Los niños son los únicos que se pueden permitir el lujo de ser sinceros. Sus ocurrencias, aunque sean simples trastadas, suelen ser aplaudidas por los adultos como un acto de espontaneidad y de frescura. En general, los pequeños reflejan una inocencia extrema, pero no les cuesta trasparar los límites del mal gusto y el respeto. Mark Cavendish (Isla de Man, 1985) vivió una infancia complicada, siempre como centro fácil de burlas e insultos de los compañeros de colegio, que le tocaban los mofletes y se reían de su cuerpo desproporcionado. La bici fue su terapia personal, la mejor solución que encontró para adelgazar y ganar en autoestima. Una actividad que con el tiempo pasó de ser un simple refugio a convertirse en su profesión. Ahora, con 24 años, Cavendish es el mejor sprinter del pelotón (acumula 14 victorias este curso) y pocos se atreven a cuestionar sus cualidades, temeridad que cometió Tom Boonen en la Milán-Sanremo –“Cavendish es muy rápido, pero no pasa ni una tachuela”-. El británico le respondió con un triunfo incontestable: “Una de las cosas más bonitas de la Sanremo ha sido en las subidas ver a Boonen recular hacia la cola del pelotón”. Así son los triunfos de Cavendish, que lanzado por un buen equipo como el Columbia-High Road, es difícilmente batible en los últimos metros y en Brignoles, el final de la segunda etapa del Tour, logró su quinto triunfo en la ronda francesa, el primero de este año tras exhibirse en 2008 con cuatro triunfos.
Tanto el desarrollo como el final de la segunda etapa del Tour (Mónaco- Brignoles, 187 km) entraron dentro de lo predecible. Aunque la fuga, sin consecuencias, empezase demasiado pronto, en el kilómetro 30, como en los tiempos de una competición en blanco y negro y ciclistas haciendo noche en pensiones. Eso sí, no hubo sorpresa entre los integrantes de la escapada: ninguno debería tener opciones de hacer algo interesante en la general –Clement (Rabobank), Veikkanen (Française), Dessel (AG2R) y Auge (Cofidis)–. Por eso el pelotón no se excedió en esfuerzos. Ni era sensato desgastarse tanto un día tan intrascendente ni los escapados iban a ser capaces de aguantar el ritmo. Así que serían neutralizados gracias a la insistencia de formaciones como Saxo Bank y Columbia-High Road, el equipo de Cavendish, muy agradecido: “Mis compañeros han trabajado mucho para facilitarme el triunfo”. Tony Martin fue quien le lanzó en los últimos metros. Cavendish, con mejor cadencia de pedaleo, resultó inalcanzable para Tyler Farmar (Garmien), Romai Feillu (Agritubel) y Thor Hushovd (Cervélo). Óscar Freire, cortado por una caída que afectó a Koldo Fernández (Euskaltel), sólo puso concluir 53º.
Cavendish está decidido a acabar por primera vez el Tour, después de que en 2007 abandonara en la octava etapa tras dos caídas aparatosas y en 2008 no tomase la salida de la 15ª ni diese explicaciones de por qué lo hacía. Hace un mes el británico repitió comportamiento y no participó en la 14ª del Giro, aunque esta vez especificó que era para prepararse mejor para la ronda francesa. Cavendish no añadió que su gran objetivo era el maillot verde de la regularidad, la segunda piel de su principal consejero, el ex ciclista Erik Zabel, ganador de dicha distinción entre 1996 y 2001. También cuenta con el beneplácito de Marco Cipollini, que le señala como su sucesor. Cavendish ya no ve la bici como una terapia, sino como el medio para hacerse un hueco entre los mejores sprinters de la historia.
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