Pide silencio el mejor piloto de todos los tiempos. Con un gesto sutil, Valentino Rossi se tapa el casco con su dedo índice. A la altura de su boca. Su gesto pasa casi desapercibido. Incluso para sus grandes detractores, que llevan semanas diciendo que su temporada era un fracaso. Il Dottore acaba de completar una de las grandes carreras de su vida, ha pasado de ser undécimo a claro ganador en el circuito de Assen. En un trazado en el que ha ganado tantas veces (seis) como el mito Giacomo Agostini. Y, más que marcas históricas, lo más importante es que por primera vez en la temporada se ha impuesto en su duelo con el joven líder Casey Stoner, segundo, con el que ahora le separan 21 puntos. Dani Pedrosa, cuarto en la prueba, ya está a 66 puntos.
"He creído mucho en mí. Cuando tenía a Stoner delante siempre he pensado que podía alcanzarle", confiesa, exultante, Rossi. No se desesperó cuando vio que Stoner se ponía líder y, junto con Hopkins, se distanciaba del resto. Tampoco cuando el australiano marcaba las vueltas rápidas y Capirossi frenaba su progresión. El heptacampeón sabía que era el Día, que la remontada era cuestión de tiempo y talento.
Tuvo paciencia y supo aportar la contundencia necesaria Rossi para empezar su gran espectáculo. Apenas necesitó cinco giros para lograrlo. Sólo se le resistió el veterano Loris Capirossi, el eterno aspirante que nunca ha podido confirmar su condición. En cuanto adelantó a su compatriota, poco le costó superar, en un par de genialidades, a su compañero Colin Edwards y a Chris Vermeulen, el hombre pole que acabó último. Vale era ya quinto, tras Pedrosa y acababa de marcar la vuelta rápida.
El piloto por encima de la máquina
Siempre ha creído Rossi que el piloto, el hombre está por encima de la máquina. Que comandar una moto menos completa que otra no es una excusa para ser un perdedor. Demostró su teoría, en 2004, en su primer año en Yamaha, cuando Honda era insuperable y su nuevo equipo coleccionaba frustraciones. Lo volvió a confirmar en Holanda, donde en la octava vuelta se colocó tercero, a 3'66 segundos de Stoner. Y a partir de entonces superó a Hopkins y no hubo giro en el que no recortaba décimas al piloto australiano. Hasta que a falta de 14 vueltas, la diferencia se redujo a tan sólo 1'6.
El año pasado, en los primeros entrenamientos libres del GP de Holanda, Rossi se rompió un hueso de su muñeca. Mermado, en la clasificación acabó último, pero supo remontar y finalizar octavo. Era su penúltima proeza. En la última, en el último GP de Alemania, el 13 de julio de 2006, ganó tras salir desde la undécima posición.
Tampoco dejó indiferente a nadie en La Catedral. Repitió ese guión. Supo buscar el error en la chicane de su rival, examinar cuál era la zona propicia para adelantar a Stoner. Le superó a falta de 4 vueltas, al final del último giro. Se metió por dentro, se abrió hueco y cambió de trayectoria. Se puso en paralelo y le cerró la progresión. Complejo para cualquiera, fácil para un genio para Rossi, que logró su 61ª victoria en la máxima categoría (87 en total).
"No hay excusas"
"Me he quedado casi sin gasolina en los últimos metros. Pero no hay excusas: Rossi ha sido más rápido y no ha cometido errores", dijo Stoner, su gran rival. Uno de sus mejores admiradores y su gran rival para lograr el octavo título.
También se reivindicó en Assen el actual campeón del mundo, Nicky Hayden. Recuperó su talento en La Catedral, en el escenario de su primer triunfo de la temporada anterior. Entonces logró una victoria afortunada: Colin Edwards se cayó en la última recta cuando iba líder. Hoy fue tercero, podio. Algo que no conseguía desde el GP de Valencia, desde el 29 de octubre de 2006. Ocho meses después de su primer título festejó un buen puesto: "Nunca me he rendido, nos lo merecemos".
Más comedido se mostró el compañero de Hayden en Honda, Dani Pedrosa, que sigue sin estar contento con las bajas prestaciones de su moto. "Nos ha pasado lo de siempre, en las últimas siete u ocho vueltas hemos perdido ritmo. Hemos mejorado, pero siempre nos falta algo más", analizó. El día que Rossi volvió a demostrar que sigue manteniendo esa ambición y ese talento que le han hecho convertirse en el mejor piloto de la historia.
"He creído mucho en mí. Cuando tenía a Stoner delante siempre he pensado que podía alcanzarle", confiesa, exultante, Rossi. No se desesperó cuando vio que Stoner se ponía líder y, junto con Hopkins, se distanciaba del resto. Tampoco cuando el australiano marcaba las vueltas rápidas y Capirossi frenaba su progresión. El heptacampeón sabía que era el Día, que la remontada era cuestión de tiempo y talento.
Tuvo paciencia y supo aportar la contundencia necesaria Rossi para empezar su gran espectáculo. Apenas necesitó cinco giros para lograrlo. Sólo se le resistió el veterano Loris Capirossi, el eterno aspirante que nunca ha podido confirmar su condición. En cuanto adelantó a su compatriota, poco le costó superar, en un par de genialidades, a su compañero Colin Edwards y a Chris Vermeulen, el hombre pole que acabó último. Vale era ya quinto, tras Pedrosa y acababa de marcar la vuelta rápida.
El piloto por encima de la máquina
Siempre ha creído Rossi que el piloto, el hombre está por encima de la máquina. Que comandar una moto menos completa que otra no es una excusa para ser un perdedor. Demostró su teoría, en 2004, en su primer año en Yamaha, cuando Honda era insuperable y su nuevo equipo coleccionaba frustraciones. Lo volvió a confirmar en Holanda, donde en la octava vuelta se colocó tercero, a 3'66 segundos de Stoner. Y a partir de entonces superó a Hopkins y no hubo giro en el que no recortaba décimas al piloto australiano. Hasta que a falta de 14 vueltas, la diferencia se redujo a tan sólo 1'6.
El año pasado, en los primeros entrenamientos libres del GP de Holanda, Rossi se rompió un hueso de su muñeca. Mermado, en la clasificación acabó último, pero supo remontar y finalizar octavo. Era su penúltima proeza. En la última, en el último GP de Alemania, el 13 de julio de 2006, ganó tras salir desde la undécima posición.
Tampoco dejó indiferente a nadie en La Catedral. Repitió ese guión. Supo buscar el error en la chicane de su rival, examinar cuál era la zona propicia para adelantar a Stoner. Le superó a falta de 4 vueltas, al final del último giro. Se metió por dentro, se abrió hueco y cambió de trayectoria. Se puso en paralelo y le cerró la progresión. Complejo para cualquiera, fácil para un genio para Rossi, que logró su 61ª victoria en la máxima categoría (87 en total).
"No hay excusas"
"Me he quedado casi sin gasolina en los últimos metros. Pero no hay excusas: Rossi ha sido más rápido y no ha cometido errores", dijo Stoner, su gran rival. Uno de sus mejores admiradores y su gran rival para lograr el octavo título.
También se reivindicó en Assen el actual campeón del mundo, Nicky Hayden. Recuperó su talento en La Catedral, en el escenario de su primer triunfo de la temporada anterior. Entonces logró una victoria afortunada: Colin Edwards se cayó en la última recta cuando iba líder. Hoy fue tercero, podio. Algo que no conseguía desde el GP de Valencia, desde el 29 de octubre de 2006. Ocho meses después de su primer título festejó un buen puesto: "Nunca me he rendido, nos lo merecemos".
Más comedido se mostró el compañero de Hayden en Honda, Dani Pedrosa, que sigue sin estar contento con las bajas prestaciones de su moto. "Nos ha pasado lo de siempre, en las últimas siete u ocho vueltas hemos perdido ritmo. Hemos mejorado, pero siempre nos falta algo más", analizó. El día que Rossi volvió a demostrar que sigue manteniendo esa ambición y ese talento que le han hecho convertirse en el mejor piloto de la historia.
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