Laura Ester ante Hungría. Foto: wp2018bcn.com. |
Es imposible saber qué se le puede estar pasando por la cabeza en el podio a Laura Ester (Barcelona, 1990), mientras observa una mini réplica de la KAP7, la pelota multicolor del Europeo de waterpolo de su ciudad. La portera y sus amigas tienen una medalla colgada en el cuello: la han vuelto a liar tras vencer a Hungría por 6-12.
Puede que Laura Ester, estudiante de bioquímica en la Universitat Autònoma de Barcelona, esté pensando cómo echará de menos el waterpolo cuando se retire y se ponga a investigar fármacos y medicamentos. O que se acuerde de cómo acabó de portera de un deporte que desconocía en el C.E. Mediterrani, el club de su barrio. O que, cuando se acomoda el pelo, concluya: "Una vez más en el podio. ¡Cómo cuesta subir aquí!". O que rememore el maldito miércoles.
El maldito miércoles Laura Ester apareció en la zona mixta con la mirada subterránea y los ojos vidriosos. La mejor waterpolista de Europa en 2017, una deportista a quien sólo se le resiste el oro olímpico, pidió perdón al público y a sus compañeras. Acostumbrada a sacar sus tentáculos ante casi todos los lanzamientos, contra Grecia, en semifinales, no había atajado ninguno. Se sentía más responsable que nadie de la derrota. "Posiblemente no haya estado a la altura del equipo. Tenía que haber sacado más, pero Grecia es un gran grupo", declaró en Teledeporte.
Su testimonio contrasta en una sociedad que disfruta retuiteando los gazapos y resbalones ajenos, e idolatra a deportistas que no piden perdón por defraudar a Hacienda y ganan más en un día que la mayoría de la población en varios años. Laura Ester nos invita a curarnos las heridas, a tener compromiso y autocrítica, y a apostar por el trabajo colectivo. Nos motiva a picar piedra y a no buscar más excusas que la de seguir luchando. Por eso, justo después de fustigarse, prometió que en el partido por el bronce, saldrían al agua "a morder más de lo que lo hemos hecho". Esa noche el grupo se tomó unas cervezas. Habló sin filtros. Se conjuró.
La puesta en escena de España ante Hungría resultó tan completa que acabó el primer cuarto con un 1-5 a favor, cuatro goleadoras diferentes y dos paradas de Laura Ester: la primera con la mano izquierda, y la segunda con la colaboración de Anni Espar. No repitió intervención la portera del C.N. Sabadell: con la mano derecha; el brazo izquierdo; blocando; la yema de los dedos... Un 57% de efectividad. Su apodo, Pajarito, bautizo en su primer año en el primer equipo del C.E. Mediterrani, anticipa su perfil: mide 1,70 metros, pero en la piscina aparenta muchos centímetros más gracias a sus reflejos, saltos (o vuelos) y fe. Nunca da un lanzamiento por imposible.
No es extraño que los referentes de Laura Ester sean el desaparecido Jesús Rollán, pasional e infinito, cariñoso con la pelota tras cada parada, y Rafa Nadal, tan indestructible como llano en la derrota. "Los valores te darán más oportunidades de juego, incrementarán tu rendimiento y el de tu equipo", defiende el exbaloncestista José Luis Llorente en Espíritu de remontada, que podría referirse al grupo dirigido por Miki Oca. "Los equipos más grandes son aquellos que generan orgullo de pertenencia", describe Pep Marí en Liderar equipos comprometidos. En esta selección nadie escatima en esfuerzos ni se siente superior.
No hay comentarios :
Publicar un comentario