Cronómetro de Récords entrevista al fotógrafo, que hace unos 16 años que retrata al CD Ibaeta
![]() |
| Luis García, en el Gasca, después de la entrevista. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords |
Toni Delgado (@ToniDelgadoG) / San Sebastián-Donostia
Con su cámara, Luis García (Valdelacasa, Salamanca, 1969), nos descubre pequeños grandes detalles que van más allá del deporte. Hace unos 16 años que retrata al CD Ibaeta y el Jose Antonio Gasca, donde conversamos y también fotografía al Balonmano Bera Bera, es su segundo hogar. “Muy mal debes de ir de personajes para querer entrevistarme a mí”, responde cuando le propongo esta charla. Su historia le quita la razón.
—¿Cómo empezó
tu amor por el baloncesto?
Realmente ha sido un enamoramiento progresivo. Mis inicios fueron en Errenteria, en el Colegio Don Bosco, donde estudiaba FP y no había balonmano, el deporte que había practicado en la EGB. Hay otros dos factores decisivos en esta historia: el fútbol no era lo mío y a mis amigos les apasionaba el baloncesto. El siguiente paso fue arbitrar en colegios, sin más pretensión que ayudar y puede que influido por mi cuadrilla, en la que había unos cuantos árbitros. Me federé en 1993, cuando volví de la mili. He arbitrado a nivel provincial durante 20 años.
Realmente ha sido un enamoramiento progresivo. Mis inicios fueron en Errenteria, en el Colegio Don Bosco, donde estudiaba FP y no había balonmano, el deporte que había practicado en la EGB. Hay otros dos factores decisivos en esta historia: el fútbol no era lo mío y a mis amigos les apasionaba el baloncesto. El siguiente paso fue arbitrar en colegios, sin más pretensión que ayudar y puede que influido por mi cuadrilla, en la que había unos cuantos árbitros. Me federé en 1993, cuando volví de la mili. He arbitrado a nivel provincial durante 20 años.
—¿Cómo eras como árbitro?
Bastante dialogante. Me llena que, después de haber colgado el silbato hace 12 años, todavía haya jugadores que se acuerden de mí y me saluden y hablen conmigo. Muchos son ahora padres y vienen con sus hijos a ver los partidos en los que saco fotos.
—Como árbitro favorecías el diálogo. Intuyo que lo hacías con un tono pausado y pedagógico.
Era una de mis prioridades. De hecho, me dedico a la enseñanza: soy maestro industrial de tornero fresador, de Formación Profesional (FP), en el CIFP Bidasoa, en Irún.
—Aunque también retratas jugadas, diría que lo que más te llena es capturar emociones.
Me gusta más una cara de alegría o de rabia que un gesto técnico. Además, en un partido de baloncesto suceden muchísimas cosas en cada rincón del pabellón: en la pista, en la grada, en el banquillo… A las jugadoras a las que conozco les envío algunas fotos y, a veces, me escriben: “Madre mía, cómo me has pillado así...”. Y su reacción es normal: cuando juegas, nunca ves la cara que pones. Me encanta que la gente disfrute con mi afición por la cámara.
—Más allá de una afición, ¿qué es para ti la fotografía?
Para mí, es una vía de escape de la rutina diaria: durante las dos horas en las que estoy haciendo fotos desconecto de todo.
—¿Es tu gimnasia mental?
Tal cual.
—¿Es terapia?
Por supuesto. Aparco los dilemas y las preocupaciones, y disfruto al máximo. No puedo hacer buenas fotos si no me olvido de los problemas. El día que no separo una cosa de la otra no encuentro las imágenes que busco.
—¿A través de la fotografía se puede llegar al interior de las personas sin haberlas conocido antes?
La mirada, la expresión facial o un gesto de rabia son detalles que reflejan mucho cómo es alguien o cómo lo está pasando en ese momento. En los banquillos también suceden un montón de cosas: se sufre y se disfruta mucho.
—Maryta Davydova, ahora en el La Salle Melilla, es una de las jugadoras más generosas que he visto nunca. Recuerdo un CD Ibaeta-Valencia Basket, resuelto con una canasta sobre la bocina de Queralt Casas. Davydova no disputó ni un minuto y no paró de animar al grupo ni un segundo.
A Maryta la conozco desde que vino aquí a jugar a Azpeitia y todavía seguimos en contacto. Es una persona muy alegre y generosa que se deja el alma en todo lo que hace. Cuando nos vemos en una pista, siempre me agradece que haya ido al partido.
—¿Cómo cayó en tus manos tu primera cámara?
Era sencillita y me la compré con los ahorros. Al principio, le pedía muchos consejos a mis amigos fotógrafos. Ahora, con Internet, es muy fácil acceder a cursos y tutoriales sobre fotografía.
—¿Cómo se llaman tus amigas?
Canon R1 y Canon R3. Los objetivos son los que utilizamos casi todos: un 70-200 mm y un 24-70 mm. Un material que me hace disfrutar mucho retratando jugadas, momentos y emociones. Y también al colectivo arbitral. Cuando te retiras como árbitro, es posible que apenas tengas fotos tuyas durante los partidos. O peor todavía: quizás no tengas ninguna. Me llevo bastante bien con la mayoría, los suelo retratar y me lo agradecen.
Cuando me retiré, en la temporada 2012-2013, Rubén Sánchez, árbitro de la Liga ACB, me regaló una camiseta firmada por todos los colegiados de esa temporada. Y el curso pasado, Alba Prieto me obsequió con la suya, la de juego, y firmada. Me emocionó.
—Hombre, normal. A mí también me emocionaría un detalle así. Por cierto, unos 16 años siguiendo al CD Ibaeta dan mucho juego. No te voy a preguntar por tu quinteto favorito en pista, sino por tu quinteto favorito de jugadoras del club para retratarlas. ¿Cuál sería?
Toni, cinco son pocas... Por favor, permíteme alguna más…
—Sin problema, Luis: diez, como mucho.
¡Gracias! Pues ahí voy, y seguro que me dejo a algunas: Maryta Davydova, de la que hemos hablado antes; Iris Junio, excelente jugadora, una persona muy madura y con las ideas claras; María España Almendro, una líder en muchos aspectos; Yurena Díaz, que llevaba el número que le corresponde como deportista y ser humano: el 10; Arantxa Novo, que marcó una época en el club, igual que Iulene Olabarria, que sigue dándolo todo por la entidad. Y, cómo no, Alba Prieto, por su carácter, cómo juega y porque también me ha dejado huella.
—¿Tienes algún límite ético a la hora de hacer o publicar una fotografía?
Si una jugadora está
rota de dolor porque acaba de lesionarse, quizás capture el momento
y le envíe después la imagen. Lo que tengo claro es que no
publicaré la fotografía. Nunca olvidaré una escena que retraté de
Leire Rueda, cuando jugaba en la UPV, actual CD Ibaeta. Leire se
rompió el hombro en una caída y se lo vendaron. Y fue entonces
cuando Toch Sarr la abrazó y le dio un beso. Me encantó ese gesto
tan generoso.
—¿Cómo te retratarías a ti mismo para esta entrevista?
Con mis dos amigas Canon y sonriendo. Aunque suelo ser serio, me gusta sonreír.

No hay comentarios :
Publicar un comentario