Son poco más de las cinco de la tarde. Venus Williams (Lynwood, California, EEUU, 1980) agarra con fuerza la ensaladera de Wimbledon. Su cuarto trofeo en Londres (6-4 y 6-1 ante la francesa Marion Bartoli), el sexto Grand Slam. Quizás sea éste el impulso que necesita la tenista estadounidense para regresar a la élite, en la que estuvo a finales de los noventa y principios de esta década. Entonces era una jugadora impulsiva, narcisista y ególatra que se creía modelo. Ahora, mucho más delgada y con el pelo corto, es humilde e incluso parece introvertida. Se muestra agradecida con su entorno, que la ha arropado en sus peores momentos.
"Tienes que creer en ti mismo cuando no confía en ti, convertirte en un ganador", asegura Venus Williams, que lo ha pasado mal, demasiado mal, para rescatar su mejor juego. La temporada pasada sólo pudo jugar 19 partidos, el antepenúltimo, precisamente, en Wimbledon en tercera ronda. Le superó Jelena Jankovic, la misma que este año cortó su progresión en Roland Garros. Su recuperación tras perderse el Open de Australia, en el que resurgió su hermana, Serena, que ganó. Las mejores hermanas de la historia del tenis han vuelto.
Graff y Navratilova
"Éste es mi escenario favorito. Es excitante volver a ganar aquí y quiero acercarme más a las mejores", promete Venus, que con 27 años sueña con igualar y superar a las dos iconos de Wimbledon. A Billie Jean King, su ídolo, que se impuso seis veces, a Steffi Graf, ganadora en siete ocasiones, y a Martina Navratilova, nueve veces campeona, que pronostica que "está preparada para regresar al top 10".
"Serena me inspiró, quería ser como ella", confiesa Venus, que admira a su hermana. A la jugadora que ha minimizado su carrera: ante ella ha perdido hasta cinco Grand Slams, cuatro entre 2002 y 2003 -incluido Roland Garros, el único torneo prestigioso que le falta-. "Nuestros padres siempre nos dijeron que llegaríamos a ser las mejores. Por eso, cuando lo logramos, estábamos preparadas", recuerda la nueva campeona de Wimbledon.
Número 1
En Londres la tenista californiana, que llegó a ser número 1 en febrero de 2002, ha encontrado la receta ante la frustración, ante los malos momentos. Ganó por primera vez a Lindsay Davenport, en 2000, tras meses de lesiones. Muchos aseguraban que ya no volvería a jugar más. Logró su tercer título en Londres, en 2005, de nuevo ante su compatriotra, cuando llevaba dos años con tan sólo un torneo menor (Charleston). Y ahora, ante Marion Bartoli, ha vuelto a hacerlo.
"Nunca les hice caso a los que me decían que no ganaría más", asegura Williams, que jamás se ha sentido inferior a sus rivales. Ni tan siquiera cuando con tan sólo ocho años peloteó con John McEnroe. "Podía haberle ganado", les dijo a sus padres.
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