La trayectoria humana y deportiva de Lance Armstrong (Dallas, EE UU, 1971) es un fabuloso metraje de fantasía, lucha, contrastes, soberbia y Tour. Hace una década, meses después de haber superado un cáncer de testículos, inició su idilio con la ronda francesa. En 1999 ganó cuatro etapas (incluida el prólogo) y se vistió de amarillo en 15 ocasiones, iniciando así un período de siete años llegando primero a los Campos Elíseos de París. Algo impensable para un corredor discreto en cuyo currículo destacaban un mundial en ruta (1993), una Clásica de San Sebastián (1995) y una etapa en el Tour, tributo a su compañero Fabio Casartelli, fallecido dos días antes. Algo imposible meses antes del inicio del Tour, cuando el US Postal ni tan siquiera figuraba entre los invitados a participar. También resultó surrealista su anuncio de vuelta, pues se había retirado tras el Tour de 2005, que corrió obligado por el patrocinador (Discovery Channel) y acusado de dopaje en LA Confidentiel, escrito por los periodistas Pierre Ballester y David Walsh. Pero Lance nunca se fue del todo: en la edición de 2007 aconsejó a Johan Bruyneel para ayudar a ganar a Alberto Contador, con quien ahora comparte equipo, el Astana, y protagoniza la gran trama del Tour. Una polémica que empezó con el abanico de ayer martes y que a punto ha estado de valerle el liderato a Armstrong tras la victoria en la contrarreloj por equipos de Montpellier. Astana marcó 46m29s en completar los 39 km y Saxo Bank, del líder Fabian Cancellara, se quedó a 40s. Exacta diferencia que separaba a ambos en la general. Unas centésimas, minucias que no figuran en las clasificaciones de ciclismo, decidieron que Armstrong no vistiese de amarillo cuatro años después.
“Siento no haberme podido vestir de amarillo, pero las cosas son así. De todas las formas no ser líder no me quita el sueño”, confesó, despreocupado, Armstrong. Lance sí que se congratuló de haber eliminado rivales –“para algunos ya es casi imposible ganar este Tour”– y auguró que la carrera será “excitante hasta la cima del Ventoux”, la etapa estrella del penúltimo día.
“No ganaré como lo hacía antes”
Armstrong habla (o aparenta hacerlo) como si su octava victoria final en París respondiese al curso natural de la historia: “Hay que ser realista y tener los pies en el suelo. Sé que no ganaré como lo hacía antes, ahora sería mucho más complicado”. De aguantar tendrá en Contador a su principal rival, ya que otros grandes favoritos tendrían que recuperar bastante para lo poco disputado: Andy Schleck (1m41s), Franck Schleck (2m17s), Carlos Sastre (2m4ss), Cadel Evans (2m59s) y sobre todo Denis Menchov (3m52s). El actual campeón del Giro lo tiene casi imposible tras dos horrorosas contrarreloj, la inicial (a 1m31s de Cancellara) y la de por equipos (2m20s cedió el Rabobank).
La victoria del Astana sirvió que Bruyneel presumiese de equipo: “Ganar la contrarreloj del Tour de Francia es algo muy difícil y muy importante para la formación. Es el mejor ejercicio de equipo en el ciclismo”. Contador, por su parte, lamentó que Lance no lograse el maillot amarillo: “Ha sido una pena, pero también es cierto que esta situación nos va a permitir ir más relajados”. No lo hizo por unas centésimas que hubiesen revalorizado su fabuloso metraje. Y, por supuesto, la polémica.
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