viernes, 1 de marzo de 2019

Cristina Molinuevo: "Hablar en público no es lo mío, pero voy mejorando"

Cronómetro de Récords entrevista a la escolta del Araski en la Copa de la Reina de Vitoria

Cristina Molinuevo tras la entrevista. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. 

Toni Delgado / Vitoria

En los últimos minutos de la entrevista, Cristina Molinuevo (Vitoria, 1996) deja los pies en la protección de la pista. Los va estirando, me mira a los ojos y los mira. Los mueve. En un segundo se muestra concentrada y dispersa a la vez. La escolta del Araski parece una persona de contrastes: es reservada y cercana. "Con las amigas y compañeras saca esa sonrisa permanente, independientemente de lo que juegue", me adelanta su padre, Jose A. Molinuevo. También ahora, tras una derrota dolorosa ante el Cadí La Seu (66-60) en la Copa de la Reina de Vitoria y con menos de cuatro minutos en pista. Cristina Molinuevo hace encaje de bolillos para compaginar el baloncesto con los estudios de medicina.


—Vuestro inicio ha sido brillante. Habéis llegado a tener hasta 17 puntos de ventaja, pero os han empatado en el tercer cuarto y se han acabado llevando el partido por muy poco. Habéis mejorado muchísimo en el rebote, que quizás era vuestro principal déficit. 48 a 47 a vuestro favor.  
Duele perder, sobre todo, porque era en casa y después de haber rozado la victoria. Así es el deporte. En la segunda vuelta estamos jugando bastante mejor. Ya nos conocemos más todas y Binta Drammeh nos está ayudando mucho. Tenemos que seguir así para escalar posiciones en la Liga Día. 

—¿Qué salto mental ha hecho el equipo? 
Nos hemos vuelto más competitivas. Nos lo creemos más. En diciembre tuvimos una racha bastante mala de resultados, pero hemos remontado.  

—Me ha contado alguien que te conoce mucho que antes en la cocina teníais una canasta. 
¡Sí! ¡Y sigue estando! [Risas]. Es de minibasket. A veces tiraba el balón, muy pequeño, y fallaba... ¡Y caía en la olla del puré! Mi madre me echaba unas broncas... Ahí sigue y ahí seguirá la canasta... 

—¿En la cocina hiciste tu primera canastas?
Yo creo que no. Diría que fue en un polideportivo... No, debajo de casa, en la calle, con mi padre. Había como un campo de hormiguón y de skate al lado. Ahí iba bastante. 

—Os habéis recorrido la mitad de los aros de Vitoria... 
¡Hemos jugado en todos los sitios! Cuando no tenía deberes o disponía de tiempo libre, decía: "Venga, aita, vamos a hacer unos tiros!". Me padre recogía la pelota y me la pasaba.  

—¿Cuando te apuntó al Baskonia estabas convencida de ir o sentiste que te estaba vendiendo la moto?
[Se ríe]. De pequeña hacía cerámica y dibujo. Estuve un año y no me gustaba demasiado, así que cuando mi padre me comentó que me apuntaría a baloncesto... Me pareció genial. 

—¿Y qué hacías en cerámica?
Esculturas para decorar la casa, ceniceros para mis abuelos, máscaras... ¡De todo!

—¿Tu aita es tu ídolo?
Al final es mi padre. Le admiro. Y tanto. 

—En el Baskonia jugabas en mixtos. Cuando al final no salió el equipo femenino, te fuiste al Abaroa. ¿Lo pasaste mal con el cambio?
No, además me fui con Itsaso Conde.  

—Ahí conocísteis a Made Urieta. ¿La de antes y la de ahora se aprecen en cuanto a exigencia?
No. Ha cambiado. Made antes era más enérgica y ahora se controla más. Te ayuda más y no te machaca tanto. Es menos impulsiva. 

—"Cristina en la ikastola [el colegio] fue un poco introvertida y su respuesta favorita es 'bien'", asegura tu padre.
Es verdad... [Risas]. Hablar en público no es lo mío, pero voy mejorando. Antes en las entrevistas no me podían sacar del sí, no y bien.  

—En una entrevista que os hicieron a ti y a Itsaso Conde en Radio Vitoria el presentador comentó que le habías pedido las preguntas... 
¡Lo hacía! Pero nunca me las daban, eh.  

—En las ruedas de prensa tuyas siempre te he visto moviendo la silla con ruedas. ¿Son nervios?
Es un tic. En clase también muevo la pierna y me dicen que pare. Es de siempre. 

—"El baloncesto me compensa" es una de tus frases de cabecera. Lo compaginas con una carrera muy dura como  medicina. 
Jugar a baloncesto es lo que más me gusta. Me sirve para desconectar de todo y concentrarme mejor en los estudios. Me relaja la mente. Además, estoy en el equipo de casa, en Liga Día... No puedo pedir nada más.  

—Tu padre está convencido de que eres una base "muy inteligente y generosa con sus compañeras", aunque entiende que no juegues ahí. ¿Te gustaría jugar de base?
Fue mi posición en mini, pero es un rol muy complicado. ¡Tienes que tenerlo todo muy controlado! Con el tiempo he sabido disfrutar de la posición de escolta. Y la disfruto.  

—Pero una escolta tiene que lanzar más. "Tirar más, tira más", te insiste Made Urieta. ¿Por qué no le haces caso?
No sé... Es un aspecto mental. Necesito cambiar el chip.  

—¿El año que te costó más seguir fue el del debut en Liga Femenina?
Sí. En tercero estudiaba en Bilbao y perdía unas tres horas en el autobús. Me levantaba a las seis y media de la mañana, tenía clases de ocho a tres de la tarde... Volvía y tenía más clases... Fue una situación muy complicada... Pero también fue el año de la primera Copa de la Reina y de los primeros playoffs... No podía venir todos los días, pero son recuerdos para siempre. 

—¿Crees que serás una buena doctora? 
Esperemos que sí. Estoy en quinto, me queda un año y luego el MIR. Si soy buena o no ya lo dirán los pacientes. [Risas].  

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