miércoles, 21 de octubre de 2015

Tadea Lizarbe sabe navegar entre géneros

‘Comiendo sonrisas a solas’, finalista del Premio Planeta 2014, supone el atrevido debut literario de la ex jugadora de baloncesto

Tadea Lizarbe con su primera novela. Foto: Oskar Montero / Diario de Navarra.  

Tiene guasa que un libro sobre un escritor frustrado me animase a empezar mi primera novela, compuesta por un título kilométrico (No todos los caminos son de rosas) y capítulos inacabados y salpicados por experiencias vividas y fantasías leídas. El veredicto de los compañeros de clase y los intentos posteriores de rehacerla me hicieron abrir los ojos: no podía defender una historia sin sentido ni afrontar un reto así con un nido de pájaros en la cabeza y tan pocos recursos.

Comiendo sonrisas a solas me hace viajar al verano de 2003, a los trompazos al teclado y al runrún del ventilador de pie. Siento envidia sana de su autora, Tadea Lizarbe, que en su primera novela sabe navegar entre diferentes géneros. No es extraño que fuese una de las 10 finalistas del Premio Planeta 2014. Tiene, o al menos busca, un estilo propio.

Tadea Lizarbe es terapeuta ocupacional y ex jugadora de baloncesto. Incluso llegó a jugar en la Liga Femenina con Mann Filter Zaragoza y Obenasa Navarra. Escribiendo demuestra la agilidad mental que exige una pista. En Comiendo sonrisas a solas hay fintas al lector (en ese aspecto recuerda a Albert Espinosa), tiros libres (los pensamientos intrusos), asistencias (el humor, el amor correspondido o no), pérdidas (muertes y traiciones), incluso tiempo muertos, los de reflexiones como “en una noche de insomnio todo son pequeñas inquietudes, la mayoría incluso muy estúpidas a la luz del sol”. Ésta es de una Eloísa retratada como una antiheroína con más dudas que certezas que ignora su potencial.

Días antes de antes de morir (en extrañas circunstancias y señalando a su hijo) su madre le insiste en que lea un misterioso manuscrito. Eloísa madurará leyendo la historia de Alona, un personaje que le enseñará a dejarse sorprender, a tener más confianza y regaño. Y, sobre todo, a ser más curiosa e investigar sobre la muerte de su madre. 

“De vuelta a casa, transporté las bolsas con cada parte del cuerpo capaz de soportar algo de peso. Incluidos los dientes, el dedo meñique y un intento fallido de cargar con las orejas”, describe, divertida, Eloísa. Aunque, en general, está demasiado pendiente del qué dirán y de la generosa lista de ideas y miedos que se le ocurren por minuto. Además, la muerte de su madre le pilla viviendo sola y sin trabajo después de licenciarse en Biología. Así que su vida transcurre entre la lectura del misterioso relato sobre Alona, una huérfana acogida por Moret, un propietario de un viñedo que le enseñará modales en la mesa dará lecciones de libros, aunque puede que no tanto de vida. Alona está tan obsesionada por leer y aprender como el entrañable ratón de Sam Savage, Firmin.   

Hay dos novelas en una en Comiendo sonrisas a solas. En una y otra se debate sobre el amor, el dolor, la fidelidad o la amistad.  Ni a una ni a otra le faltan los instantes propios del thriller, puntuales y bien resueltos; o los diálogos ágiles. Eloísa es capaz de escribir recetas de cocina para vencer la Vergüenza con ingredientes como la Curiosidad o Mi Verdadero Yo e ilustraciones de la propia Tadea Lizarbe, que hace unos meses habló con Cronómetro de Récords y La Hora de Lok@s: “Mi mayor fortaleza es que tengo 26 años [ahora tiene 27], ésta es mi primera novela y ha quedado finalista en el Premio Planeta. He intentado que la leyera gente de mi entorno con diferentes perfiles: periodistas, profesores de literatura, filólogos... Todos han coincidido en que es una novela diferente a las que han leído y que les ha atrapado. Pero, claro, nunca sabes”. El manuscrito está escrito con un estilo muy diferente, con más matices, más descripciones y frases más pomposas (y está más que justificado que así sea; hasta aquí podemos leer...)

“Tadea era muy timidita. Se ha quedado conmigo totalmente. Nunca hubiese dicho que iba a ser escritora. Es muy buena persona y trabaja en mi campo de las ciencias sociales”, cuenta a este blog su ex compañera Mar Rovira: “Cuando contacté con ella me dijo que lo sabía muy poca gente. Creo que es muy valiente  por su parte desvestirse ante los lectores”. No sólo lo es por eso, sino tocar tantas teclas y géneros en su primera novela. La segunda, protagonizada esta vez por un hombre, está terminada, y según la propia Tadea Lizarbe, “buscando su momento”.

Título: Comiendo sonrisas a solas. Autora: Tadea Lizarbe. Editorial: Ediciones B. Páginas: 454. Valoración: 4.2 sobre 5. 

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