tus tuits intuyo que tu equipo de ahora es Bembibre. ¿Voy mal?
No vas mal. Bembibre es un club familiar que intenta tener los pies en el suelo y hace las cosas bien, despacito. Entre León y El Bierzo siempre ha habido rivalidad, pero si te gusta el deporte y el buen trabajo, tienes que olvidarte de esas cosas. Tengo muy buenos amigos en Rivas. Son mis dos equipos preferidos de la Liga Femenina. 

—¿Echas mucho de menos a León [CB San José]?
Si te implicas en un proyecto que acaba desapareciendo, sobre todo de estas formas, te deja un vacío. Aunque hay que tirar hacia adelante.  

—¿A qué te refieres con “de estas formas”? 
Ha pasado también en Valencia con el Ros, en Pamplona, en el balonmano... Muchos clubes desaparecen porque las subvenciones llegan tarde y mal, los patrocinadores no cumplen... Por eso me gusta Bembibre. Porque trabaja sobre la realidad. Si no es así, el deporte será de unos pocos. Aros [León] ha tenido que conseguir un patrocinador para ir a la fase de ascenso. 

—¿Qué tiene el baloncesto femenino para ser atractivo para un patrocinador?
Suele ser muy bueno a nivel táctico y técnico. Se trata de crear una afición desde abajo. Muchas veces las propias jugadoras son entrenadoras o delegadas de los equipos de formación, y eso hace mucho. 

—¿Hasta qué punto te ha cambiado ser entrenador a la hora de ver un partido? 
Desde la grada ves el clima que hay en el banquillo. Se nota en las caras y en los gestos. Además, te vuelves más objetivo y empatizas más con les puede suceder a jugadores y técnicos. Yo creo que los entrenadores queremos un grupo trabajador y que vaya mejorando poco a poco, aunque dependes de tantas cosas para conseguirlo... 

—También de la autoridad. Hay quien se da a respetar con naturalidad y quien lo hace ordenando.  
Hay que diferenciar entre autoridad y respeto. Puedes tener autoridad, pero no respeto, que es algo que se están perdiendo mucho. La gente dice que se gana. Yo digo que se pierde. Eso empieza desde abajo. Piensa que hay padres que le dicen a su hijo “es que tu entrenador no te pone. Tiene que hacerlo si queréis ganar”. Otros le preguntan al entrenador por qué no pone a los buenos… Y los chavales lo están escuchando todo...  

—¿Has tenido jugadores y jugadoras que se creyesen más de lo que eran?
Sí. 

—¿Y cómo los has puesto en su sitio?
Me ha pasado alguna vez, pero tengo amigos que han tenido muchos problemas con este tema. Es muy delicado. Si castigas al jugador, tienes que sentirte apoyado. Se te puede quejar el propio jugador, pero también sus amigos, sus padres o incluso la propia directiva. 


Octavio dirigiendo a sus ex pupilas. 

—¿Cómo se anima al jugador que se siente inferior o sin confianza?
Pasa mucho. Creo que con chicas a veces pasa más porque, al menos es lo que he vivido, piensan más en lo que han hecho y no pueden dar. El trabajo con ellas, sobre todo a ciertas edades, es muy psicológico. A unos y a otras tienes que decirles que lo sigan intentando aunque no estén acertados; que puede que no lo hagan todo bien, pero seguro que aportan cuatro o cinco cosas que hacen mejor al equipo.  

—Hay deportistas que no dejan de mejorar. 
Cada año Felipe Reyes pierde físico, pero mejora en otros aspectos para seguir aportando al equipo. Todo el mundo puede ayudar. Igual no metes 40 o 50 puntos, pero quizás contribuyas a que otro meta 15, y otros dos, 10. 

—La gente se fija más en quien mete 40 que en el reparta 10 asistencias y que puede que haya sido más inteligente. 
Ése es el gran problema que tiene el baloncesto femenino, donde no se hacen mates ni alley-oops. Estamos tendiendo hacia un baloncesto de atletas. Es casi un espectáculo gimnástico: es correr muy rápido, saltar muy alto y hacer mil cosas en el aire.  

—¿Te gusta la NBA?
Me gustan los Spurs: son mayores, juegan en equipo, son solidarios... Es un juego extraño en la NBA. No pega y, sin embargo, sus resultados son muy buenos. No sólo hay que fomentar el gimnasio. Al gimnasio puede ir cualquiera. Para mejorar se necesita capacidad, habilidades e inteligencia. 

—¿Qué jugadoras de Liga Femenina te han parecido más inteligentes?
Anna Gómez bajó de categoría para poder recuperarse de las rodillas y volver a disfrutar del baloncesto. Ha vuelto a Liga 1 y ha estado en el quinteto ideal varias jornadas. Laia Palau sigue dando que hablar: tiene garra e inteligencia. Ya hemos visto lo que acaba de hacer [liderar a Praga hacia su primera Euroliga]. Un deportista inteligente aguanta muchos años a buen nivel. 

 —¿A qué equipos de baloncesto entrenas ahora?  
Soy segundo entrenador de un sénior masculino provincial. En esa etapa ya no formas, sino que tratas de que encajen las piezas. Lo que más se aprende de entrenador es el trato humano. 

—Intentaste ser árbitro. 
Empecé con mi hermano en la escuela de fútbol, pero no soportaba el comportamiento de los padres de los chavales y tampoco tenía la agilidad para pitar rápido. No todos valemos por todo. Por eso respecto mucho a los árbitros. Su oficio no es nada sencillo.  

—¿Por qué el árbitro y el aficionado no suelen tener empatía?
Es una buena pregunta... [Se ríe]. El aficionado es pasión. A nadie le gusta que no le salgan las cosas y, si eso sucede, solemos buscar culpables. Por eso todos somos árbitros, seleccionadores... En nuestra imaginación va todo como la seda. 

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