Cronómetro de Récords entrevista a la base del Ibaeta
Iva Brkic, tras el partido ante el Bàsquet Femení Sant Adrià. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. |
Toni Delgado / Sant Adrià de Besòs
"¡Qué entrevista más larga, por favor...!", nos dice Toch Sarr mientras se dirige al vestuario del Marina Besòs. Han pasado casi 10 minutos de una conversación con Iva Brkic (Slavonski Brod, Croacia, 1985) de 17m 6s que se hace corta. La base del Ibaeta, que atiende a Cronómetro de Récords después de la victoria por 60-73 ante el Bàsquet Femení Sant Adrià, habla mucho con los ojos. Reflejan cómo se siente en San Sebastián y en un club familiar sin jerarquías.
—Tu entrenadora, Azu Muguruza, acaba de reunirse contigo un momento. ¿Qué te ha comentado? ¿Se refería a una jugada en concreto?
Entendí mal su mensaje cuando me dijo "por detrás". Yo pensaba que se refería a que estuviese por detrás de los bloqueos y ella quería que no presionara tanto. Todavía no hablo mucho español [le falta muy poco para hacerlo casi a la perfección] y a veces tenemos algún problema de comunicación.
—La química entre la entrenadora y la base tiene que ser muy grande.
Mucho. Sé qué va a decirme Azu el 90% de las veces. Sin hablar nos entendemos. Lo hacemos con la mirada. Todas sabemos qué nos pide, pero para una base como yo es todavía más importante descifrarlo. Yo soy su mano en la pista.
—¿Qué te ha parecido Aina Ayuso? Su entrada ha reactivado al Bàsquet Femení Sant Adrià, que cedía por 6-15 a los 6m 46s.
¿La 8?
—Sí.
Es muy buena jugadora. Ganó la medalla de oro en Europa con nuestras chicas, Sara [Iparragirre] y Maria [Eraunzetamurgil], y es vital para el Bàsquet Femení Sant Adrià. Lo sabíamos y éramos conscientes de que teníamos que estar un poquito más atentas a ella en defensa. Creo que dos o tres veces nos equivocamos, pero el resto del tiempo la frenamos bien.
—El único fichaje del Ibaeta es Vionise Pierre-Louis. Supongo que es positivo que el equipo sea casi el mismo, pero eso también puede tener cosas malas.
Sí. Como todo en la vida. Nada es perfecto. Es positivo porque sabemos cómo jugamos y qué defectos tiene cada una. Es la primera vez que estoy en un equipo que realiza una apuesta así y es fantástico. ¿Lo malo de la situación? Ni idea. Todavía no ha surgido ninguna pega.
—Desde fuera da la sensación de que todas sois amigas. O casi. Se ve mucha complicidad.
Nos apoyamos mucho. La química es fundamental para ganar, hacer las cosas bien y dar un poco más de nosotras.
—¿Has visto repetido vuestro partido del jueves ante el Stadium Casablanca?
No. No he tenido tiempo.
—Si lo haces, comprobarás que al final sales tú dándole un beso a Carmen [Muguruza, la presidenta del Ibaeta].
Ah... [Se ríe].
—En vuestro club no hay jerarquías.
Para mí Carmen no es como una madre, pero sí familia. Como una tía, por ejemplo. Ella nos da muchísimo, nos arropa. ¿Sabes qué detalle tuvo el otro día? En el vestuario nos puso una foto de cada una con un mensaje. Lyndra tenía la suya, Sara, igual...
—¿Se puede decir tu mensaje?
Dance the game. Baila el juego. Estoy peleando conmigo misma para jugar mejor y ese detalle me sirvió de motivación. Tengo que jugar mucho mejor. Si ganamos, no pasa nada, pero cuando perdemos y lo hago mal...
—Te sientes peor todavía...
Me siento muy responsable. Si juego bien, puedo mejorar al resto. Ése es el trabajo de la base.
—¿Crees que tu hija, aunque sea muy pequeña [Bárbara nació el 18 de marzo de 2017], nota cuando pierdes?
¡No! [Se ríe]. Eso es algo para mí. Cuando estoy con ella, no pienso en el baloncesto. Pienso en ella. No quiero estar con mala energía porque nota si estoy triste, si tengo un problema.
—De camino al hospital para dar a luz, tu agente te informó de que había un equipo de la Liga Día que te quería, el Ibaeta. ¿Cómo te quedaste?
¡Oh!
—¡Ibas a ser madre y te ofrecían un contrato! Fue extraño, ¿no?
Mucho, pero cuando un equipo te quiere en ese momento, sabes que quiere de verdad. Por eso me resultó muy fácil fichar por este club.
—Entiendo que Azu hacía muchos años que te fijaba en ti y que, tarde o temprano, te quería en su equipo.
Ah... No, no... [Se ríe]. Yo creo que no. Pienso que querían cambiar algo en el equipo y que hablarían con mi agencia de representación. "Mira, tenemos a ésta, a ésta, a ésta... Aquí tienes sus highlights", le dirían. Y Azu se decidió por mí. No llevaba tiempo pensando: "Oh, quiero a Iva".
—Habría que preguntárselo a ella.
[Risas]. Pero pienso que fue como te digo yo.
—Antes de venir ya seguías la Liga Femenina y te gustaba el Ibaeta.
Muchísimo. No me equivoqué. Éste es un gran equipo humano y deportivo dentro y fuera de la pista. La afición nos apoya. En el Ibaeta cuidan todos los detalles. Por ejemplo, una vez mi hija se puso enferma y tuvo que estar en el hospital todo el día. Una amiga de Azu y Carmen, Ana, me acompañó. Son gestos que no tienen precio.
—Con los ojos me estás diciendo lo a gusto y agradecida que estás en el club.
Sí, sí. Necesitábamos esperar a que Bárbara hiciese un control de orina y nos pasamos muchas horas. Todo el día. El otro día mi suegra estaba un poco enferma y me trajeron a casa el medicamento en una hora. Es algo que va más allá del juego y del baloncesto. Cuando me propusieron que siguiese, me fue muy fácil firmar la prolongación del contrato. En casa lo decidimos en cinco minutos.
—¿Crees que desde que eres madre tienes la mirada más amplia en la pista?
No lo sé. Creo que estoy jugando de otra forma. Azu me ha dado una libertad que nunca había tenido en la pista. Vengo de equipos con sistemas muy cerrados: "Haz esto, esto y esto".
—¿Ha sido uno de los factores por los que casi nunca has continuado en un equipo más de una temporada?
No. [Se ríe]. Son muchos factores: era joven y quería vivir en otras ciudades, buscaba otras experiencias, a veces me ofrecían un contrato mejor o jugar en una competición más atractiva, otras veces era por estar cerca de mi casa... Lo único malo de jugar en este equipo es vivir tan lejos de Croacia, mi familia y mi marido, que cada tres semanas viene y se pasa diez días con nosotras.
—Bueno... Es la vida de la deportista. Los sacrificios.
Sí. A veces pienso que hay muchas familias en Croacia que están sin maridos por dos, tres, cinco meses... Si tienes un marido pescador, no lo ves nunca. En Croacia mi marido está trabajando, pero cuando viene disfruta al máximo de nuestra hija. Estamos muy felices en San Sebastián.
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