Nieves Anula, Rosi Sánchez, Toni Bové, Gaby Carrasco y Pepa Soler retratan para Cronómetro de Récords a la capitana de la selección, vital en el debut del Mundial de Tenerife ante Japón (71-84)
Laia Palau, durante el partido. Foto: Alberto Nevado / FEB. |
—Laia Palau es... Me la nombras y se me dibuja una sonrisa increíble –cuenta por teléfono la exinternacional Nieves Anula.
Se nota que le cambia la cara. También el tono.
—Estuvimos bastante unidas la temporada que jugué en el Universitari de Barcelona. Conectamos muchísimo en la pista. En ese momento, Laia no sabía si el baloncesto sería su futuro. Tenía una inquietud infinita y amigos que eran artistas urbanos. Era un poco
hippie. Me miraba como si yo fuera una jugadora con una seguridad increíble y un día le dije: "¿Pero tú no te has enterado todavía que eres el prototipo de la jugadora y yo soy una especie de fósil viviente?". No se lo creía, claro. Laia Palau no se daba cuenta del enorme potencial que tenía. Disponía de cabeza, alma, corazón y un prototipo físico que no tenía ninguna jugadora en aquella época. Le sobraba algo de inseguridad en sí misma. Lo normal para una chica de veintitantos. Ahora tiene seguridad para ella y siete más.
hippie. Me miraba como si yo fuera una jugadora con una seguridad increíble y un día le dije: "¿Pero tú no te has enterado todavía que eres el prototipo de la jugadora y yo soy una especie de fósil viviente?". No se lo creía, claro. Laia Palau no se daba cuenta del enorme potencial que tenía. Disponía de cabeza, alma, corazón y un prototipo físico que no tenía ninguna jugadora en aquella época. Le sobraba algo de inseguridad en sí misma. Lo normal para una chica de veintitantos. Ahora tiene seguridad para ella y siete más.
Ahora, Laia Palau (Barcelona, 1979) es la guía espiritual de la selección española. Aunque selecciona muy bien sus tiros, no se esconde si cree que tiene que lanzar. Exige al máximo a sus compañeras, a quienes protege y cuida como buena líder que es. Sabe hacer brillar al resto y potenciar las virtudes de cada jugadora. Todas saben que su capitana siempre aparece por detrás para darles una palmadita en la espalda, ésa del "tú puedes", "no te relajes" o "lo estás haciendo bien". "Es la típica compañera de equipo que no te falla, que siempre está y crea buen ambiente, tanto en los buenos como en los malos momentos. Es así como amiga también. ¿Como rival? Pues era la típica jugadora impulsiva y explosiva a quien siempre tienes que vigilar porque no sabes cómo te va a sorprender", interviene Rosi Sánchez, que coincidió en la selección con Laia Palau en tres grandes torneos. El primero, el Mundial de 2002.
16 años después, en el debut de su quinto torneo mundialista, el primero en casa, en Tenerife, Laia Palau retorció a un rival pegajoso e inagotable como Japón (71-84) e iluminó a sus compañeras con ocho asistencias, cuatro rebotes y nueve puntos. En el otro partido del grupo C, Bélgica aplastó por 36-86 a Puerto Rico. "Laia es sensible, comprometida consigo misma y con el mundo. No sabe ser superficial y nunca se ha movido por aspectos económicos exclusivamente. Jamás ha buscado la fama y no es envidiosa. Al menos en aquella época, nunca le vi un mal gesto. Es una persona muy pura que cuando tiene que decir una cosa, lo hace. Con el tiempo, probablemente, se ha vuelto, espero, un poquito mas diplomática", continúa Nieves Anula, a quien Laia Palau le gusta de base, pero, "sobre todo, de escolta. Es más escolta que base. Con su velocidad, espontaneidad y visión de juego todavía podría haber tenido más rendimiento si hubiese jugado más de 3, sin la obligación de subir el balón y con más libertad de movimientos. Pero, ojo, es una opinión mía, personal". "Tuvo momentos de ser una grandísima escolta porque ha sido siempre una jugadora muy potente a nivel físico, con un gran tren inferior. Su conocimiento del juego y experiencia le ha hecho ser una base muy completa", aporta Gaby Carrasco, exentrenador del CB Conquero.
No tiene pájaros en la cabeza y su hambre competitiva no se agota, por más que hace unos días haya cumplido 39 años. Laia Palau tiene la fórmula de la eterna juventud y la transmite al grupo. "Es una persona que tiene ilusión por lo que hace. Se cuida mucho. Por eso rinde en la pista. No hay más secretos", concede Toni Bové, exfisioterapeuta del Barça y que la conoció en los Juegos Olímpicos. Palau también rebaja posibles euforias, especialmente del público. "Si no vamos con esta energía, aquí no se puede estar. Tenemos que celebrar la victoria un poco, pero, sobre todo, pensar en mañana, en Puerto Rico. Éste es el camino", le contó la capitana de la selección a Elena Jiménez en Teledeporte, después de abrazar a sus compañeras y al cuerpo técnico. Cuida al máximo esos detalles, igual que Lucas Mondelo, capaz de descifrar a un rival laberíntico como Japón minimizando su gran arma, los triples (6/18), con una defensa excelente que hizo dudar a sus tiradoras.
Hasta los 14m5s no anotó su primer triple el rival. Lo hizo Fujitaka, replicada 18 segundos después por la propia Laia Palau (17-33, 21-39 al descanso). Por más que las japonesas recuperasen la puntería desde más allá de 6,75 en el tercer cuarto, España logró su máxima ventaja con otro tiro de tres de Laia Palau (42-61 a los 29m 5s). El grupo funcionaba con gran precisión: Astou Ndour era un muro y anotaba con facilidad; ni Alba Torrens ni Anna Cruz acusaban que se hayan perdido gran parte de los partidos de preparación por problemas físicos; Laura Nicholls y Laura Gil continuaban en su línea, sin hacer concesiones; Cristina Ouviña siguió certera en todas las facetas y a Queralt Casas le faltó puntería en los tiros, pero no en defensa. Capítulo aparte para Marta Xargay, cada vez más elegante y polivalente en la pista.
Cuando le pregunto por Laia Palau a Pepa Soler, directiva del Joventut Les Corts, también sonríe como Nieves Anula: "La conozco muy bien. Sus padres la trajeron al club. Nos pusimos de acuerdo y se puso a entrenar con nosotras. Era pequeña, quizás preinfantil. Piensa que nunca había jugado al baloncesto. Pues en su segundo o tercer entrenamiento lo tuve claro. Vi que Laia acabaría siendo una estrella observando cómo botaba la pelota. A sus padres les rebajé un poco el análisis: 'Veo a vuestra hija con grandes cualidades para este deporte'". Afortunadamente, Pepa Soler no se equivocó.
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