Hace frío y las jugadoras abandonan rápido el Pavelló
Guinardó-Torrent d’en Melis, en Barcelona, después del entrenamiento de la
tarde. La capitana, Sandra Gallego, y Laura Antoja, la líder del vestuario, hablan
en voz baja, como si compartiesen confidencias, y Marta Fernández se ríe con
Íngrid Pons. Ninguna de las cuatro lleva más alegría encima que Erika de Souza
(Río de Janeiro, 1982).
—¡Hola! -dice la pívot brasileña.
—¡Hola, Erika! -le respondo.
Erika de Souza sonríe y se aleja. Pienso que en
cualquier momento se dará la vuelta y gritará: “¡Que era una broma!”. Pero no,
avanza distraída.
—Erika, habíamos quedado ahora para una entrevista. Lo hablé con Carles Cascante [jefe de prensa entonces del UB Barça].
—Ah, ¿sí? ¡Pues hablamos! ¡Se me había olvidado!
En aquella conversación para Solobasket Erika de Souza me confesó que
empezó a jugar al baloncesto por no quedarse en casa planchando o haciendo
otras cosas que no le gustaban y que en una pista jamás le tenía miedo a nadie: “A las jugadoras las respeto. Sólo le tengo miedo a mi madre. Cuando se enfada, parece que
crezca”.
A principios de febrero se cumplirán 12 años de una entrevista
divertida que estuvo a punto de no celebrarse. Erika de Souza ya no renuncia a
hacer mates como antes, pues los años pesan, y su madre la anima ahora desde el
cielo. Aunque la pívot brasileña no ha perdida su identidad en el parqué: es un
volcán en erupción con un cordón umbilical con el público. La disfruta la Marea
Azul, Würzburg, que se dejó la garganta
para aplaudir a una Erika de Souza que el 9 de marzo cumplirá 36 años. La
jugadora, agradecida, levantó su trofeo como MVP de la Supercopa (13 puntos y
ocho rebotes, 22 de valoración) y se giró sobre sí misma para señalar al
público. Algo así como: “Esto es para vosotros”. La pívot brasileña resultó fundamental
para que alcanzase la séptima Supercopa de su historia, una más que el Ros
Casares, ante un gran Uni Girona que la rozó hasta los últimos segundos (61-55).
Al conjunto de Eric Surís, que llegó a dominar 34-44 (a los 26m 53s), le sobró
el epílogo de Chrissy Givens y Silvia Domínguez. También un tapón a penúltima
hora, a 50 segundos del final, de De Souza a una Núria Martínez que entendió
que su rival le había hecho falta personal. Infracción que le acabaron
señalando a la base de Mataró en una jugada con Silvia Domínguez.
De Souza celebró la decisión como si se tratase de la
victoria, pues entiende que cualquier
detalle es un motivo de celebración y ése, con 77-54 a favor del Perfumerías
Avenida, era mayúsculo. Silvia Domínguez erró un tiro libre, igual que Evans,
tras una penetración fallida de Mendy. Eric Surís no quiso que sus jugadoras hiciesen falta y, al límite
de la posesión, Laura Nicholls metió un triple definitivo que tocó dos veces el aro antes de entrar.
“Lo primero que hizo Erika fue darme un abrazo y yo… ‘Tantos
años jugando en contra y por fin jugamos juntas’ le dije”. Así contó Laura
Nicholls, una de sus nuevas compañeras, que reaccionó la brasileña cuando coincidieron
por primera vez en un entrenamiento. De Souza domina el lenguaje verbal y el no
verbal, sabe cómo defender su territorio, como sufrió Kristina Alminaite, y
conserva el descaro, la puntería y el hambre competitiva. No es casualidad que
Erika de Souza siga siendo una referencia en la pintura en España y en Europa. Su
primera parte ante el Uni Girona resultó casi perfecta en las estadísticas (6/6
en tiros de dos, cinco rebotes y 1/2 en tiros libres). Ninguna jugadora del
Perfumerías Avenida participó más que ella (15m 43s), una cifra que sólo superaba
Núria Martínez, autora de cinco puntos consecutivos que reactivaron al conjunto
catalán: del 22-16 (a los 12m 48s) al 29-34 (a los 18m 2s), tras los únicos
ocho puntos de Traoré.
Perdió la puntería De Souza en la segunda parte (0/4) y
el Perfumerías Avenida se colapsó durante un buen rato ante un Uni Girona con
las ideas muy claras, hábil en defensa y al son en ataque de Nicole Romeo, un
terremoto veloz y descarado, igual que Mendy, mientras Nadia Colhado seguía
haciendo mucho trabajo silencioso en la pintura. El ídolo de la exjugadora del
Donosti Basket es De Souza, que vivió desde el banquillo la réplica de Givens.
Otra líder alegre y divertida que conecta con la grada desde el principio y a
quien no le inquietan las estadísticas.
Givens llevaba dos puntos al descanso (1/3 en tiros de
dos) y no tiró en el tercer cuarto. En el último Givens se multiplicó, anotó 10
puntos y volvió a poner a su equipo por delante (45-46 a 6m 46s). Poco después
Silvia Domínguez dejó por el camino a Nicole Romeo, precipitada en el tramo
final, y a Colhado, para firmar una galería de arte. De Souza, eufórica, volvió
a gritarle al público. Ése es su discurso. No le entusiasman las entrevistas, “pero
cuando empiezo a hablar, me olvido de todo”. Su micrófono está en la pista.
No hay comentarios :
Publicar un comentario