viernes, 4 de julio de 2008

Fernando Torres se quita el sambenito de jugador sobrevalorado


Torres se lleva el pulgar a la boca para celebrar su gol ante Alemania -EFE.

Siempre era uno de los máximos goleadores de la Liga española, pero nunca podía sacarse el sambenito de jugador cuestionado. Hasta la temporada pasada, hasta su fichaje por el Liverpool y su incursión en la Premier League, Fernando Torres (Madrid, 1984) era un velocista, un atleta que constantemente se cambiaba de peinado y cuyas fotos poblaban las carpetas de las quinceañeras. Esa visión tenía gran parte de la afición y de la prensa sobre el delantero madrileño, al que veían exageradamente sobrevalorado. Ahora, tras su año triunfal por Inglaterra, su buen debut en la Champions, y sobre todo su actuación en la final de la Eurocopa, Torres es un jugador respetado y admirado. Su gol ante Alemania fue una demostración de la madurez y de la inyección de autoestima que ha experimentado este último año. Aprovechó un pase al espacio de Xavi y corrió combinando velocidad con coherencia. Así que en carrera superó a Philipp Lahm, uno de los defensas más físicos del torneo, y con la bota derecha superó por alto a Jens Lehmann. "Antes los detalles nos dejaban fuera y ahora nos han hecho campeones", explicaba Torres, convertido en el Marcelino del siglo XXI. Por fin España dispone del recuerdo en color que tanto ha buscado. Es campeona de la Eurocopa por segunda vez.

"Se relajó un momento y marqué", describió Torres. Eran las 21.17 horas del 29 de junio de 2008 y Senna robó un balón en el medio del campo y se lo cedió a Xavi. El centrocampista catalán, elegido el mejor del torneo, le hizo una asistencia, al espacio y sin mirar, al delantero madrileño. Torres simplificó lo complejo: corrió y definió. EL jugador del Liverpool se llevó el pulgar a la boca simulando un chupete como homenaje a su propio apodo, El Niño, y como detalle para celebrar el nacimiento de Hugo y Mario, hijos de un amigo y de un sobrino respectivamente. Hizo un leve salto, se arrodilló y alzó los brazos: sin duda era el mejor momento de su carrera.

To-rés! ¡To-rés"

"Torres nunca marca un gol igual", suele decir el ya ex seleccionador de la selección Luis Aragonés. Los aficionados del Liverpool lo han comprobado este año. Con gritos como To-rés! ¡To-rés!" han celebrado los goles de su The Kid, 24 en la Premier (sólo superado por Cristiano Ronaldo con 31) y 33 total, 23 fueron con su pierna derecha. Con la que batió a Lehmann en Viena.

Torres ha dado el paso de calidad necesario fuera de casa, en Inglaterra. "Me fui por el bien de los dos. ¡Ojalá hubiera venido antes!", explicaba en enero a El País Semanal.
Como en tantas ocasiones, como a tantos deportistas jóvenes, a Torres le cargaron de demasiadas responsabilidades demasiado pronto. Con 19 años ya llevaba el brazalete de capitán en el Atlético de Madrid -"con esa edad cómo le dices a un tío que está mal?"- y tenía que fabricarse solo ocasiones y ganarse una reputación que algunos le habían concedido antes de merecerla. "(En Madrid) sabía que jugaría estuviera como estuviera. Quizás eso, muchas veces, te lleva a la relajación", reconocía a principios de septiembre del año pasado en una entrevista en El País.

El Niño

Con su cara llena de pecas y de granos, con su rostro de eterno adolescente a Torres aún le pega su apodo de El Niño. Se defiende con el inglés, confiesa que aún tenía que tomar la decisión de marcharse antes y dice que Steven Gerrard es el mejor jugador con el que ha jugado nunca. Confiesa que en el Liverpool es más libre. Se siente liberado en un club donde la capitanía corresponde a dos veteranos como el propio Gerrard y Jamie Carragher. Ahora no todo gira alrededor de él y no es el único responsable. Quizás por eso en las primeras jornadas lideró a su nuevo equipo hacia el liderato y fue pichichi del campeonato. Ya había sido decisivo en la Champions en la fase previa ante el Oporto. En su debut en el torneo más prestigioso del continente Torres alcanzó las semifinales, donde perdería ante el Chelsea.

Con su gol ante Alemania Torres ha completado un año magnífico y de alguna manera ha aparcado su decepcionante actuación en su primer torneo internacional con la selección. En la Eurocopa de Portugal 2004 su participación, como la del resto del equipo, fue horrible. España no pasó de la primera fase y sólo marcó dos goles. Ninguno fue de Torres, que si ante Rusia y Grecia fue suplente y jugó los últimos minutos, en el partido decisivo ante la anfitriona fue la gran apuesta en el once titular de Iñaki Sáez y se cansó de fallar ocasiones claras. Nuno Gomes anotaría el gol del partido.


Más allá de su efectividad y rendimiento a Torres nunca le ha faltado carácter. Lo demostró el día de su debut oficial con España. El 10 de septiembre de 2003 jugaba su primer partido con la selección absoluta ante Ucrania. Las exigencias eran exactas a las de los últimos tiempos: la victoria era básica en un grupo más que asequible. Dymitrulin derribó a Etxeberría en el área y Torres asumió la responsabilidad de lanzar el penalti. Lo falló o lo paró Shovkovskyy. España ganaría aquel partido 2-1, con dos goles del entronizado Raúl, y Torres demostraría su fortaleza: "¿Que si volvería a lanzarlo? Anda, pues claro".

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