miércoles, 29 de agosto de 2007

Otro final prodigioso de Mayte Martínez

Mayte Martínez celebra el bronce con su marido y entrenador. -EFE

Pensó en dejarlo todo. En esconder para siempre sus zapatillas de competición donde no pudiera verlas jamás. Era humano. Hasta hace poco Mayte Martínez (Valladolid, 1976) estaba en una clínica con menos kilos, descompuesta. Le dolía horrores la espalda, no soportaba los continuos dolores de estómago, tenía anemia. ¿Valía la pena seguir compitiendo? ¿Qué sentido tenía sacrificarse tanto?

Por eso. Por todo eso y más, cuando Mayte Martínez, atleta fibrada y elegante, cruzó la línea de meta del Nagai Stadium de Osaka Mayte Martínez no supo qué hacer. ¿Tercera? Preguntaba con sus dedos de la mano derecha. Sí, le decía con la cabeza Juan Carlos, su marido y entrenador.

Como un sueño. Así describía la atleta vallisoletana describía su actuación: "Cuando he llegado a la meta pensaba que era una broma, que quedaba una vuelta más. Yo iba demasiado fácil y las otras, tan lentas...". No se olvidaba Mayte Martínez de dedicar su bronce: "A mi familia, a mis amigos. Ellos confiaron más en mí que yo misma".

Era real. Mayte Martínez, como en las semifinales, acababa de realizar un final indescriptible, de videoteca para el deporte y la vida. A 500 metros alcanzó a la penúltima. A 350 veía cómo María Mutola, 34 años, mito de 12 oros en la especialidad, tres en Mundiales, se caía. Y empezó: Usovich, Langerholc, Kotlyarova... La gloria. El bronce en 800 metros (la keniata Janeth Jepkosgei fue oro y la marroquí Hasna Benhassi, plata).
Su primera medalla en unos Mundiales al aire libre y su mejor marca de siempre (1.57.62), a tan sólo 17 centésimas del récord nacional. Éste es el segundo metal para la delegación española en Osaka tras la plata de Paquillo Fernández en los 20 km. marcha.

Hipertiroidismo

"Ha valido la pena pasarlo tan mal", confirmó, emocionada, Mayte Martínez. Hablaba mientras su mente recordaba todo lo que ha tenido que superar para llegar a la élite. Porque la desgracia nunca le ha abandonado. Con 20 años, cuando empezaba a hacerse un hueco entre las mejores atletas de Europa -sexta en la competición júnior de Hungría- tuvo que aparcar el deporte por problemas de salud. Padecía hipertiroidismo, exceso de hormonas tiroideas circulantes. Se mareaba, no dormía bien. No podía continuar.

"No volverás a competir", le dijeron algunos médicos. Mayte Martínez no les hizo demasiado caso, y el tiempo le dio la razón: cuatro años después, en 1999, estaba disputando carreras de 400 metros. Y, cinco después, tras quedar subcampeona de España de 800 metros en pista cubierta en Donosti, participó en sus primeros Juegos Olímpicos. De Sydney se llevó el recuerdo de ganar su serie en primera ronda y un aviso: ya era capaz de bajar de 2 minutos. Por fin.

Plata en Múnich

Séptima en el Mundial de Edmonton de 2001 y cuarta en el Europeo de pista cubierta de Viena del mismo año. La progresión de Mayte Martínez es evidente. La medalla está cerca, y, finalmente, llega en los Campeonatos del Mundo de Múnich, el 8 de agosto de 2002. Consigue la plata, sólo superada por la eslovena Jolanda Ceplak. Con otro sprint sensacional. "He hecho una carrera perfecta", dice entonces. "Ese día llegué a la élite", analiza ahora.

No puede disfrutar mucho de sus éxitos. La atleta vallisoletana vuelve a tener molestias muy fuertes y se ve obligada a renunciar al Mundial de París de 2003. Tampoco acude en las mejores condiciones a los Campeonatos mundiales de pista cubierta de Budapest un año después, donde logra una meritoria séptima plaza.

Se va a Navacerrada (Madrid) para preparar los Juegos Olímpicos de Atenas. Pero, de nuevo, Mayte Martínez acumula más problemas: pierde tres semanas de preparación porque tiene vértigos. En la capital griega llega a semifinales, donde queda última en una serie que gana la marroquí Hasna Benhassi.


Mejor atleta de 2005

En 2005 volvió a brillar. Incluso fue nombrada mejor atleta española del año. Su palmarés no desentonaba con el galardón: plata en los Europeos en pista cubierta, quinta en los Mundiales de Helsinki, vencedora de una prueba de la Golden League celebrada en Bruselas, medalla de oro en 4x400 y cuarta en 400 metros en los Juegos Mediterráneos de Almería.

Pero otra vez debe guardar reposo. Renuncia a participar en los Mundiales en pista cubierta de Moscú y se reserva para los Europeos de Gotemburgo, a los que llega mermada tras tener problemas en el sacro y padecer anemia. Llega a la final y es séptima.

Este año tampoco parecía el idóneo para Mayte Martínez. Pero tras varios meses enferma -"No tengo excusas. Mi problemas de tiroides no me molesta tanto", decía declaraba hace días a XL Semanal- ha vuelto. Entre tantas desgracias ha rescatado otro éxito. Con otro final prodigioso.

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